El documento discute la afirmación de algunos de que los evangelios originales fueron escritos en hebreo en lugar de griego. Señala que no hay evidencia de manuscritos originales en hebreo, mientras que existen miles de manuscritos en griego que respaldan que los evangelios se escribieron originalmente en ese idioma. Concluye que la afirmación de que fueron en hebreo se basa solo en suposiciones sin pruebas tangibles, a diferencia de la evidencia sólida de los manuscritos griegos.