La imagen del Buen Pastor fue una derivación ideográfica de la figura de Orfeo. Pero el Crucifijo fue resultado de una lenta y laboriosa construcción generada a partir del Cristo resucitado y triunfante del gnosticismo (entre los siglos sexto y décimo). Fue a partir del siglo once cuando se exacerbaron los detalles relativos a la redención por la sangre, representando un Cristo moribundo y patético, con los ojos cerrados y la cabeza caída hacia su lado derecho. Y fue a partir del siglo doce cuando se ciñese en la frente del crucificado la corona de espinas; lo que terminó llenando la imagen de una fisonomía perturbadora que debió sobrecoger y llenar de pavor a los desgraciados súbditos de aquella sociedad estamental dominada en gran medida por la Iglesia.