SlideShare una empresa de Scribd logo
marcianos
invadieron
la Tierra
La noche que los
Reportaje FDM
Nueva York, 30 de octubre de 1938. Un joven de 23 años se apresu-
ra a cruzar la calle en dirección a los estudios de la C.B.S. (Colum-
bia Broadcasting System). No puede imaginar que esa víspera de
Halloween su programa hará historia, permaneciendo por siempre
en el recuerdo a causa del profundo pánico que despertará en mi-
llones de radioyentes norteamericanos, en plena época de inestabi-
lidad política y económica. Su nombre: Orson Welles. Le aguarda el
grupo de actores del Mercury Theatre, que colaborará en la emisión
de la adaptación radiofónica de La Guerra de los Mundos, célebre
novela de Herbert George Wells que trata sobre una terrible inva-
sión sufrida por la Tierra a manos de agresivas criaturas marcianas.
Moisés Garrido
S
on las 20 horas. El programa
tiene una hora de duración.
Nuestro protagonista se co-
loca frente al micrófono, des-
pliega los papeles sobre la
mesa y se prepara para iniciar la radio-
transmisión dramatizada ante su nutrida
audiencia. Es su radiodrama semanal
número diecisiete. Está plenamente tran-
quilo. Sin embargo, no puede prever lo
que está a punto de suceder… Un locutor
comienza la presentación: “La Columbia
Broadcasting System y sus estaciones
afiliadas presentan a Orson Welles y al
Mercury Theatre en La Guerra de los
Mundos, por H.G.Wells”… Unos segun-
dos de música y enseguida toma la pala-
bra Orson Welles:
“Sabemos ahora que en los primeros
años del siglo XX, seres más inteligentes
que el hombre, y sin embargo mortales,
vigilaban atentamente a nuestro plane-
ta. Sabemos asimismo que mientras los
hombres se dedicaban a sus quehaceres,
otros hombres los examinaban y estudia-
ban con toda exactitud y minuciosidad,
lo mismo que el hombre, valiéndose del
microscopio, examina a las criaturas que
pululan y se multiplican en una gota de
agua. Alegre y confiada, la gente de este
mundo, iba de aquí para allá, ocupada
en sus asuntos, serena y segura de su
dominio sobre este pequeño fragmento
giratorio, sobre esta partícula solar que,
por casualidad o designio, el hombre ha
heredado en el oscuro misterio del tiem-
po y del espacio. Empero, a través del in-
menso golfo etéreo, mentes que respecto
a la nuestra son como ésta respecto a la
de las bestias de la selva, vastos intelec-
tos fríos y exentos de simpatía miraban
a nuestra tierra con ojos envidiosos, y
lenta, pero seguramente, trazaban sus
planes contra nosotros…”
Uno de los locutores ofrece en esos mo-
mentos algunos partes meteorológicos e
invita a los oyentes a que escuchen un
tema musical de Ramón Raquello y su
orquesta, desde el hotel Park Plaza de
Nueva-York. No obstante, nada más co-
menzar los acordes, otro locutor inte-
rrumpe bruscamente la emisión:
“Señoras y señores: Interrumpimos
nuestro programa de baile y música para
transmitir a ustedes un boletín espe-
cial de la Intercontinental Radio News.
A las 7,40, hora de Chicago, el profesor
Farrell, del Observatorio de Mount Jen-
nings, comunica haber observado en el
planeta Marte, y a intervalos regulares,
varias explosiones de gas incandes-
cente. El espectroscopio indica que se
trata de gas hidrógeno y que se mueve
hacia la tierra con velocidad portento-
sa…”
Se ofrecen datos a la audiencia apor-
tados por varios astrónomos, como el
profesor Richard Pierson, del Obser-
vatorio de Princeton, quien confirma
el extraño fenómeno. Mientras que un
periodista le entrevista, recibe un te-
legrama firmado por Lloyd Gray, jefe
de la División Astronómica, informán-
dole que “el sismógrafo ha registrado
un choque de una intensidad casi co-
rrespondiente a la de un terremoto y
que ha tenido lugar dentro de un radio
de treinta kilómetros de Princeton”.
Pierson aclara al periodista que puede
tratarse de un meteorito sin relación
alguna con lo observado en el planeta
rojo. Se devuelve la conexión a los estu-
dios desde donde se informa de la caí-
da de un enorme cuerpo inflamado en
una granja de Grovers Mill, New Jersey.
Envían una unidad móvil al lugar para
narrar el suceso. El asustado reporte-
ro, acompañado por el profesor Pier-
son, describe cómo puede el escena-
rio que tiene ante sus ojos: “Creo que
frente a mí está la… cosa. Está medio
enterrada en un enorme pozo que debe
haber abierto al chocar contra la tierra
con fuerza pavorosa. Lo que puedo ver
del… objeto mismo no se asemeja mu-
cho a un meteorito. Más bien se parece
a un enorme cilindro… Tiene un diáme-
tro de… ¿Qué iba usted a decir, profe-
sor Pierson?”… “Casi treinta metros”,
responde el astrónomo (encarnado por
el propio Welles).
En esos momentos, la policía llega al
lugar y se abre paso entre la multitud
allí agolpada. El periodista interroga
al asombrado dueño de la granja. De
pronto, perciben un zumbido proce-
dente del extraño objeto. El astrónomo
comienza a dudar que se trate de un
meteorito: “No sé qué pensar. Induda-
blemente, la envoltura metálica es, me
atreveré a decir… extraterrestre…, algo
34 FDM La Revista Digital 7www.revistafdm.net
Orson Welles en los estudios de la CBS donde realizaba las dramatizaciones. Arriba a la izquierda, portada del libro de H. G. Wells.
Reportaje FDM
que no se encuentra en la tierra…” En
esos instantes, pasa algo que hiela la
sangre de los presentes…
“¡Un momento! ¡Algo está sucediendo!
Señoras y señores: ¡Esto es terrible! ¡El
extremo de la cosa comienza a mover-
se! ¡La parte superior comienza a dar
vueltas como un tornillo! ¡El objeto
debe estar hueco!”, grita el periodista.
Al caer la tapa del objeto, surge algo así
como dos discos luminosos parecidos
a ojos. Se arrastran con una especie
de tentáculos. Observan los alrededo-
res y de improviso se incorporan, dan-
do muestra de sus enormes tamaños.
“¡Son monstruosos!”, grita el periodis-
ta. El pánico se apodera del gentío. Hay
gente que huye despavorida mientras
van llegando más policías del Estado
a la zona. El periodista se retira de-
trás de unas piedras y sigue narrando
todo el horror que allí se está vivien-
do en esos momentos. Observa cómo
el profesor Pierson y unos policías se
acercan al objeto. Los agentes se ade-
lantan más de la cuenta. En ese preci-
so instante, una de las criaturas lanza
contra ellos un chorro de fuego y mue-
ren instantáneamente. Todo el campo
arde, mientras el monstruo no cesa de
lanzar llamaradas por doquier, hasta
que alcanzan también al periodista. En
esos momentos, se pierde la conexión.
Desde los estudios de la CBS no dan
crédito a lo que está sucediendo. Se-
gún parece, hay decenas de personas
que han muerto carbonizadas. Los
militares entran en acción. Inmediata-
mente se establece la ley marcial… Las
ametralladoras están dispuestas para
atacar en cualquier momento. Siete mil
soldados rodean la zona. Pero lo que
sucede en los siguientes minutos es
inenarrable. Se libra una batalla atroz
entre los monstruos y los soldados. La
derrota del ejército es un hecho: solo
han quedado 120 supervivientes. Uno
de los periodistas transmite a través de
su micrófono lo que ya todos intuyen:
“Esos seres extraños son la vanguardia
de un ejército invasor procedente de
Marte”…
El Secretario del Interior se dirige a los
ciudadanos anunciando la situación de
amenaza que sufre los Estados Unidos,
intentando a su vez que no se pierda
la serenidad: “Quiero hacer resaltar
ante ustedes la necesidad urgente de
conservar la calma y estar listos para
echar manos de todos los recursos que
la acción requiera. Afortunadamente,
este enemigo formidable está aún con-
finado dentro de un área relativamen-
te pequeña, y podemos tener fe en las
fuerzas militares que los mantienen allí
sitiados”… De poco sirven sus palabras
de aliento. La invasión marciana no ha
hecho más que comenzar. Los astró-
nomos siguen registrando nuevas ex-
plosiones en Marte y eso presagia los
peores augurios.
