Leonardo Da Vinci pintó su obra maestra "La Última Cena" utilizando modelos humanos. Tardó años en encontrar a un hombre condenado por crímenes atroces cuya apariencia encarnaba a Judas Iscariote. Sin embargo, el hombre reveló que años antes había sido el modelo para Jesús. Esto demuestra cómo las personas pueden cambiar drásticamente con el tiempo.