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Encuentra a tu maestro
1. Encuentra a tu maestro y practica humildemente
Yang Jwing Ming
Traducción de Nadia Vallejo
Kung Wu Tou, México, 2013.
Hay una historia china acerca de seis hombres ciegos
que tocaron un elefante para saber cuál era su
aspecto. El primero toca la oreja del elefante y dice:
“Un elefante es como un gran abanico”. El segundo
toca el costado de su cuerpo y dice: “No, es como una
pared”. El tercero describe la pierna y dice: “No, el
elefante es un pilar”. El cuarto toca la nariz y grita: “El
elefante es como una gran rama colgante de un
árbol”. El quinto toca el marfil y dice: “Es un cuerno
largo sobresaliendo de una gran boca”. El sexto toca
la cola y dice fuertemente: “No, el elefante es una
gran escoba giratoria que sale de la pared”. Si ellos
hubiesen acopiado toda la información, hubiesen
tenido una descripción razonable del elefante. La
historia muestra que no deberíamos insistir
obstinadamente en que hay un solo punto de vista, ya
que a veces sólo vemos una parte de la historia.
Siempre hay más por aprender.
Laozi y su discípulo
No pierdas tu tiempo sólo en investigación teórica. Práctica y teoría deberían ir juntas. De la práctica,
ganas experiencia, y de la teoría tienes una guía clara para la práctica. Algunas personas dudan
debido al peligro que implican las artes marciales, el Qigong o la meditación, sin conseguir nada y
simplemente perdiendo el tiempo. Sé cauto pero determinado, aprende de la experiencia de otros y
encontrarás el camino correcto. Estudia los clásicos legados por el linaje de tu arte. Encuentra un
maestro y practica, y practica, y practica.
Buda viajó al campo un día y llegó a un río. Un anciano maestro de Qigong vivía ahí y le
preguntó: “¿Eres el Buda? Si es así ¿puedes hacer lo mismo que yo? ¡Cruzo el río caminando sobre el
agua!”. Buda dijo: “Es muy impresionante, pero ¿cuánto tiempo lo has practicado?”. El anciano
replicó orgulloso: “Me llevó cerca de cuarenta años conseguirlo”. El Buda lo miró y dijo: “¡Te llevó
cuarenta años! Sólo me cuesta unas pocas monedas cruzar el río en la lancha”.
A menudo gastamos mucho tiempo en cosas sin importancia. Trata tu tiempo valiosamente y
2. úsalo de forma eficiente. Deshazte de tu dignidad. Si tomas tu dignidad muy en serio, no encontrarás
un maestro sincero deseando enseñarte de corazón.
Un joven espadachín Samurái entró a la casa de un famoso maestro Zen. Lo miró, se inclinó y
dijo: “Maestro, he alcanzado un profundo nivel de Zen, tanto en teoría como en práctica. He
escuchado de tu grandeza, así que he venido a inclinarme ante ti y espero que puedas enseñarme
algo”. El maestro Zen miró al orgulloso joven. Sin decir palabra, fue al cuarto trasero y trajo una
tetera y una taza. La puso delante del joven y empezó a verter el té en ella. El té llenó la taza
rápidamente y pronto empezó a derramarse. El joven miró al anciano con un semblante de
confusión. Dijo: “Deténgase, maestro, la taza se está derramando”. El anciano maestro Zen bajó la
tetera y le sonrió: “Éste eres tú. Ya estás demasiado lleno. No puedo enseñarte. Si deseas aprender,
primero debes vaciar tu copa”. ¿Puedes ser humilde?
Cuando encuentres un maestro o una fuente
de aprendizaje debidamente calificados,
trátalo preciosamente, para que no pierdas la
oportunidad de aprender. Esta oportunidad
podría no presentarse otra vez.
Tradicionalmente era muy difícil
encontrar a un maestro calificado. Incluso si
hallabas uno, no necesariamente eras
aceptado. Hoy es más fácil colectar
información ya que hay muchos libros y DVDs
disponibles. Pero la guía de un maestro
experimentado es crucial para alcanzar el
objetivo final. Un consejo sutil puede
ahorrarte una gran cantidad de tiempo y
esfuerzo. Cuando estás perdido en una gran
ciudad, aunque tengas el mapa, la guía de un
transeúnte puede ahorrarte bastante
esfuerzo.
Pintura en el Templo de Changchun, que muestra a
Chongyangzi y sus siete discípulos
Un joven ya había gastado más de siete años buscando un buen maestro. Fue a lo profundo de las
remotas montañas, donde vivía un gran maestro con algunos estudiantes. Fue recibido
amablemente y expresó su intención de aprender del maestro. Éste lo miró por un rato y entonces
sacó una tetera y una taza.
Vertió el té en la copa, deteniéndose cuando el té alcanzó el borde. Bajó la tetera con una
sonrisa, indicándole al joven que el lugar ya estaba lleno. No podía aceptar otro estudiante. El joven
miró la taza y se dio cuenta de lo que significaba. Agachó su cabeza con tristeza. Advirtiendo una
pajita de arroz en el suelo, la recogió cuidadosamente y la puso dentro del té. El té no se derramó. Él
3. miró el rostro del maestro con esperanza mostrándole “mira, todavía hay espacio para mí, el té no se
derramó”. A pesar de esta comunicación silenciosa, el anciano se dio cuenta de que el joven era uno
de esos inteligentes que podrían comprender el profundo sentimiento del arte. Lo aceptó con
placer. Es muy difícil encontrar a un estudiante humilde e inteligente, capaz de comprender el arte
profundamente y desarrollarlo. Cuando un maestro encuentra este tipo de estudiante, será como
una preciosa perla entre sus manos.
SOBRE EL AUTOR:
Yang, Jwing Ming es un renombrado maestro de artes
marciales chinas y Qigong. Nacido en Taiwán, ha
entrenado y enseñado Taijiquan, Qigong y artes
marciales chinas durante más de cuarenta y cinco
años. Es autor de más de treinta libros y fue elegido
por la revista Inside Kung Fu, como una de las diez
personas que han “hecho el más grande impacto en
las artes marciales en los últimos cien años”.
Dr. Yang Jwing Ming, autor del cuento
SOBRE LA TRADUCTORA:
Nadia Vallejo es egresada de la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas, por la Universidad
Nacional Autónoma de México; ha sido profesora de Español como lengua extranjera. Practica
Wushu y es encargada de las áreas de Difusión Cultural y Ventas de Kung Wu Tou.
TEXTO ORIGINAL EN: http://ymaa.com/articles/find-teacher