Mientras, las máquinas marcianas se
desplazan hacia diversas poblaciones,
destrozando todo lo que encuentran a
su alrededor: líneas eléctricas, puen-
tes, vías férreas, fábricas, casas… Es
imposible establecer comunicación
telefónica con algunas ciudades. Eso
empeora, más si cabe, la situación.
En Long Island, un grupo de artilleros
toma posición y ataca sin piedad a las
máquinas invasoras. De repente, un
gas negro venenoso se dispersa hacia
el lugar donde se encuentran los milita-
res. Los marcianos, con sus babeantes
bocas en forma de V, optan por dirigir-
se a Nueva York y vuelven a hacer uso
de sus rayos caloríficos, derribando
aviones, destruyendo tanques y matan-
do a cientos de soldados. No hay es-
capatoria. Los coches bloquean todas
las salidas de las grandes ciudades.
Explosiones, fuego y gas venenoso es el
rastro que las máquinas enemigas de-
jan tras de sí. El número de ciudadanos
muertos puede alcanzar cifras incalcu-
lables. Uno de los locutores que se ha
refugiado en el techo de Radiotransmi-
FDM La Revista Digital 357www.revistafdm.net
La paranoia ante una invasión marciana explotada por el cine de ciencia-ficción fue constante durante los 40 y 50 del siglo XX.
‘La invasión desde Marte’, estudio sociológico sobre los efectos del
programa de Orson Welles.
Reportaje FDM
siones de la ciudad de Nueva York se
dirige espantado a la población: “Las
campanas que ustedes oyen advierten
al pueblo que evacue la ciudad, debido
al avance de los marcianos (…) Nues-
tro ejército, liquidado… La artillería,
la fuerza aérea, todo liquidado. Quizá
sea ésta la última radiotransmisión.
Permaneceremos aquí hasta el final…
En la catedral, debajo de nosotros, la
gente se ha reunido…” Desde el cielo
siguen cayendo más cilindros marcia-
nos. Entretanto, cinco enormes máqui-
nas invasoras rodean Nueva York des-
truyendo cualquier cosa que se mueva.
“La gente intenta huir, pero inútilmen-
te. Caen como moscas. Ahora el humo
cruza la Sexta Avenida… La Quinta
Avenida… Está a cien metros… Está
a quince metros…”, es lo último que
acierta a decir el periodista. Luego, el
silencio…
Después de un breve paréntesis de la
CBS para recordar que se estaba emi-
tiendo en directo el radiodrama La Gue-
rra de los Mundos de H. G. Wells, con
Orson Welles como actor principal y su
compañía del Mercury Theatre, prosi-
gue el doctor Pierson (Orson Welles),
que había podido salvarse escondién-
dose en una casa vacía de Grovers Mill.
Desde allí narra extensamente la deso-
ladora situación y teme ser el último
hombre vivo del planeta. El radiodrama
va llegando a su fin… Y una voz amiga
hace su aparición: “Habla Orson Welles,
señoras y señores, que deja su caracte-
rización para asegurar a ustedes que
La Guerra de los Mundos no tiene más
significado que el de una broma de va-
caciones…” Un locutor agrega: “Esta
noche, la Columbia Broadcasting Sys-
tem y sus estaciones afiliadas de una
costa a otra del país han transmitido
a ustedes La Guerra de los Mundos, por
H.G.Wells, la 17ª en esta serie semanal
de radiodramas presentados por Orson
Welles y el Mercury Theatre”. Son las 21
horas. El programa ha concluido.
ESTUDIO SOCIOLÓGICO
El próximo 30 de octubre de 2011 se
cumplirá el 73º aniversario de esta
célebre emisión radiofónica que aún
sigue poniendo los vellos de punta, al
imaginarnos qué pudieron sentir los
oyentes que sintonizaron la CBS sin
saber que estaban emitiendo una dra-
matización llevada a cabo por unos
actores magistrales. A pesar de que
al principio, durante y al final del pro-
grama se anunció que se trataba de
una adaptación radial de la novela de
H.G.Wells –hasta en cuatro ocasiones
durante la hora de duración–, sirvió de
muy poco. Los miedos ya estaban a flor
de piel como para percatarse de esos
avisos tranquilizadores. Los marcianos
no habían invadido la Tierra, pero sí las
frágiles mentes de millones de oyentes.
Muchos rezaron desesperadamente a
Dios, mientras que otros huían a ningu-
na parte. El pánico se había extendido
por completo. Sobra decir que nada de
eso estaba previsto por Orson Welles y
su plantel de actores. No podían sos-
pechar que su radiodrama iba a pro-
vocar esas incontroladas reacciones
públicas. “Creíamos que la gente se
aburriría al escuchar una historia tan
improbable”, confesaría Welles. Todo
el equipo de la CBS estaba realmente
perplejo y, por supuesto, abrumado
ante la magnitud que los aconteci-
mientos habían tomado. La mañana si-
guiente, Welles y los suyos despertaron
con una prensa nacional –incluyendo
The New York Times– dedicando gran-
des titulares a la noticia y criticando,
en algunos casos muy duramente, a los
responsables de la emisión radiofónica.
Muchos oyentes estaban indignados y
muy furiosos. Llovieron demandas a la
CBS. No faltó el psicólogo seguro de sí
mismo afirmando que le parecía ridí-
36 FDM La Revista Digital 7www.revistafdm.net
Los marcianos de Wells en la portada de un antiguo pulp de ciencia-ficción.
culo que la gente se dejara
embaucar tan fácilmente. El
daño ya estaba hecho. Solo
cabía disculparse pública-
mente y fue lo que hizo We-
lles en una rueda de prensa
que organizó ante los me-
dios de comunicación. Era
consciente de que el evento
pasaría a la historia y él se
ganaría una fama que no
había buscado.
El sociólogo Hadley Cantril,
codirector de la Oficina de
Radioinvestigaciones de la
Universidad de Princeton,
escribió un magistral ensa-
yo titulado La Invasión desde
Marte. Estudio de la psicolo-
gía del pánico (1940). En su
libro, describe detalles pre-
cisos de la emisión radiofó-
nica, aportando, y eso es lo
más interesante, un magní-
fico análisis sociológico del
impacto que el popular radiodrama
produjo en la población estadouni-
dense. La psicosis fue tal que algunos
ciudadanos, de los 135 que entrevistó
Cantril y su equipo, juraron haber sido
testigos de algunas espeluznantes es-
cenas descritas en la emisión radiofó-
nica. ¡Increíble!
Era la primera vez que un
pánico colectivo podía ser
estudiado científicamente.
La psicología y la sociolo-
gía tenían ahí un magnífico
caso para su evaluación. Y
Cantril se puso manos a la
obra. “Se calcula que unos
seis millones de personas
oyeron el radiodrama y que,
por lo menos, un millón de
ellas se asustaron o se in-
quietaron. Durante varias
semanas después de la ra-
diotransmisión, los diarios
publicaron relatos de inte-
rés humano donde se des-
cribía la sacudida nerviosa
y el terror de los ciudadanos
locales”, señalaba el soció-
logo en su libro, antes de
exponer algunos testimo-
nios de personas asustadas
que huyeron con lo puesto
a las colinas o se refugia-
ron en los sótanos de las
casas. Una chica declaró
que durante la emisión del
programa estaba histéri-
ca y lloró desconsoladamente junto a
dos amigas suyas: “¿Adónde vamos a
ir? ¿Qué podemos hacer? ¿Acaso no es
lo mismo que nos maten ahora o más
tarde?”, dijo en aquel angustioso mo-
mento. Muchos reconocieron que real-
mente había llegado el fin del mundo.
“El 28% de los radioyentes
indicó haber aceptado la
radiotransmisión como un
informe noticioso. El 70%
de los que creyeron que es-
cuchaban noticias de esta
naturaleza, se asustaron o
fueron perturbados. Esto
significaría que alrededor
de 1.700.000 personas
aceptaron la radiotransmi-
sión como un boletín infor-
mativo y que, más o menos,
1.200.000 fueron perturba-
das”, explica Cantril. Esa
noche hubo un aumento
considerable de llamadas
telefónicas en las áreas me-
tropolitanas atacadas por
los imaginarios marcianos.
