Pronunciamiento de Mujeres en defensa de la Ley 348
Tu y yo lo matamos
1. TU Y YO LO MATAMOS
JAIME GARZON
QEPD
El 9 de marzo de 1687, a eso de las diez de la noche, un estruendo aterrador y
misterioso sacudió a Bogotá- Ciudad Nadie- que por esa época se llamaba Santa
Fe. Los habitantes de la ciudad que apenas se conformaba salieron desnudos a la
calle pensando que era el día del juicio final, los poquísimos dirigentes pensaron
que era el ataque de los enemigos de la democracia, pero con el paso de los
minutos los habitantes regresaron a sus chozas y los dirigentes a sus comedores.
Ya se acerca agosto de 2010 y el estruendo parece no haber parado, las calles
están llenas de gentes desnudas, desplazadas, adictas a un pipazo, adictas al
derroche consumista, gente sola, gente presurosa y asustada, la administración
estudia lo posibilidad de dar un pico y placa a los poetas que se estacionan en los
parques, los dirigentes siguen en sus comedores atragantándose mientras hablan
de los enemigos de la democracia, el ruido parece no cesar.
Por estos días mis pasos me llevaron a Sumapaz, localidad rural de Bogotá y, a
saber, el más grande páramo del mundo, el paisaje es arrollador, agua y más
agua por todo lado, verde y más verde, vida y más vida, pero de todo sus gentes
me abrumaron, campesinos sencillos con el único objetivo en la vida de ser
felices, de estar tranquilos en sus tierras. Mi objetivo, la vereda de Betania, allí
enseñaré algo de poesía a los niños de los cachetes rojos y los corazones limpios.
Mientras les hablo de Silva y de Galeano uno de los chicos me interrumpe para
2. preguntarme algo aterrador: - ¿Maestro, sabe usted quien mató a Jaime Garzón?
– Mierda, ¿qué decir? Luego de algunos segundos en silencio solo atine a decirle:
- Todos, Colombia mató a Garzón.
Jaime Garzón nació en Sumapaz un 24 de octubre de 1960, en 1988 fue
nombrado alcalde local de Sumapaz y un año después el mismo Andresito
Pastrana, por esa época alcalde mayor de Bogotá, lo destituyó esgrimiendo que
Jaime había construido un
prostíbulo en la localidad, a lo que Garzón respondió diciendo que las únicas putas
de ese hermoso páramo eran las FARC y las FAC. El día que lo matamos se
realizaría un acto en desagravio, pues se comprobó que lo del putiadero era pura
mierda, era un 13 de agosto de 1999, -“País de mierda”, dijo en vivo y en directo
César Augusto Londoño, ilustrísimo presentador de deportes del noticiero CM&,
que un día recibiera un certero puñetazo de Rene Higuita. Pero esa es otra
historia.
Yo creo que decir Jaime Garzón era decir de cierta manera libertad; aunque claro,
como típica actitud de las mafias dueñas de este país se intentó hacer ver al
hombre como un “mercader” de los “secuestros” “extorsivos” de grupos
“terroristas” de nuestra patria. Patrañas típicas de la cultura del miedo, miedo a
perder sus máscaras. No quiero gastar líneas hablando del inmenso talento que
era Jaime, de cómo se cagó de la risa literalmente en nuestra arrogante clase
política, de cómo su zoociedad tenía menos animales que la Casa de Nariño o el
Congreso de la República, de cómo resistió desde su butaquito de lustrabotas, de
su gusto por la salsa, del hombre de carne y hueso lleno de sueños que era.
Escucho a Andrés Calamaro: “Alta suciedad, basura de la alta suciedad, no se
puede confiar en nadie más”. Me pregunto ¿Por qué en Colombia todo lo
soluciona la Alta Suciedad a bala? Ráfagas de bala en nuestras cabezas durante
más de doscientos años.
