Los zares rusos Alejandro III y Nicolás II encargaron 54 huevos de Pascua hechos por el joyero Carl Fabergé entre 1885 y 1916 como regalos para sus esposas en la celebración de la Pascua ortodoxa. Cada huevo contenía una sorpresa oculta y demostró la habilidad técnica e imaginación de Fabergé. Aunque principalmente los hacía para la familia real, Fabergé también produjo huevos suntuosos para otros clientes ricos como el magnate del oro Alexandre Kelch.