La policía constató que sus
centralitas se colapsaron
de llamadas de ciudadanos
asustados solicitando infor-
mación. Sin embargo, se
preguntaba Cantril: “¿Y por qué esta
radiotransmisión asustó a algunos ciu-
dadanos y no a otros?”…
Aunque el relato fue tomando dimen-
siones fantásticas difíciles de creer, se
ha de tener en cuenta que la primera
parte era plausible para ser tomada en
serio, incluso por oyentes
poco crédulos. “Si un estí-
mulo encaja en el área de
interpretación cubierta por
una pauta de apreciación y
no lo contradice, tiene pro-
babilidades de ser creído”,
aclaró el sociólogo. Por otro
lado, la gente confiaba bas-
tante en las noticias facili-
tadas por la radio (mucho
más que en las noticias
aparecidas en la prensa) y,
precisamente, la invasión
marciana se emitió como
un fidedigno boletín de no-
ticias, contando con las
declaraciones de supues-
tos astrónomos, militares,
testigos, etc. “No parecía
que se tratara de una repre-
sentación, debido a la ma-
nera de interrumpir la mú-
sica cuando comenzaron a
transmitir las noticias”, afir-
mó un radioyente. “Creí en
la transmisión, en cuanto oí
al profesor de Princeton y a
los funcionarios de Wash-
ington”, declaró otro. Sin
FDM La Revista Digital 377www.revistafdm.net
El novelista H.G.Wells. Debajo, portada original de la novela ‘La Guerra de los Mundos’.
Reportaje FDM
duda, aumentó la credibilidad la men-
ción de ríos, montañas, aldeas, plazas,
calles y carreteras que resultaban fami-
liares a los oyentes. “Me sentí inclinado
a creer la veracidad de la transmisión
cuando mencionaron nombres como el
de la calle South y la Pulaski Skyway”,
confesó uno de los entrevistados.
De todas formas, las reacciones había
que calibrarlas en función del momen-
to en que los oyentes sintonizaban la
emisora. Y en una encuesta llevada a
cabo por la CBS, el 42% contestó que
había sintonizado tarde. Lógicamente,
estos radioyentes fueron quienes cre-
yeron estar oyendo un comunicado de
noticias real. Solo el 12% de los que
oyeron el programa desde el principio
creyó en la veracidad de lo radiado, ya
que la interrupción les pareció autén-
tica. Aunque algunos tenían la radio
puesta desde horas antes, reconocie-
ron que no prestaron atención a las
primeras advertencias y solo se intere-
saron cuando los locutores alzaron la
voz para informar de las explosiones
en Marte y la caída de los extraños
“meteoritos”. Aún así, no todos los que
sintonizaron tarde, creyeron que la in-
formación ofrecida era real. Una de las
razones es que procuraron comprobar
la noticia, por ejemplo sintonizando
otras emisoras, descubriendo así que
era un programa ficticio. Hubo quienes
el relato lo conocían porque ya habían
leído La Guerra de los Mundos, mientras
que a otros les parecía una simple re-
presentación teatral o una broma de
Halloween, sobre todo aquellas perso-
nas con un sentido más crítico y una
formación superior. “Cuando se men-
cionaron los monstruos marcianos, los
oyentes más instruidos descartaron
toda probabilidad de que el programa
fuera un informe oficioso”, aclara Can-
dril.
Sin embargo, no todos permanecieron
tranquilos… ¿Por qué muchos de esos
radioyentes no se preocuparon de com-
probar fehacientemente la noticia? Se-
gún Candril, “más de la mitad de los
componentes de este grupo estaban
tan asustados que, o bien dejaron de
escuchar, corriendo de aquí para allá
frenéticos, o quedaron inmóviles, pa-
ralizados de terror”. La mayoría, es-
peraron resignados a morir, llorando
y abrazados a sus seres queridos. “Me
abracé a mi niño, me senté y lloré. Creí
que estábamos perdidos”, dijo una ma-
dre aterrada. Hubo bastantes oyentes
susceptibles a la sugestión. El pánico
era inevitable. “La invasión de los mar-
cianos representaba una amenaza di-
recta a la vida, a la vida de otros seres
amados, así como a todos los valores
queridos. La situación era, pues, un
asunto muy serio. El fracaso se mani-
festó cuando ningún esfuerzo dirigido
parecía posible (…) El comportamiento
de pánico fue debido a la completa in-
capacidad del individuo para aliviar o
controlar las consecuencias de la inva-
sión”, concluye Candril en su exhausti-
vo estudio.
EL TEMOR QUE NOS ACECHA
Desde que se radió el serial de La Gue-
rra de los Mundos, ha quedado latente
el pavor de un determinado núcleo po-
blacional ante una eventual llegada a la
Tierra de naves procedentes de otros
mundos. Hay quien asegura que la idea
de una psicosis colectiva ha servido de
excusa a ciertos gobiernos para ocul-
tar información OVNI. Incluso hay cien-
tíficos que se oponen radicalmente al
conocido Proyecto SETI –cuyo objetivo
es localizar señales de posibles civiliza-
ciones extraterrestres–, ya que no sa-
bemos si nuestras ondas radioeléctri-
cas que rastrean el cosmos pueden ser
interceptadas por una raza alienígena
con intenciones hostiles. “Desarrollo
tecnológico no implica desarrollo mo-
ral”, advierte Richard Parlour. Mientras
que el astrofísico Stephen Hawking nos
advierte del peligro que supondría con-
tactar con una civilización alienígena:
“Si los extraterrestres nos llegan a visi-
tar, creo que el resultado sería muy pa-
recido a como cuando Cristóbal Colón
llegó a América, lo que no terminó muy
bien para los indígenas”.
El miedo a lo desconocido, el miedo a
una invasión enemiga, el miedo a per-
der nuestra libertad o a que nuestra
vida nos sea arrebatada… Terrores atá-
vicos que subyacen en lo más profundo
de nuestra psique. Miramos al cielo
buscando una mano fraternal, fuerzas
sobrenaturales que nos guíen en esta
barca azul que navega sin rumbo fijo
por infinitos océanos cósmicos, pero a
veces, ese oscuro y palpitante cielo es-
trellado, que tan insignificantes nos
hace sentir, nos provoca incertidum-
bre, recelo, vértigo… ¿Quién puede es-
tar ahí fuera vigilándonos? ¿Estamos
solos o existen criaturas sedientas de
conquistar mundos habitados por se-
res indefensos como nosotros? Mejor
será que nunca lo averigüemos… FDM
38 FDM La Revista Digital 7www.revistafdm.net
Arriba, cartel de la versión cinematográfica de la película ‘La Guerra
de los Mundos’ 1953. Y a la izquierda, disco en vinilo de la grabación
de la dramatización efectuada por Orson Welles y su grupo de teatro
Mercury Theatre.
FDM La Revista Digital 397www.revistafdm.net
M
arte es un
planeta que
siempre hemos
observado con
gran curiosidad,
pero a la vez con cierta descon-
fianza. Su proximidad a laTierra, su
intenso color rojo, su asociación al
dios romano de la guerra y la su-
gerente posibilidad planteada por
los pioneros de la ufología de que
los OVNIs podían estar tripulados
por marcianos -hipótesis que du-
rante un tiempo se vio confirmada
por el incremento de avistamien-
tos durante los momentos de
oposición entre Marte y laTierra
(el llamado “ciclo bienal marcia-
no”)-, crearon el clima perfecto
para mantenernos alertados ante
cualquier noticia que tuviera como
protagonista nuestro planeta veci-
no. Pero, sin duda, lo que primera-
mente dotó de misterio a Marte
fue el hallazgo en 1877 de unos
supuestos ‘canales’ que recorrían
toda su superficie. Su descubridor
fue el astrónomo italiano Giovanni
Schiaparelli. Los astrónomos Ca-
mille Flammarion y Percival Lowell
también aseguraron haberlos ob-
servado. Les atribuyeron un origen
artificial: un complejo sistema de
riego construido por una avanzada
civilización marciana.Al final, todo
se debió a una gran ilusión óptica.
Pero en la imaginación popular
quedó la idea de un Marte habita-
do. Dos décadas después
del “hallazgo” de Schiapa-
relli, el escritor británico
H.G.Wells (1866-1946)
daría rienda suelta a su
valiosa imaginación y
destreza narrativa para
crear una de las mejores
novelas de ciencia-ficción
de todos los tiempos: La
Guerra de los Mundos…
Es normal que la sen-
sación de temor hacia
una invasión marciana
provocada por la adapta-
ción radiofónica de dicha
novela aflorase una dé-
cada más tarde, en 1947,
cuando comenzaron las
oleadas de “platillos vo-
lantes” por todo EE.UU.
