Los tres magos visitaron al niño Jesús y le ofrecieron oro, incienso y mirra para reconocer su presencia como enviado de Dios. Aunque la fiesta de los Reyes se ha centrado en ofrecer regalos a los niños, conmemora el hecho teológico de que Jesús vino para salvar a toda la humanidad sin importar raza o condición.