Ivan Illich criticó la educación escolar tradicional, argumentando que el aprendizaje debería ser impulsado por el interés y la curiosidad individuales de cada estudiante, no por un profesor. Él creía que tanto el profesor como el alumno deberían ser compañeros en el aprendizaje, con el estudiante persiguiendo independientemente sus propios intereses a través de la inmersión en el mundo real.