La población estaba muy sensibili-
zada hacia una posible invasión ex-
tranjera. Recordemos que se vivía
un período de tensa Guerra Fría
y de paranoia colectiva ante una
eventual amenaza comunista. Se
entiende, pues, que esos miedos
xenófobos -siempre tan latentes
en el pueblo norteamericano- se
proyectasen hacia el planeta rojo,
so-
bre
todo,
cuando
-quizá con una
intencionalidad muy
bien estudiada- el Mayor de la
USAF Donald E. Keyhoe, declaró
públicamente que los enigmáticos
objetos que cruzaban los cielos
podían venir de Marte. El cine,
como potenciador de los mitos
colectivos, enseguida se hizo eco
de esa posibilidad y explotó hasta
la saciedad la imagen del marciano
invasor a través de películas de
serie B convertidas hoy en culto,
como por ejemplo,“Red Planet
Mars” (1952),“Invasores de
Marte” (1953) o “La Guerra de
los Mundos” (1953), extraordina-
ria versión cinematográfica de la
novela de Wells. La industria de
Hollywood jamás se ha rendido a
ese tipo de películas de ciencia-
ficción con los subversivos marcia-
nos como protagonistas, y en los
últimos años ha seguido sacando
partido al asunto con filmes como
“Misión a Marte” (2000),“Planeta
Rojo” (2000),“Fantasmas de
Marte” (2001), la irónica “Mars
Attacks!” (1996) o el convincente
re-
make
de “La
Guerra
de los Mundos”
(2005), protagonizado por el
carismáticoTom Cruise.
Mientras, los científicos siguen
estudiando las posibilidades de
vida microorgánica tanto en el
pasado como en el presente de
Marte, sobre todo tras confirmar-
se la presencia de agua bajo su
superficie. Las exploraciones que
se han llevado a cabo en la última
década, enviando continuamente
sondas no tripuladas para estudiar
el clima y la geología marciana, han
arrojado un caudal de informa-
ción exobiológica impresionante,
demostrando que Marte es uno
de los cuerpos celestes más
fascinantes del Sistema Solar. El
gran reto pendiente es poner a un
hombre en su superficie. No hay
fecha segura, pero posiblemente
dentro de dos o tres décadas ese
sueño se haga realidad. No hay
duda de que Marte, orbitando
constantemente entre el mito y
la ciencia, seguirá deparándonos
muchas sorpresas en los próximos
años.
El enigmático Marte
El mayor Donald E. Keyhoe, el primero en atribuir un origen
marciano a los OVNIs. Debajo, foto del suelo marciano tomada por
la sonda Viking en los años 70, y junto a ésta, los dibujos de los
canales de Marte realizados por Schiaparelli.
Reportaje FDM
D
esde la célebre emisión
radial de La Guerra de los
Mundos por la CBS, otras
emisoras radiofónicas han
querido emular lo ocurri-
do aquella inolvidable noche del 30 de
octubre de 1938, pero sin conseguir el
grado de pánico que en aquel entonces
se alcanzó entre los oyentes norteame-
ricanos. Era la primera vez que la radio
se prestaba a realizar una dramatiza-
ción de esa naturaleza y es normal que
pillase desprevenida a buena parte de
la audiencia. Hoy sería impensable que
la población reaccionase igual que hace
setenta años, aunque seguramente
más de uno se llevaría un buen susto.
De hecho, una de las campañas televi-
sivas para anunciar el estreno del film
“Independence Day” (1996) -que tam-
bién tenía como protagonistas a unos
despiadados invasores alienígenas-,
jugó precisamente a dar la información
a modo de docudrama, como si estu-
viese ocurriendo en realidad, y algunos
televidentes picaron. De hecho, yo mis-
mo recibí llamadas de algunos conoci-
dos extrañados por la noticia, pudién-
doles tranquilizar al aclararles que se
trataba del anuncio de una película de
ciencia-ficción.
Hay constancia de que una década más
tarde de la emisión de la CBS, concre-
tamente a las 21 horas del 12 de fe-
brero de 1949, Radio Quito, emisora de
la capital ecuatoriana, repitió el evento,
anunciando la destrucción de varias
ciudades a manos de los marcianos. La
reacción de los oyentes más que de pá-
nico fue de rabia, tras enterarse de que
todo obedecía a una broma. Una enfu-
recida turba llegó a quemar el local de
la emisora, así como las instalaciones
de los periódicos El Comercio y Últimas
Noticias, ya que estaban en el mismo
edificio, saldándose la acción con varios
muertos. Así resume el periodista José
Villamarín el suceso: “Junto a los gritos
volaban piedras contra los
ventanales. Se forzaron las
puertas de hierro y ahí, en
medio de tanto papel del
diario, un fósforo inició el
incendio. Los ‘invasores’
eran invadidos por una
muchedumbre que se sin-
tió mofada, engañada (…)
El saldo final: incendio de
tres medios de comunica-
ción, seis personas muer-
tas, decenas de heridos
y un pueblo que se sintió
burlado”.
En España, varias emi-
soras de radio quisieron
homenajear a Orson We-
lles al cumplirse el 50º
aniversario de su inolvidable programa.
La Cadena SER, por ejemplo, realizó su
particular recreación dramática en la
noche del 30 de octubre de 1988. La
iniciativa partió del Departamento de
Comunicación Audiovisual de la Univer-
sidad Autónoma de Barcelona (UAB), la
Fundació Caixa de Pensions y la propia
Cadena SER. No pretendían hacer una
adaptación a los tiempos modernos,
sino ser fiel al radiodrama de 1938,
por lo que la mayoría de los oyentes,
salvo algún que otro despistado, se to-
maron el programa como lo que era:
una simple ficción. Al frente del mismo,
que comenzó a emitirse a las diez de
la noche, estuvo el veterano periodista
radiofónico José Manuel Soriano, que
contó con seis actores, entre ellos el
popular Constantino Romero (quien dio
40 FDM La Revista Digital 7www.revistafdm.net
Otras
Guerras de los Mundos
Moisés Garrido
El cartel de la película “Independece Day”,
para cuya promoción se realizaron emisiones
de supuestas invasiones alienígenas que
provocaron alguna que otra alarma entre la
población estadounidense.
A la derecha, una foto del incendio de las
instalaciones de Radio Quito y el periódico ‘El
Comercio’, que provocaron varios muertos.
El fuego se originó debido a los disturbios
provocados por personas indignadas con la
emisión de “La Guerra de los Mundos” por
parte de la emisora ecuatoriana.
voz a Welles y a otros personajes). La
música corrió a cargo de Josep Pons,
que dirigió la Orquesta de Cámara del
Teatre Lliure, mientras que los efectos
especiales estuvieron en manos de Luis
Castro, Premio Nacional de Cinemato-
grafía en 1987 en la categoría de efec-
tos especiales.
Pero la CBS volvería a probar suerte en
1994, justo al cumplirse el 56º aniver-
sario de la emisión de Welles, aunque
esta vez utilizó su canal de televisión y
no el de radio. El programa comenzó
como si fuese un boletín informativo,
y además estando al frente del mismo
Sander Vanocur, periodista habitual de
los noticieros. Así se conseguía mayor
credibilidad a la noticia, que no era otra
que la caída masiva de enormes ‘me-
teoritos’ sobre Estados Unidos, Europa
y China, quedando prácticamente des-
truidos los puntos de impactos y con
un balance de millares de muertos. En
todo momento, el cartel indicador de
que el programa era en directo daba
mayor dramatismo a la situación, has-
ta que en un momento dado se perdía
la transmisión y el te-
lespectador se queda-
ba ante una pantalla
en negro, que presa-
giaba la destrucción
de la CBS. Hubo mu-
chísimas llamadas
telefónicas al progra-
ma. Sus responsables
pidieron disculpas
públicas: “Hemos re-
cibido muchas llamadas de personas
preocupadas, trastornadas, algunas
de ellas llorando. A todos los que han
llamado queremos pedirles perdón por
el mal rato que han pasado”. A pesar
de ello, ni de lejos se alcanzó el grado
de dramatismo adquirido en la primera
ocasión. Quizá, una de las razones fue
que unos días antes, el 11 de octubre,
el presidente Roosevelt anunció intensi-
ficar el rearme militar ante el desarrollo
de la crisis europea…
De nuevo, el 30 de octubre de 1998
-60º aniversario-, una emisora local de
México, XEART, localizada en el Estado
de Monelos, emitió una versión produ-
cida por el divulgador científico Andrés
Martínez Rojas. En esta ocasión, una
nave alienígena se estrella, es rodeada
por campesinos del lugar que intentan
abrirla, pero al instante explota, sur-
giendo del interior un extraño alieníge-
na invasor. También ese mismo día, una
emisora portuguesa transmitía a través
de las ondas una trama parecida. En
ambos casos, no hubo reacciones rese-
ñables, aunque sí las consabidas llama-
das telefónicas para recibir aclaración
de lo sucedido.
