El documento narra la historia de una persona encadenada a un pilar en una habitación abandonada. Está herido, hambriento y deshidratado, sin recordar cómo llegó allí. Escucha ruidos extraños en la casa y pasos que se acercan. De repente, aparece una criatura repulsiva que lo ataca, pero es ahuyentada por un disparo de escopeta que llega justo a tiempo para salvarlo.
1. Melodías del ayer.
Mira, mira hermano mío,
No te mueras hasta que la fiesta termine,
Tenemos ríos e incluso mares,
Si te portas bien podrás tener más,
De lo contrario no habrá otro día,
En el que vuelvas a respirar sin sentir miedo de nosotros,
Nosotros,
Los rezagados.
Una irritante melodía hacía eco en toda la sala.
Te despertó y sin embargo no le agradeces. Juegas con tus ojos al cerrar y abrir, sin darte
cuenta de que ves más con el derecho que con el izquierdo. Bostezas con energía, pero al tratar de
llevar tu mano a la boca te percatas de que no puedes mover tus manos y de que estás
completamente encadenado a un viejo pilar de roble.
Las piernas te duelen, ahora recuerdas el incesante dolor, como si todo volviera a su retorcido
lugar. Notas que tus pantalones están rasgados por todo el lado derecho, tu pierna se llena de
pequeños cortes y una herida que apenas tiene costra. Tu estómago ruge con fuerza. Lo más
lógico es que en ese estado no hayas tenido alimento durante un buen tiempo. Tus labios están
secos, partidos, y un conocido sabor salado se viene a tu mente, pero no logras identificarlo. Lo
que antes eran tus pies ahora son un bulto negro e irreconocible, tus uñas están azulada y con
algún tipo de material escamoso sobre ellas, en el izquierdo notas que hay una cicatriz que abarca
todo el empeine <<Un tajo, quizás uno profundo>> decides.
Los minutos pasan sin novedad, sin piedad y sin rastros de vida. Inspeccionas la sala con la
mirada, ahora más reducida debido a la hinchazón de tu ojo izquierdo. La habitación no es muy
grande, pero como no hay ningún mueble o al menos uno utilizable a la vista, se ve espaciosa. Las
paredes están desteñidas, con agujeros y moho en las esquinas. El techo es un remolino de tablas
mal clavadas y de otros techos caídos sobre ellas. Una pequeña ventana en la parte derecha es la
única iluminación que tienes. Te has dado cuenta de que el viejo pilar de roble está situado en el
medio de la sala, por lo que no puedes ver lo que hay tras de ti.
El tiempo no se detiene, al contrario, parece ir más rápido cada vez que intentas hacer la fuerza
necesaria para soltarte de las cadenas, las cuales por cierto, están ya bastantes desgastadas.
Afuera aun es de día, lo notas porque los pequeños rayos del sol se filtran por la ventanita.
Tu estómago sigue exigiendo alimento, y por lo que te has dado cuenta, te lo ha pedido
durante muchos días. No sabes cuánto tiempo realmente llevas ahí, pues no recuerdas nada de tu
pasado, menos del porqué de toda la situación, lo único que realmente sabes es que estás atado a
un pilar de roble, hambriento, herido y quieres salir del maldito lugar.
<<La luz…Ya no hay luz>> Te has quedado dormido y ahora que despiertas, te das cuenta de
que lo poco y nada de luz que tenías se ha marchado, llevándose tus pocas esperanzas. Pero luego
de debatirte entre si morderte la lengua o esperar tu muerte ahí, tu silencio infernal es
interrumpido por un estallido de pasos cerca del lugar. Los oyes con dificultad, pero puedes
distinguirlos, son zapatos o zapatillas, corriendo sobre la madera. <<Es una casa de dos pisos>> ya
que los pasos los escuchas debajo de lo que son ahora tus pies.
El ruido sigue y sigue, se oyen más cosas, cosas cayendo al suelo, cosas estrellándose contra las
paredes. Después de un eterno silencio, las pisadas van subiendo y escuchándose más cerca.
<<Hay una escalera>> En efecto, las pisadas van subiendo por alguna escalera que da al segundo
piso, pero notas que los pasos no son igual que los que habías escuchado. Su sonido es más suave,
más discreto, como si intentarán ocultarse en las sombras para luego estallar.
2. Esa irritante melodía vuelve a sonar, se escucha más sucia, como si fuera tocada en un viejo
tocadiscos de esos que usaron tus abuelos. Las pisadas dejan de oírse, mientras la música sube de
volumen inexplicablemente.Debido a todo el ajetreo que has escuchado, junto con el hambre y la
deshidratación, tu cabeza es un huracán de dolores. Empiezas a ver con dificultad, los ojos te
pesan un millón de kilos y las piernas se te duermen al poco rato.
Las pisadas vuelven, esta vez se oyen más cerca aún. La melodía ha parado, al parecer se ha
acabado o la han desintegrado. No son zapatos, no son zapatillas, te das cuenta de que alguien
descalzo se acerca a tu ubicación, decides que es mejor cerrar los ojos e intentar hacerte el
muerto. Los pasos ahora están en la sala, la persona o ser hace un extraño olfateo, como el que
hacen los perros con otros perros para olerse el culo. Su respiración se acerca cada vez más, está
yendo hacia ti.
Tratas discretamente de abrir el ojo izquierdo pero no lo logras y abres los dos de golpe. Tus
pupilas se dilatan ante el hedor que desprende una sombra frente a ti. Vuelve el raro olfateo,
acompañado por una extraña sensación de peligro. Tu corazón se acelera a mil por hora. El hedor
se concentra en tus narices y se vuelve más fuerte, tanto que las náuseas no tardan en llegar
directamente a revolver todo tu sistema. Sólo un segundo después, aquella repulsiva criatura se
abalanza sobre ti.Lo que quedaba de su rostro no era más que tejidos expuestos y una especie de
escama amarillenta que va desde sus ojos hasta la barbilla. Lo que usa por manos no son más que
muñones y otra vez, la escama amarilla que al parecer cubre el resto del cuerpo.
Trata de morderte pero te das cuenta de que no tiene ni un solo diente, así que no te hace
daño. Gritas con fuerza, por lo inútil que parezca, gritas pidiendo ayuda. Sin embargo, tus gritos
parecen hacer gracia a la cosa esa, ya que cuando te oye, te mira con sus ojos negros como el
infierno y gritaba contigo.
La criatura se percató de que estás encadenado en el pilar, así que quiso deshacerse de las
cadenas, las golpeó con sus “manos” tratando de soltarlas, pero fue en vano, y se dio cuenta. Te
observa durante un momento, observa cómo tus piernas tiemblan de miedo y orinas encima de lo
que quedaba de tus pantalones. Se pasea un rato por la habitación, gritando y mirando a ningún
lugar. Estás en blanco. No piensasen nada, solamente lo observas ahí, expectante de tu temor, la
criatura que te había dejado impregnado de saliva el cuello y los brazos.
Te parece que nada va a ocurrir, pues el ser se ha quedado quieto en una esquina, aunque sus
ojos brillan extrañamente. Pero algo ocurre. La criatura se levanta con rabia, te grita
histéricamente con todas sus fuerzas, toma impulso con sus largas piernas y se abalanza sobre
ti…Justo cuando el estruendo de una escopeta suena en el otro extremo de la sala y parte en dos a
tu agresor. La ayuda ha llegado…