Un ejecutivo se enoja cuando un ladrillo daña su auto, pero luego descubre que un niño lanzó el ladrillo para pedir ayuda porque su hermano en silla de ruedas se cayó y no podía levantarlo. El ejecutivo ayuda al hermano y aprende que a veces Dios usa "ladrillazos" para llamar nuestra atención y sacarnos de nuestro egoísmo.