Al conmemorarse el 70º aniversario de
aquel histórico acontecimiento -y ade-
más coincidiendo con el Día de la Radio
en España-, la Academia Española de
la Radio presentó el 30 de octubre de
2008 una versión teatral del programa
radiofónico de Orson Welles. En el even-
to participaron Radio Nacional de Es-
paña, Cadena Ser, Cadena COPE, Onda
Cero, Onda Rambla, Punto Radio, Onda
Madrid y Radio Intereconomía.
Por cierto, también Dimensión Límite
le rindió un divertido y particular home-
naje en la 2ª hora del programa 28.
Para escucharlo: http://www.ivoox.
com/dl-28-folclore-leyenda-tradicion-
del-dia-audios-mp3_rf_409224_1.html.
FDM
FDM La Revista Digital 417www.revistafdm.net
Locutores y actores de diversas radios españolas durante los ensayos de “La Guerra de los Mundos”, que se emitió con motivo del 70 Aniversario de la
emisión de Orson Welles, el 30 de octubre de 2008. Todavía puede encontrarse en Internet la grabación de este especial. (Fotos: RNE)
Una imagen del docudrama (después
distribuido como película) de la CBS
‘Without Warning’, basada en ‘La
Guerra de los Mundos’.

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LA NOCHE QUE LOS MARCIANOS INVADIERON LA TIERRA (Moisés Garrido, FDM, jul-ago'11)

  • 2. Nueva York, 30 de octubre de 1938. Un joven de 23 años se apresu- ra a cruzar la calle en dirección a los estudios de la C.B.S. (Colum- bia Broadcasting System). No puede imaginar que esa víspera de Halloween su programa hará historia, permaneciendo por siempre en el recuerdo a causa del profundo pánico que despertará en mi- llones de radioyentes norteamericanos, en plena época de inestabi- lidad política y económica. Su nombre: Orson Welles. Le aguarda el grupo de actores del Mercury Theatre, que colaborará en la emisión de la adaptación radiofónica de La Guerra de los Mundos, célebre novela de Herbert George Wells que trata sobre una terrible inva- sión sufrida por la Tierra a manos de agresivas criaturas marcianas. Moisés Garrido S on las 20 horas. El programa tiene una hora de duración. Nuestro protagonista se co- loca frente al micrófono, des- pliega los papeles sobre la mesa y se prepara para iniciar la radio- transmisión dramatizada ante su nutrida audiencia. Es su radiodrama semanal número diecisiete. Está plenamente tran- quilo. Sin embargo, no puede prever lo que está a punto de suceder… Un locutor comienza la presentación: “La Columbia Broadcasting System y sus estaciones afiliadas presentan a Orson Welles y al Mercury Theatre en La Guerra de los Mundos, por H.G.Wells”… Unos segun- dos de música y enseguida toma la pala- bra Orson Welles: “Sabemos ahora que en los primeros años del siglo XX, seres más inteligentes que el hombre, y sin embargo mortales, vigilaban atentamente a nuestro plane- ta. Sabemos asimismo que mientras los hombres se dedicaban a sus quehaceres, otros hombres los examinaban y estudia- ban con toda exactitud y minuciosidad, lo mismo que el hombre, valiéndose del microscopio, examina a las criaturas que pululan y se multiplican en una gota de agua. Alegre y confiada, la gente de este mundo, iba de aquí para allá, ocupada en sus asuntos, serena y segura de su dominio sobre este pequeño fragmento giratorio, sobre esta partícula solar que, por casualidad o designio, el hombre ha heredado en el oscuro misterio del tiem- po y del espacio. Empero, a través del in- menso golfo etéreo, mentes que respecto a la nuestra son como ésta respecto a la de las bestias de la selva, vastos intelec- tos fríos y exentos de simpatía miraban a nuestra tierra con ojos envidiosos, y lenta, pero seguramente, trazaban sus planes contra nosotros…” Uno de los locutores ofrece en esos mo- mentos algunos partes meteorológicos e invita a los oyentes a que escuchen un tema musical de Ramón Raquello y su orquesta, desde el hotel Park Plaza de Nueva-York. No obstante, nada más co- menzar los acordes, otro locutor inte- rrumpe bruscamente la emisión: “Señoras y señores: Interrumpimos nuestro programa de baile y música para
  • 3. transmitir a ustedes un boletín espe- cial de la Intercontinental Radio News. A las 7,40, hora de Chicago, el profesor Farrell, del Observatorio de Mount Jen- nings, comunica haber observado en el planeta Marte, y a intervalos regulares, varias explosiones de gas incandes- cente. El espectroscopio indica que se trata de gas hidrógeno y que se mueve hacia la tierra con velocidad portento- sa…” Se ofrecen datos a la audiencia apor- tados por varios astrónomos, como el profesor Richard Pierson, del Obser- vatorio de Princeton, quien confirma el extraño fenómeno. Mientras que un periodista le entrevista, recibe un te- legrama firmado por Lloyd Gray, jefe de la División Astronómica, informán- dole que “el sismógrafo ha registrado un choque de una intensidad casi co- rrespondiente a la de un terremoto y que ha tenido lugar dentro de un radio de treinta kilómetros de Princeton”. Pierson aclara al periodista que puede tratarse de un meteorito sin relación alguna con lo observado en el planeta rojo. Se devuelve la conexión a los estu- dios desde donde se informa de la caí- da de un enorme cuerpo inflamado en una granja de Grovers Mill, New Jersey. Envían una unidad móvil al lugar para narrar el suceso. El asustado reporte- ro, acompañado por el profesor Pier- son, describe cómo puede el escena- rio que tiene ante sus ojos: “Creo que frente a mí está la… cosa. Está medio enterrada en un enorme pozo que debe haber abierto al chocar contra la tierra con fuerza pavorosa. Lo que puedo ver del… objeto mismo no se asemeja mu- cho a un meteorito. Más bien se parece a un enorme cilindro… Tiene un diáme- tro de… ¿Qué iba usted a decir, profe- sor Pierson?”… “Casi treinta metros”, responde el astrónomo (encarnado por el propio Welles). En esos momentos, la policía llega al lugar y se abre paso entre la multitud allí agolpada. El periodista interroga al asombrado dueño de la granja. De pronto, perciben un zumbido proce- dente del extraño objeto. El astrónomo comienza a dudar que se trate de un meteorito: “No sé qué pensar. Induda- blemente, la envoltura metálica es, me atreveré a decir… extraterrestre…, algo 34 FDM La Revista Digital 7www.revistafdm.net Orson Welles en los estudios de la CBS donde realizaba las dramatizaciones. Arriba a la izquierda, portada del libro de H. G. Wells. Reportaje FDM
  • 4. que no se encuentra en la tierra…” En esos instantes, pasa algo que hiela la sangre de los presentes… “¡Un momento! ¡Algo está sucediendo! Señoras y señores: ¡Esto es terrible! ¡El extremo de la cosa comienza a mover- se! ¡La parte superior comienza a dar vueltas como un tornillo! ¡El objeto debe estar hueco!”, grita el periodista. Al caer la tapa del objeto, surge algo así como dos discos luminosos parecidos a ojos. Se arrastran con una especie de tentáculos. Observan los alrededo- res y de improviso se incorporan, dan- do muestra de sus enormes tamaños. “¡Son monstruosos!”, grita el periodis- ta. El pánico se apodera del gentío. Hay gente que huye despavorida mientras van llegando más policías del Estado a la zona. El periodista se retira de- trás de unas piedras y sigue narrando todo el horror que allí se está vivien- do en esos momentos. Observa cómo el profesor Pierson y unos policías se acercan al objeto. Los agentes se ade- lantan más de la cuenta. En ese preci- so instante, una de las criaturas lanza contra ellos un chorro de fuego y mue- ren instantáneamente. Todo el campo arde, mientras el monstruo no cesa de lanzar llamaradas por doquier, hasta que alcanzan también al periodista. En esos momentos, se pierde la conexión. Desde los estudios de la CBS no dan crédito a lo que está sucediendo. Se- gún parece, hay decenas de personas que han muerto carbonizadas. Los militares entran en acción. Inmediata- mente se establece la ley marcial… Las ametralladoras están dispuestas para atacar en cualquier momento. Siete mil soldados rodean la zona. Pero lo que sucede en los siguientes minutos es inenarrable. Se libra una batalla atroz entre los monstruos y los soldados. La derrota del ejército es un hecho: solo han quedado 120 supervivientes. Uno de los periodistas transmite a través de su micrófono lo que ya todos intuyen: “Esos seres extraños son la vanguardia de un ejército invasor procedente de Marte”… El Secretario del Interior se dirige a los ciudadanos anunciando la situación de amenaza que sufre los Estados Unidos, intentando a su vez que no se pierda la serenidad: “Quiero hacer resaltar ante ustedes la necesidad urgente de conservar la calma y estar listos para echar manos de todos los recursos que la acción requiera. Afortunadamente, este enemigo formidable está aún con- finado dentro de un área relativamen- te pequeña, y podemos tener fe en las fuerzas militares que los mantienen allí sitiados”… De poco sirven sus palabras de aliento. La invasión marciana no ha hecho más que comenzar. Los astró- nomos siguen registrando nuevas ex- plosiones en Marte y eso presagia los peores augurios. Mientras, las máquinas marcianas se desplazan hacia diversas poblaciones, destrozando todo lo que encuentran a su alrededor: líneas eléctricas, puen- tes, vías férreas, fábricas, casas… Es imposible establecer comunicación telefónica con algunas ciudades. Eso empeora, más si cabe, la situación. En Long Island, un grupo de artilleros toma posición y ataca sin piedad a las máquinas invasoras. De repente, un gas negro venenoso se dispersa hacia el lugar donde se encuentran los milita- res. Los marcianos, con sus babeantes bocas en forma de V, optan por dirigir- se a Nueva York y vuelven a hacer uso de sus rayos caloríficos, derribando aviones, destruyendo tanques y matan- do a cientos de soldados. No hay es- capatoria. Los coches bloquean todas las salidas de las grandes ciudades. Explosiones, fuego y gas venenoso es el rastro que las máquinas enemigas de- jan tras de sí. El número de ciudadanos muertos puede alcanzar cifras incalcu- lables. Uno de los locutores que se ha refugiado en el techo de Radiotransmi- FDM La Revista Digital 357www.revistafdm.net La paranoia ante una invasión marciana explotada por el cine de ciencia-ficción fue constante durante los 40 y 50 del siglo XX. ‘La invasión desde Marte’, estudio sociológico sobre los efectos del programa de Orson Welles.
