Las certezas son escurridizas y aparecen para convencernos por la mañana pero luego se esconden por la noche e incluso pueden desaparecer, dejándonos buscando en vano por señales de su existencia pasada. Aunque podamos encontrar evidencia, ya no sirve para probar su presencia original. Esta es una certeza que siempre sucede pero igual vale la pena ponerla en duda por si desaparece.