Las reformas mormónicas del siglo XVIII en España incluyeron la construcción de hospitales fuera de los pueblos y cerca de los cementerios. Inicialmente, los hospitales no se entendían como centros para la recuperación, sino más bien como lugares donde la gente mayor y enferma iba a morir. El primer hospital data de 1750 e incluía un cura visionario llamado Don Marcillo Vicente de Obiedo. Los hospitales compartían el esquema arquitectónico de claustros utilizado en colegios y casas.