  • 5. Reportaje FDM siones de la ciudad de Nueva York se dirige espantado a la población: “Las campanas que ustedes oyen advierten al pueblo que evacue la ciudad, debido al avance de los marcianos (…) Nues- tro ejército, liquidado… La artillería, la fuerza aérea, todo liquidado. Quizá sea ésta la última radiotransmisión. Permaneceremos aquí hasta el final… En la catedral, debajo de nosotros, la gente se ha reunido…” Desde el cielo siguen cayendo más cilindros marcia- nos. Entretanto, cinco enormes máqui- nas invasoras rodean Nueva York des- truyendo cualquier cosa que se mueva. “La gente intenta huir, pero inútilmen- te. Caen como moscas. Ahora el humo cruza la Sexta Avenida… La Quinta Avenida… Está a cien metros… Está a quince metros…”, es lo último que acierta a decir el periodista. Luego, el silencio… Después de un breve paréntesis de la CBS para recordar que se estaba emi- tiendo en directo el radiodrama La Gue- rra de los Mundos de H. G. Wells, con Orson Welles como actor principal y su compañía del Mercury Theatre, prosi- gue el doctor Pierson (Orson Welles), que había podido salvarse escondién- dose en una casa vacía de Grovers Mill. Desde allí narra extensamente la deso- ladora situación y teme ser el último hombre vivo del planeta. El radiodrama va llegando a su fin… Y una voz amiga hace su aparición: “Habla Orson Welles, señoras y señores, que deja su caracte- rización para asegurar a ustedes que La Guerra de los Mundos no tiene más significado que el de una broma de va- caciones…” Un locutor agrega: “Esta noche, la Columbia Broadcasting Sys- tem y sus estaciones afiliadas de una costa a otra del país han transmitido a ustedes La Guerra de los Mundos, por H.G.Wells, la 17ª en esta serie semanal de radiodramas presentados por Orson Welles y el Mercury Theatre”. Son las 21 horas. El programa ha concluido. ESTUDIO SOCIOLÓGICO El próximo 30 de octubre de 2011 se cumplirá el 73º aniversario de esta célebre emisión radiofónica que aún sigue poniendo los vellos de punta, al imaginarnos qué pudieron sentir los oyentes que sintonizaron la CBS sin saber que estaban emitiendo una dra- matización llevada a cabo por unos actores magistrales. A pesar de que al principio, durante y al final del pro- grama se anunció que se trataba de una adaptación radial de la novela de H.G.Wells –hasta en cuatro ocasiones durante la hora de duración–, sirvió de muy poco. Los miedos ya estaban a flor de piel como para percatarse de esos avisos tranquilizadores. Los marcianos no habían invadido la Tierra, pero sí las frágiles mentes de millones de oyentes. Muchos rezaron desesperadamente a Dios, mientras que otros huían a ningu- na parte. El pánico se había extendido por completo. Sobra decir que nada de eso estaba previsto por Orson Welles y su plantel de actores. No podían sos- pechar que su radiodrama iba a pro- vocar esas incontroladas reacciones públicas. “Creíamos que la gente se aburriría al escuchar una historia tan improbable”, confesaría Welles. Todo el equipo de la CBS estaba realmente perplejo y, por supuesto, abrumado ante la magnitud que los aconteci- mientos habían tomado. La mañana si- guiente, Welles y los suyos despertaron con una prensa nacional –incluyendo The New York Times– dedicando gran- des titulares a la noticia y criticando, en algunos casos muy duramente, a los responsables de la emisión radiofónica. Muchos oyentes estaban indignados y muy furiosos. Llovieron demandas a la CBS. No faltó el psicólogo seguro de sí mismo afirmando que le parecía ridí- 36 FDM La Revista Digital 7www.revistafdm.net Los marcianos de Wells en la portada de un antiguo pulp de ciencia-ficción.
  • 6. culo que la gente se dejara embaucar tan fácilmente. El daño ya estaba hecho. Solo cabía disculparse pública- mente y fue lo que hizo We- lles en una rueda de prensa que organizó ante los me- dios de comunicación. Era consciente de que el evento pasaría a la historia y él se ganaría una fama que no había buscado. El sociólogo Hadley Cantril, codirector de la Oficina de Radioinvestigaciones de la Universidad de Princeton, escribió un magistral ensa- yo titulado La Invasión desde Marte. Estudio de la psicolo- gía del pánico (1940). En su libro, describe detalles pre- cisos de la emisión radiofó- nica, aportando, y eso es lo más interesante, un magní- fico análisis sociológico del impacto que el popular radiodrama produjo en la población estadouni- dense. La psicosis fue tal que algunos ciudadanos, de los 135 que entrevistó Cantril y su equipo, juraron haber sido testigos de algunas espeluznantes es- cenas descritas en la emisión radiofó- nica. ¡Increíble! Era la primera vez que un pánico colectivo podía ser estudiado científicamente. La psicología y la sociolo- gía tenían ahí un magnífico caso para su evaluación. Y Cantril se puso manos a la obra. “Se calcula que unos seis millones de personas oyeron el radiodrama y que, por lo menos, un millón de ellas se asustaron o se in- quietaron. Durante varias semanas después de la ra- diotransmisión, los diarios publicaron relatos de inte- rés humano donde se des- cribía la sacudida nerviosa y el terror de los ciudadanos locales”, señalaba el soció- logo en su libro, antes de exponer algunos testimo- nios de personas asustadas que huyeron con lo puesto a las colinas o se refugia- ron en los sótanos de las casas. Una chica declaró que durante la emisión del programa estaba histéri- ca y lloró desconsoladamente junto a dos amigas suyas: “¿Adónde vamos a ir? ¿Qué podemos hacer? ¿Acaso no es lo mismo que nos maten ahora o más tarde?”, dijo en aquel angustioso mo- mento. Muchos reconocieron que real- mente había llegado el fin del mundo. “El 28% de los radioyentes indicó haber aceptado la radiotransmisión como un informe noticioso. El 70% de los que creyeron que es- cuchaban noticias de esta naturaleza, se asustaron o fueron perturbados. Esto significaría que alrededor de 1.700.000 personas aceptaron la radiotransmi- sión como un boletín infor- mativo y que, más o menos, 1.200.000 fueron perturba- das”, explica Cantril. Esa noche hubo un aumento considerable de llamadas telefónicas en las áreas me- tropolitanas atacadas por los imaginarios marcianos. La policía constató que sus centralitas se colapsaron de llamadas de ciudadanos asustados solicitando infor- mación. Sin embargo, se preguntaba Cantril: “¿Y por qué esta radiotransmisión asustó a algunos ciu- dadanos y no a otros?”… Aunque el relato fue tomando dimen- siones fantásticas difíciles de creer, se ha de tener en cuenta que la primera parte era plausible para ser tomada en serio, incluso por oyentes poco crédulos. “Si un estí- mulo encaja en el área de interpretación cubierta por una pauta de apreciación y no lo contradice, tiene pro- babilidades de ser creído”, aclaró el sociólogo. Por otro lado, la gente confiaba bas- tante en las noticias facili- tadas por la radio (mucho más que en las noticias aparecidas en la prensa) y, precisamente, la invasión marciana se emitió como un fidedigno boletín de no- ticias, contando con las declaraciones de supues- tos astrónomos, militares, testigos, etc. “No parecía que se tratara de una repre- sentación, debido a la ma- nera de interrumpir la mú- sica cuando comenzaron a transmitir las noticias”, afir- mó un radioyente. “Creí en la transmisión, en cuanto oí al profesor de Princeton y a los funcionarios de Wash- ington”, declaró otro. Sin FDM La Revista Digital 377www.revistafdm.net El novelista H.G.Wells. Debajo, portada original de la novela ‘La Guerra de los Mundos’.
