La globalización ha conectado los mercados y culturas de diferentes países de América Latina a través de transformaciones sociales. Mientras que Estados Unidos a menudo se presenta como un defensor de los derechos humanos, en realidad a veces justifica la agresión para promover sus propios intereses. Al mismo tiempo, la cooperación entre grupos que comparten objetivos comunes, así como el surgimiento de nuevos centros de poder en países como Venezuela, representan desafíos a la hegemonía estadounidense.