Andrés emigró a Buenos Aires en 1870 desde su país de origen. Extrañaba a su familia y amigos, por lo que escribió una carta desde su habitación en un hotel de inmigrantes contándoles sobre su viaje y sus sentimientos de añoranza. A pesar de haber dejado atrás su hogar, se aseguró de llevar su pluma y tintero para mantenerse en contacto con sus seres queridos a través de cartas.