El príncipe era holgazán y solo quería jugar, pero una noche pidió ser mayor para hacer lo que quisiera. A la mañana siguiente despertó como adulto con una bobina de oro que le advirtió que su hilo representaba su vida. Con curiosidad por cómo serían su familia y él en el futuro, fue desenrollando el hilo hasta que se vio viejo, pero no pudo volver a enrollarlo y murió habiendo gastado su vida en nada, dejando su último grito de pánico como advertencia.