Otro monstruo terrorífico y enorme era el "Cachalote Mordedor", una bestia poderosa, que no reponía los dientes que perdía. Y otro trabajo corto de divulgación del profesor y periodista uruguayo Carlos Alberto Brunetto García. Fósiles del Cachalote mordedor fueron ubicados por investigadores estadounidenses en un Museo del Japón. En estas circunstancias, allí fueron estudiados y catalogados como una especie diferente a las ya conocidas. Estos cetáceos se movían en manadas, y los miembros del grupo, liderados por un macho "alfa", atacaban en conjunto. Corresponde señalar que se comunicaban emitiendo sonidos, que en el medio acuoso se transmiten a gran velocidad. Además contaban con un sonar, por medio del cual, ubicaban tanto a sus presas como a sus enemigos. Un ejemplar solitario de "Cachalote Mordedor" bien podría haber sido presa de un "Megalodón" hambriento, pero podía emitir, en tal caso, llamadas de auxilio a su manada. Y los miembros del grupo, bien podrían emprender de inmediato acciones de conjunto, en ayuda de la víctima. Se supone que empleando su poderosa cabeza como arma, embestirían a modo de ariete al atacante "Megalodón" por varios frentes a la vez. Como mamíferos marinos tenían un cerebro más desarrollado que el de un pez, que bien le podían haber permitido al "Cachalote Mordedor" planificar acciones de conjunto. En situaciones como la indicada, el "Megalodón" podría haberse visto en apuros; su cerebro primitivo, tal vez no le hubiera permitido comprender bien lo que estaba pasando. Y abrumado, sobrepasado, y malherido, el escualo tal vez buscaría refugio en las profundidades, ya que como pez, respiraba por medio de branquias. Por el contrario los "Cachalotes Mordedores", como cetáceos que eran, necesitaban subir a la superficie para respirar. Y el "Megalodón", entretanto, se alejaría de la escena, pero si el cachalote herido no se recuperaba, era abandonado por el grupo. Entonces, el gran tiburón encontraba la ocasión propicia, y volvería a entrar en escena, y se haría un festín con el cadáver. Así, ese cachalote pagaba el precio de la imprudencia, por haberse alejarse de la protección que la manada le brindaba. Por cierto, el "Megalodón" eran tan grande, que necesitaba alimentarse constantemente. El haber sido grande sin duda tenía sus ventajas en épocas de abundancia, pero cuando las presas escaseaban, las consecuencias podrían ser nefastas. Hace unos dos millones de años, los "Megalodones" desaparecieron de los océanos en su totalidad, pues no aparecen sus dientes en estratos geológicos modernos. Estos leviatanes del mar, al extinguirse, dejaron nichos ecológicos vacíos, que fueron ocupados por otros gigantes. Podría ser que su extinción fuera debida a que las enormes ballenas de las que se alimentaban, comenzaron a emigrar hacia aguas muy frías, próximas a los hielos de la Antártida. Y los "Megalodones", que solamente est