El documento critica al Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) en Brasil, acusándolos de usar la violencia y la destrucción para promover una agenda socialista/comunista en lugar de luchar por la reforma agraria. Argumenta que el MST entrena criminales y adoctrina a los niños en ideología marxista, a pesar de recibir fondos del gobierno. El autor también critica al gobierno por apoyar al MST y no responsabilizar a sus líderes por los crímenes.