La leyenda cuenta que Roldán, un comandante francés, huía de Saraqusta a caballo después de fracasar en su intento de conquistarla. Al darse cuenta de que estaba al borde de un precipicio con sus perseguidores cerca, dio un salto prodigioso a caballo para cruzar el cortado. Sin embargo, el esfuerzo mató al caballo, por lo que Roldán tuvo que continuar a pie hasta morir en Ordesa, donde lanzó su espada Durendal de regreso a Francia.