Hoy, más de diez años después de su miserable asesinato, nos queda lo de
siempre, unas putas estatuas y la malparida impunidad. Miento, ni las estatuas
porque la de la veintiséis, cerca de la Gobernación de Cundinamarca, se la
volvieron a robar, seguramente el hambre, la desesperación, la adicción y la
indiferencia cuadraron la vuelta. La impunidad sigue ahí. Tal vez en algunos años
el caso sea declarado de lesa humanidad para que no prescriba, lo cual es una
cruel artimaña de los leguleyos de este país para decirle a las víctimas que algún
día se dirá algo pero no mientras estén ellos. Pero yo creo que a Heriberto de la
Calle , que solo se podía defender con su caja de embetunar, lo asesinó la clase
política, los narcos, los paracos, todos y nuestra puta indiferencia. Como hemos
matado y desplazado a miles de campesinos, como somos cómplices de la
corrupción por la máxima colombiana de “el vivo vive del bobo”, nuestra
indiferencia que permite un Estado que asesina sistemáticamente a soñadores,
dirigentes sindicales, jóvenes pobres convertidos en “falsos positivos”, somos
todos responsables de la muerte de Garzón.
3. Hoy, once años después de su vil asesinato, nos siguen vendiendo el cuento de
que fue Castaño, el perro de Castaño que yo podría jurar esta cagado de la risa en
alguna isla mirando en televisión satelital las noticias de nuestro país. Nos siguen
vendiendo DVD para llenar las arcas de grupo Brisa, hoy diez años después,
camino por Sumapaz y les juro que no tengo otra respuesta que darle a aquel
niño, TODOS MATAMOS A GARZÓN.
Y nuestra indiferencia seguirá matando a Garzones, o Pirrys, o Morris, o
periféricos como nosotros, o cualquiera que se atreva a pensar diferente en esta
dictadura donde la rata que mata busca poner alguno de sus serviles en la casa
de Nariño para seguir llenando sus bolsillos y derramando la sangre tras
bambalinas, seguiremos en nuestra danza perversa de indiferencia desde el
parque Berrio donde cambiamos de acera para no ver al desplazado, donde nos
hacemos los de la vista gorda cuando un traquetico menor se lleva a una niña por
cinco mil pesos para violarla en alguna pensión de tres pesos, donde lo tuyo es lo
tuyo y lo mío es lo mío, eso sí no me lo dejo quitar del otro que es más vivo y por
ende tiene más derechos que yo, que soy un idiota que aun cree que todo debería
ser de todos.
TODOS matamos a Garzón y con él un brillo de alegría que ahora está en manos
del Cuenta-huesos -qué nombre más sugestivo para un país con más de 8000
desaparecidos-. Matamos a Garzón porque nuestra memoria está conectada
mágicamente al control remoto, lo matamos aprobando la penalización de los
vendedores ambulantes – incluidos, claro, los lustrabotas – aludiendo que la vía
pública debe estar despejada para llegar a nuestros cubículos a jodernos ocho
horas diarias por el pan de cada día sin importarnos la vida del otro. Todos al
callarnos por las putas bases gringas, Todos por no saber que tenemos el mayor
páramo del mundo y los militares lo están acabando con el pretexto de la
“seguridad democrática”, bombardeando y llenando de milicos la zona, milicos que
lo único que hacen es sacar a las campesinas de sus veredas para engatusarlas
con promesas de nunca cumplir. Todos por vender nuestras empresas públicas y
robarle el legado a nuestros hijos, los mismos que son devorados en los oscuros
por hienas asquerosas que por nuestra indiferencia no purgarán más de diez años
en la cana, claro alimentados por nuestros impuestos. Todos somos culpables,
pues por dejar nuestros sueños en manos de una lavandería de nombre DMG,
donde la sangre de nuestros hermanos suplía nuestras pocas ganas de camellar,
trabajar por otro país posible, todos por ser un país de ciego sordomudos de pies
descalzos y ensalzados con Lobas televisivas – mierda soné muy Shakira-. Somos
TODOS porque el ruido de 1687 somos nosotros y nuestra conciencia que se
quiere liberar.
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a-jaime-garzon