La leyenda cuenta que en el siglo XVI un autómata de madera conocido como "el hombre de palo" recorría las calles de Toledo mendigando limosna para su creador, el matemático e inventor lombardo Juanelo Turriano, quien construyó al autómata y diseñó un sistema para subir el agua del río Tajo hasta el Alcázar de Toledo. La "Calle del Hombre de Palo" en Toledo honra la memoria de este autómata de madera y del logro de Juanelo Turriano.