Este documento conmemora el aniversario 16 de la muerte de Miguel Ángel Botto Cayo. Lo describe como un hijo amoroso y buen hermano que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Aunque su vida fue corta, la vivió intensamente y contagiaba su alegría a quienes lo conocieron. Su muerte repentina a los 28 años truncó sus sueños y dejó a su familia sumida en el dolor, aunque saben que ahora está en un lugar mejor.