Este documento discute la naturaleza de la bondad. Explica que solo Dios es intrínsecamente bueno, pero que los humanos pueden demostrar cierto grado de bondad a través de sus acciones, las cuales deben juzgarse según la ley de Dios. También señala que la verdadera bondad solo puede provenir del Espíritu Santo trabajando en los corazones humanos para producir los frutos del Espíritu.