Hace unos días quedé sorprendido al ver a mi hija utilizar una especie de cojín para dar el pecho a su hijo, mi nieto, Joel. Reconozco mi ignorancia porque desconocía su existencia y lo práctico que es ya que, según me contó mi hija, lo utilizaba porque tenía la espalda y los brazos doloridos por el peso del bebé y con este cojín era más cómodo dar el pecho.