La imperativa necesidad de acordarse de quiénes somos
1. Un nombre y una superficie no hacen una nación, hace 189 años decidimos ser una cosa bien
aparte, decidimos agarrar nuestros extremos y a esa masa amorfa, separada de las demás a
tiros y gritos, y a ese feto de nación decirle Bolivia.
Hubieron ideas cruzadas, hubo un chenko de caras, lenguas y posiciones, un tambo de
proyectos de estado y entre jaladas de chaskas fuimos una lucha por definirnos. Y por
definirnos nos tejimos y nos rompimos innumerables veces, por definirnos matamos y
morimos y por definirnos es que si no fue Melgarejo fue Belzu, si no fue Sucre fue La Paz, si no
fue Boquerón fue Villamontes, si no fue Arguedas fue Tamayo.
En retrospectiva hemos avanzado más bailando que caminando, avanzando tres pasos y
retrocediendo uno, uno más a la derecha y otros tres a la izquierda. Como una morenada en la
Camacho. Y por eso es imperativo ya no caminar con muyu-muyu, ya no retroceder ni
tambalearse a la derecha, hay que acordarse pues que fuimos Lanza, Katari y Azurduy, que
fuimos chiriguanos y bartolinas, que morimos en las arenas del Chaco y renacimos en los
adoquines de las calles. Hay que acordarse pues que no somos ilustración francesa ni filosofía
griega, que no somos tango argentino ni samba brasilera, somos un chenko aparte. Tanto nos
hemos chaskeado para definirnos que querer ser otra cosa es insultante.
Hoy el mensaje para oficinistas, jailones, rockeros, hippies, kataristas, motoqueros, caseritas,
televidentes, señoras caballeros y señoritas es que HAY QUE ACORDARSE PUES. Para ya no
andar hueveando, para amarrarse bien los watos y caminar sin tambalear.
Con cada año aumentamos una vela y un deseo a la torta, hoy ya tenemos 189 deseos por
cumplir. Viva la Bolivia de Cóndores y Jaguares. SEBASTIÁN MOSCOSO PAZ