El documento describe cómo en los años 80 aún había estaciones de radio independientes en Bogotá transmitiendo música alternativa, pero que eventualmente fueron reemplazadas por grandes cadenas como Radio Uno y 40 Principales debido a las presiones del mercado. Aunque los fundadores de las estaciones independientes ahora reciben pagos por arrendar las frecuencias, el autor sugiere que es más satisfactorio mantener una estación de radio independiente que solo recibir honorarios pasivamente.