El círculo estaba solo y triste hasta que decidió subir al cielo y hacerse amigo de las nubes, convirtiéndose en el sol. Luego se aburrió de estar arriba y empezó a botar como una pelota, subiéndose a un palo y convirtiéndose en una piruleta. Finalmente, se enganchó a un triciclo que había perdido una rueda para poder pasear a los niños, lo que lo hizo muy feliz.