Daniel se encuentra con la Muerte en su cocina una noche. Ella le dice que ha llegado su hora, pero Daniel acepta su destino con resignación en lugar de suplicar por su vida. Juegan una partida de ajedrez mientras conversan sobre la vida de Daniel y cómo desperdició tiempo alejado de su familia. Cuando Daniel gana la partida, despierta en su sillón, dándose cuenta que fue sólo un sueño. Ahora comprende lo importante de expresar su amor a su familia mientras aún esté vivo.