  • 7. Reportaje FDM duda, aumentó la credibilidad la men- ción de ríos, montañas, aldeas, plazas, calles y carreteras que resultaban fami- liares a los oyentes. “Me sentí inclinado a creer la veracidad de la transmisión cuando mencionaron nombres como el de la calle South y la Pulaski Skyway”, confesó uno de los entrevistados. De todas formas, las reacciones había que calibrarlas en función del momen- to en que los oyentes sintonizaban la emisora. Y en una encuesta llevada a cabo por la CBS, el 42% contestó que había sintonizado tarde. Lógicamente, estos radioyentes fueron quienes cre- yeron estar oyendo un comunicado de noticias real. Solo el 12% de los que oyeron el programa desde el principio creyó en la veracidad de lo radiado, ya que la interrupción les pareció autén- tica. Aunque algunos tenían la radio puesta desde horas antes, reconocie- ron que no prestaron atención a las primeras advertencias y solo se intere- saron cuando los locutores alzaron la voz para informar de las explosiones en Marte y la caída de los extraños “meteoritos”. Aún así, no todos los que sintonizaron tarde, creyeron que la in- formación ofrecida era real. Una de las razones es que procuraron comprobar la noticia, por ejemplo sintonizando otras emisoras, descubriendo así que era un programa ficticio. Hubo quienes el relato lo conocían porque ya habían leído La Guerra de los Mundos, mientras que a otros les parecía una simple re- presentación teatral o una broma de Halloween, sobre todo aquellas perso- nas con un sentido más crítico y una formación superior. “Cuando se men- cionaron los monstruos marcianos, los oyentes más instruidos descartaron toda probabilidad de que el programa fuera un informe oficioso”, aclara Can- dril. Sin embargo, no todos permanecieron tranquilos… ¿Por qué muchos de esos radioyentes no se preocuparon de com- probar fehacientemente la noticia? Se- gún Candril, “más de la mitad de los componentes de este grupo estaban tan asustados que, o bien dejaron de escuchar, corriendo de aquí para allá frenéticos, o quedaron inmóviles, pa- ralizados de terror”. La mayoría, es- peraron resignados a morir, llorando y abrazados a sus seres queridos. “Me abracé a mi niño, me senté y lloré. Creí que estábamos perdidos”, dijo una ma- dre aterrada. Hubo bastantes oyentes susceptibles a la sugestión. El pánico era inevitable. “La invasión de los mar- cianos representaba una amenaza di- recta a la vida, a la vida de otros seres amados, así como a todos los valores queridos. La situación era, pues, un asunto muy serio. El fracaso se mani- festó cuando ningún esfuerzo dirigido parecía posible (…) El comportamiento de pánico fue debido a la completa in- capacidad del individuo para aliviar o controlar las consecuencias de la inva- sión”, concluye Candril en su exhausti- vo estudio. EL TEMOR QUE NOS ACECHA Desde que se radió el serial de La Gue- rra de los Mundos, ha quedado latente el pavor de un determinado núcleo po- blacional ante una eventual llegada a la Tierra de naves procedentes de otros mundos. Hay quien asegura que la idea de una psicosis colectiva ha servido de excusa a ciertos gobiernos para ocul- tar información OVNI. Incluso hay cien- tíficos que se oponen radicalmente al conocido Proyecto SETI –cuyo objetivo es localizar señales de posibles civiliza- ciones extraterrestres–, ya que no sa- bemos si nuestras ondas radioeléctri- cas que rastrean el cosmos pueden ser interceptadas por una raza alienígena con intenciones hostiles. “Desarrollo tecnológico no implica desarrollo mo- ral”, advierte Richard Parlour. Mientras que el astrofísico Stephen Hawking nos advierte del peligro que supondría con- tactar con una civilización alienígena: “Si los extraterrestres nos llegan a visi- tar, creo que el resultado sería muy pa- recido a como cuando Cristóbal Colón llegó a América, lo que no terminó muy bien para los indígenas”. El miedo a lo desconocido, el miedo a una invasión enemiga, el miedo a per- der nuestra libertad o a que nuestra vida nos sea arrebatada… Terrores atá- vicos que subyacen en lo más profundo de nuestra psique. Miramos al cielo buscando una mano fraternal, fuerzas sobrenaturales que nos guíen en esta barca azul que navega sin rumbo fijo por infinitos océanos cósmicos, pero a veces, ese oscuro y palpitante cielo es- trellado, que tan insignificantes nos hace sentir, nos provoca incertidum- bre, recelo, vértigo… ¿Quién puede es- tar ahí fuera vigilándonos? ¿Estamos solos o existen criaturas sedientas de conquistar mundos habitados por se- res indefensos como nosotros? Mejor será que nunca lo averigüemos… FDM 38 FDM La Revista Digital 7www.revistafdm.net Arriba, cartel de la versión cinematográfica de la película ‘La Guerra de los Mundos’ 1953. Y a la izquierda, disco en vinilo de la grabación de la dramatización efectuada por Orson Welles y su grupo de teatro Mercury Theatre.
  • 8. FDM La Revista Digital 397www.revistafdm.net M arte es un planeta que siempre hemos observado con gran curiosidad, pero a la vez con cierta descon- fianza. Su proximidad a laTierra, su intenso color rojo, su asociación al dios romano de la guerra y la su- gerente posibilidad planteada por los pioneros de la ufología de que los OVNIs podían estar tripulados por marcianos -hipótesis que du- rante un tiempo se vio confirmada por el incremento de avistamien- tos durante los momentos de oposición entre Marte y laTierra (el llamado “ciclo bienal marcia- no”)-, crearon el clima perfecto para mantenernos alertados ante cualquier noticia que tuviera como protagonista nuestro planeta veci- no. Pero, sin duda, lo que primera- mente dotó de misterio a Marte fue el hallazgo en 1877 de unos supuestos ‘canales’ que recorrían toda su superficie. Su descubridor fue el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli. Los astrónomos Ca- mille Flammarion y Percival Lowell también aseguraron haberlos ob- servado. Les atribuyeron un origen artificial: un complejo sistema de riego construido por una avanzada civilización marciana.Al final, todo se debió a una gran ilusión óptica. Pero en la imaginación popular quedó la idea de un Marte habita- do. Dos décadas después del “hallazgo” de Schiapa- relli, el escritor británico H.G.Wells (1866-1946) daría rienda suelta a su valiosa imaginación y destreza narrativa para crear una de las mejores novelas de ciencia-ficción de todos los tiempos: La Guerra de los Mundos… Es normal que la sen- sación de temor hacia una invasión marciana provocada por la adapta- ción radiofónica de dicha novela aflorase una dé- cada más tarde, en 1947, cuando comenzaron las oleadas de “platillos vo- lantes” por todo EE.UU. La población estaba muy sensibili- zada hacia una posible invasión ex- tranjera. Recordemos que se vivía un período de tensa Guerra Fría y de paranoia colectiva ante una eventual amenaza comunista. Se entiende, pues, que esos miedos xenófobos -siempre tan latentes en el pueblo norteamericano- se proyectasen hacia el planeta rojo, so- bre todo, cuando -quizá con una intencionalidad muy bien estudiada- el Mayor de la USAF Donald E. Keyhoe, declaró públicamente que los enigmáticos objetos que cruzaban los cielos podían venir de Marte. El cine, como potenciador de los mitos colectivos, enseguida se hizo eco de esa posibilidad y explotó hasta la saciedad la imagen del marciano invasor a través de películas de serie B convertidas hoy en culto, como por ejemplo,“Red Planet Mars” (1952),“Invasores de Marte” (1953) o “La Guerra de los Mundos” (1953), extraordina- ria versión cinematográfica de la novela de Wells. La industria de Hollywood jamás se ha rendido a ese tipo de películas de ciencia- ficción con los subversivos marcia- nos como protagonistas, y en los últimos años ha seguido sacando partido al asunto con filmes como “Misión a Marte” (2000),“Planeta Rojo” (2000),“Fantasmas de Marte” (2001), la irónica “Mars Attacks!” (1996) o el convincente re- make de “La Guerra de los Mundos” (2005), protagonizado por el carismáticoTom Cruise. Mientras, los científicos siguen estudiando las posibilidades de vida microorgánica tanto en el pasado como en el presente de Marte, sobre todo tras confirmar- se la presencia de agua bajo su superficie. Las exploraciones que se han llevado a cabo en la última década, enviando continuamente sondas no tripuladas para estudiar el clima y la geología marciana, han arrojado un caudal de informa- ción exobiológica impresionante, demostrando que Marte es uno de los cuerpos celestes más fascinantes del Sistema Solar. El gran reto pendiente es poner a un hombre en su superficie. No hay fecha segura, pero posiblemente dentro de dos o tres décadas ese sueño se haga realidad. No hay duda de que Marte, orbitando constantemente entre el mito y la ciencia, seguirá deparándonos muchas sorpresas en los próximos años. El enigmático Marte El mayor Donald E. Keyhoe, el primero en atribuir un origen marciano a los OVNIs. Debajo, foto del suelo marciano tomada por la sonda Viking en los años 70, y junto a ésta, los dibujos de los canales de Marte realizados por Schiaparelli.
