4. Es tiempo de que tomemos la palabra, nosotros, con
nuestro acento neutral, nosotros rolos, nosotros dueños
de Bacatá, Bogotá, nombre de nuestra tierra que, también
ahora, es una variante, esta vez no española.
Hijos de Bachué, hijos de Bochica hijos de Colombia
y quien sabe de qué tierras más, tierra promiscua, la puta
de Colombia se volvió esta sabana, de muchas regiones,
idiomas, razas, desplazados, reinsertados, música, arte
y todo cuanto le quepa a la palabra cultura o folklore si
prefieren, que hoy orgullosamente somos tan anti regio-
nalistas como insípidos.
Oh! tú, sabana amplia y prospera, bella, inmensa, llena
de todo para el hombre y nada para Dios. Tú tan hermosa
y yo tan sin gracia, que esperas de este hijo de nadie sino
su ingratitud.
5. Yo aquí por el mundo sin rumbo como el vagabundo.
Buscando un quien y encontrando tal vez ese cristiano,
paisa, costeño, metacho o hasta testigo de Jehová que me
ofrece ese quien, adoptando cuanta charada en internet
aparece cualquier tribu urbana, cualquier vestigio de un
pasado que algunos recuerdan con nostalgia nada más.
Somos el rezago de los Tupí y nos fundimos con
quienes llegan, sin resistencia, solo los dejamos llegar, hay
quien dice que tenemos fama de no ser hospitalarios pero
es todo lo contrario, todos son bienvenidos todos son
devorados, todos son alimento nuestro, nuestra identidad
es esa, no tenemos, o tenemos todas, son nuestras y segu-
ramente por eso nos difuminamos, aparecemos inmersos
entre todos, una mezcla heterogénea donde no se recono-
cen los bogotanos, pero ahí estamos, de pronto escuchan-
do una rola o un vallenato, tomando chicha o coca cola,
rezándole al divino niño del 20 de Julio o haciendo pacto
con Satán, sin discriminar, échele mano que aquí hay para
todos algo.
Y aunque tristemente nuestro pasado cada vez se nu-
bla más, es menos claro y parece que empezamos a buscar
el eslabón perdido, ¿cuándo dejamos de ser bogotanos?,
es lo que hace que no nos divida una línea en el mapa,
somos los sin pasado. Somos esa raza de Vasconcelos, la
raza cósmica, nuestra tierra es el mundo.
8. Las historias de Bogotá no pueden ser más que historias
de supervivencia, no vivimos, huímos ¿pero qué es Bogo-
tá? Es tan larga y tan distante que los riudos de la ciudad
nos envuelven y vuleven…
9. Y creó Dios a Carramán a su imagen, a imagen de Dios
lo creó; y vio que era bueno.
En realidad no era tan bueno, estaba lleno de porque-
ría, de muletillas, vicios, cosas de aquí, cosas de allá, malas
costumbres incluso buenas y otras imperfecciones dignas
de un mesías rolo.
El mensaje del altísimo no pudo haber llegado de la
manera más sublime posible, su cuerpo soportado por el
brazo izquierdo en el poste, su cabeza mirando al suelo,
viendo como ese alimento que alguna vez estuvo en su
cuerpo se desliza por el caño. Una sobredosis de changua,
un cuento de Carrasquilla o Galeano, no recuerdo, y algo
que tiene que ver con la tolerancia a la lactosa, el diagnós-
tico.
Sí, estaba enfermo, se dio cuenta que tenía un mensaje
11. para el mundo, la única esperanza para limpiar los
pecados de los pecadores, algo así como vaciarles el vaso
para que lo llenen de nuevo. Pero eso ya lo había hecho
alguien, creo, limpió el vaso y lo que sucedió seguido es
que se llenó tan rápido que se rebozó, se le acabaron los
hijos a Dios, solo nos queda Carramán.
No sé que estaría pensando nuestro Dios de turno, tal
vez ni fue él quien mandó a Carramán, de pronto algún
Dios de nuestros antepasados o de pronto ya cambiamos
de era y no nos dimos cuenta, tal vez el fin del mundo
maya predice el cambio de Dios.
Sea como sea Carramán es ahora el portador de un
mensaje que debe dar al mundo.
Carramán habitante de nuestra sabana de Bogotá, hijo
de la raza cósmica, inicia su camino lleva la palabra como
mensaje.
12.
13. Caminando por la Bogotá cósmica, empieza a entender
que tenemos todos los climas posibles. Aquí la naturaleza
es una adolescente, caprichosa y consentida que no sabe
que quiere, y cambia de parecer cada instante solo para
que le prestemos atención. Le falta madurar o conseguir-
se algún novio. Y enfurece cuando ve todos esos para-
guas desplegados, la ignoramos, nada más sutil que un
paraguas de 5 lucas. Desde arriba se debe ver como que
estallamos y nos volvemos un punto negro.
14.
15. Carramán debe cubrirse de los lloriqueos adolescentes
del clima, busca un paraguas, es un profeta, los profetas
también se resfrían, creo, bueno este sí. Entonces conoce
al novio de la naturaleza, su primer apóstol, Chamán. Que
característico este sujeto, es un indio o eso parece, o tal
vez un culebrero, tiene plumas, anillos, cadenas, cuentos y
paraguas.
Le ofrece, a Carraman, calmar el clima, que él tiene el
poder para hacerlo. Empieza a recitar en lengua extraña,
la lengua de la pacha mama a consentirla, a susurrarle al
oído alguna historia antigua, o no tanto, a rezarle a San
Isidro: “San Isidro labrador, quita el agua pon el sol que el
domingo voy a misa y te hago una oración”, seguramente,
San Isidro es como el papá o que se yo tiene algún poder
sobre ella. El agua se disipa y Carramán ya no necesita
paraguas, ya tiene a su primer discípulo.