Los tres árboles compartieron sus sueños de lo que querían ser: un cofre de tesoros, una embarcación poderosa, y el árbol más grande. Fueron talados y usados de formas diferentes: el primero se convirtió en un pesebre para Jesús, el segundo llevó a Jesús en una tormenta, y el tercero fue la cruz en la que Jesús fue crucificado. Aunque no se cumplieron sus sueños iniciales, cada árbol cumplió un propósito más grande en la historia de la salvación.