  • 9. Reportaje FDM D esde la célebre emisión radial de La Guerra de los Mundos por la CBS, otras emisoras radiofónicas han querido emular lo ocurri- do aquella inolvidable noche del 30 de octubre de 1938, pero sin conseguir el grado de pánico que en aquel entonces se alcanzó entre los oyentes norteame- ricanos. Era la primera vez que la radio se prestaba a realizar una dramatiza- ción de esa naturaleza y es normal que pillase desprevenida a buena parte de la audiencia. Hoy sería impensable que la población reaccionase igual que hace setenta años, aunque seguramente más de uno se llevaría un buen susto. De hecho, una de las campañas televi- sivas para anunciar el estreno del film “Independence Day” (1996) -que tam- bién tenía como protagonistas a unos despiadados invasores alienígenas-, jugó precisamente a dar la información a modo de docudrama, como si estu- viese ocurriendo en realidad, y algunos televidentes picaron. De hecho, yo mis- mo recibí llamadas de algunos conoci- dos extrañados por la noticia, pudién- doles tranquilizar al aclararles que se trataba del anuncio de una película de ciencia-ficción. Hay constancia de que una década más tarde de la emisión de la CBS, concre- tamente a las 21 horas del 12 de fe- brero de 1949, Radio Quito, emisora de la capital ecuatoriana, repitió el evento, anunciando la destrucción de varias ciudades a manos de los marcianos. La reacción de los oyentes más que de pá- nico fue de rabia, tras enterarse de que todo obedecía a una broma. Una enfu- recida turba llegó a quemar el local de la emisora, así como las instalaciones de los periódicos El Comercio y Últimas Noticias, ya que estaban en el mismo edificio, saldándose la acción con varios muertos. Así resume el periodista José Villamarín el suceso: “Junto a los gritos volaban piedras contra los ventanales. Se forzaron las puertas de hierro y ahí, en medio de tanto papel del diario, un fósforo inició el incendio. Los ‘invasores’ eran invadidos por una muchedumbre que se sin- tió mofada, engañada (…) El saldo final: incendio de tres medios de comunica- ción, seis personas muer- tas, decenas de heridos y un pueblo que se sintió burlado”. En España, varias emi- soras de radio quisieron homenajear a Orson We- lles al cumplirse el 50º aniversario de su inolvidable programa. La Cadena SER, por ejemplo, realizó su particular recreación dramática en la noche del 30 de octubre de 1988. La iniciativa partió del Departamento de Comunicación Audiovisual de la Univer- sidad Autónoma de Barcelona (UAB), la Fundació Caixa de Pensions y la propia Cadena SER. No pretendían hacer una adaptación a los tiempos modernos, sino ser fiel al radiodrama de 1938, por lo que la mayoría de los oyentes, salvo algún que otro despistado, se to- maron el programa como lo que era: una simple ficción. Al frente del mismo, que comenzó a emitirse a las diez de la noche, estuvo el veterano periodista radiofónico José Manuel Soriano, que contó con seis actores, entre ellos el popular Constantino Romero (quien dio 40 FDM La Revista Digital 7www.revistafdm.net Otras Guerras de los Mundos Moisés Garrido El cartel de la película “Independece Day”, para cuya promoción se realizaron emisiones de supuestas invasiones alienígenas que provocaron alguna que otra alarma entre la población estadounidense. A la derecha, una foto del incendio de las instalaciones de Radio Quito y el periódico ‘El Comercio’, que provocaron varios muertos. El fuego se originó debido a los disturbios provocados por personas indignadas con la emisión de “La Guerra de los Mundos” por parte de la emisora ecuatoriana.
  • 10. voz a Welles y a otros personajes). La música corrió a cargo de Josep Pons, que dirigió la Orquesta de Cámara del Teatre Lliure, mientras que los efectos especiales estuvieron en manos de Luis Castro, Premio Nacional de Cinemato- grafía en 1987 en la categoría de efec- tos especiales. Pero la CBS volvería a probar suerte en 1994, justo al cumplirse el 56º aniver- sario de la emisión de Welles, aunque esta vez utilizó su canal de televisión y no el de radio. El programa comenzó como si fuese un boletín informativo, y además estando al frente del mismo Sander Vanocur, periodista habitual de los noticieros. Así se conseguía mayor credibilidad a la noticia, que no era otra que la caída masiva de enormes ‘me- teoritos’ sobre Estados Unidos, Europa y China, quedando prácticamente des- truidos los puntos de impactos y con un balance de millares de muertos. En todo momento, el cartel indicador de que el programa era en directo daba mayor dramatismo a la situación, has- ta que en un momento dado se perdía la transmisión y el te- lespectador se queda- ba ante una pantalla en negro, que presa- giaba la destrucción de la CBS. Hubo mu- chísimas llamadas telefónicas al progra- ma. Sus responsables pidieron disculpas públicas: “Hemos re- cibido muchas llamadas de personas preocupadas, trastornadas, algunas de ellas llorando. A todos los que han llamado queremos pedirles perdón por el mal rato que han pasado”. A pesar de ello, ni de lejos se alcanzó el grado de dramatismo adquirido en la primera ocasión. Quizá, una de las razones fue que unos días antes, el 11 de octubre, el presidente Roosevelt anunció intensi- ficar el rearme militar ante el desarrollo de la crisis europea… De nuevo, el 30 de octubre de 1998 -60º aniversario-, una emisora local de México, XEART, localizada en el Estado de Monelos, emitió una versión produ- cida por el divulgador científico Andrés Martínez Rojas. En esta ocasión, una nave alienígena se estrella, es rodeada por campesinos del lugar que intentan abrirla, pero al instante explota, sur- giendo del interior un extraño alieníge- na invasor. También ese mismo día, una emisora portuguesa transmitía a través de las ondas una trama parecida. En ambos casos, no hubo reacciones rese- ñables, aunque sí las consabidas llama- das telefónicas para recibir aclaración de lo sucedido. Al conmemorarse el 70º aniversario de aquel histórico acontecimiento -y ade- más coincidiendo con el Día de la Radio en España-, la Academia Española de la Radio presentó el 30 de octubre de 2008 una versión teatral del programa radiofónico de Orson Welles. En el even- to participaron Radio Nacional de Es- paña, Cadena Ser, Cadena COPE, Onda Cero, Onda Rambla, Punto Radio, Onda Madrid y Radio Intereconomía. Por cierto, también Dimensión Límite le rindió un divertido y particular home- naje en la 2ª hora del programa 28. Para escucharlo: http://www.ivoox. com/dl-28-folclore-leyenda-tradicion- del-dia-audios-mp3_rf_409224_1.html. FDM FDM La Revista Digital 417www.revistafdm.net Locutores y actores de diversas radios españolas durante los ensayos de “La Guerra de los Mundos”, que se emitió con motivo del 70 Aniversario de la emisión de Orson Welles, el 30 de octubre de 2008. Todavía puede encontrarse en Internet la grabación de este especial. (Fotos: RNE) Una imagen del docudrama (después distribuido como película) de la CBS ‘Without Warning’, basada en ‘La Guerra de los Mundos’.