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MENTIRA, BENDITA VIRTUD




  SERGIO SALAZAR PEREZ

   Matricula201270026




        DHTICS




PROF. AURELIANO JIMENEZ
Compañeros




El motivo de esta carta es para informarles que estoy plenamente convencido que por
medio del ensayo que encuentra a continuación, ustedes encontraran los elementos
necesarios para poder así corroborar la perfecta elaboración de los suyos.




Me despido de ustedes con un saludo.
¡¡¡Pero qué mentiroso!!!

Ya en serio en la carta expuesta anteriormente se encuentran al menos tres mentiras
totalmente comprobables.



La primera es cuando encontramos la palabra “compañeros”. Ahí debe decir “Muy
estimados compañeros”. La segunda es cuando afirmo categóricamente que este ensayo
es la octava maravilla del mundo cuando ni siquiera sé si cumple con los requerimientos
mínimos para ser considerado un ensayo. Y, finalmente cuando me despido de ustedes
“con un saludo”, debe decir “Con mis más sinceros y apreciables saludos”



Porque empecé este texto mintiendo es porque la razón del mismo es abordar el tema de
la mentira y porque la considero desde mi muy particular punto de vista como una virtud.
Porque mentimos parece ser innato a nuestra naturaleza animal, ya que todas las especies
buscan de una manera o de otra obtener ventaja sobre otras especies o en contadas
ocasiones entre los miembros de la misma. “Homo homini lupus” solía aseverar Tito
Maccio Plauto ya desde hace mas de dos siglos antes de Cristo en alusión a que tal vez los
miembros de la especie humana sean los únicos que buscan de manera sistemática y
ventajosa aprovecharse de los demás miembros de la especie.



Mentir parece ser a primera vista un acto desagradable y condenable. Sin embargo, el uso
de esta estrategia, en ocasiones no solo necesaria sino hasta vital, para poder sobrevivir
en una sociedad humana, es en ocasiones debido al abuso de la misma, vista no solo como
condenable sino que es celebrada y fomentada por los elementos de la misma. Situación
que parece no ser el u so cuando se trata de otras comunidades animales, ya que en estas
lo que en apariencia se busca es simplemente no ser el bocadillo de la especie contraria.
Aun cuando no solo por cuestiones alimentarias se da este hecho de mentir de una
manera por medio de mimetizarse sino que se busca también el permitir la perpetuación
de la especie. Así que si tenemos en cuenta que el lograr la finalidad deseada tiene como
precio el mentir en varias especies a diferentes especies o en el caso muy particular de la
especie humana a los mismos elementos de la especie, pues finalmente el etiquetar esta
acción como “mala” no parece ser la decisión correcta ya que los factores que nos
conducen a mentir pueden ser multifactoriales.
Podemos definir la mentira, si es que realmente se necesita definirla, como un proceso
mediante el cual, la persona que lo realiza oculta o desvirtúa o falsifica la información que
tiene y que consecuentemente proporciona a otra persona. Y obviamente las razones para
mentir pueden ser más concretamente: para protegerse de una posible situación
negativa; para evitar conflictos personales o evitar responsabilidades y desde luego, en
este caso, lo que considero la motivación más atractiva de estas posibilidades que es la de
manipular a la persona que recibe la mentira. Obviamente la manipulación conlleva
beneficios personales, económicos o incluso sentimentales.



Por supuesto que no todo el mundo tiene la capacidad de mentir como comúnmente se
dice “con frialdad”, ya que existen algunos indicadores que nos informan si la persona
miente al decirnos o hacernos, por qué no, una acción a la cual nos entregamos en
ocasiones como ovejitas al matadero. Entre estos indicadores se encuentran: el desviar la
vista a modo de ocultar la mentira, el bajar el volumen de la voz de manera que después
se pueda argumentar que la persona afectada no escucho la información de manera
correcta. El movimiento de los ojos o de la boca también son señales inequívocas de que
la persona miente. De igual manera, el permanecer casi inmóvil es una señal de que la
información dada es de manera casi segura, falsa. Sin embargo, a la par del hecho de que
más de una persona no tiene la capacidad de mentir, de igual manera existen personas
que al decir la verdad pudieran creer que la persona que recibe la información podría
creer que la persona está mintiendo. Situación que igualmente resulta ser motivo de
desazón ya que nos encontramos inmersos en una sociedad que ha elevado a la mentira al
punto de ser casi un objeto de culto.



Pero bien, hasta este punto realmente no he logrado mentirles en el hecho de que este
texto es solamente una revisión del concepto de la mentira. Realmente, la verdadera
(¿me estoy contradiciendo?) razón de este texto es llegar al punto de que como dice el
titulo del mismo, busco considerar a la mentira como una virtud. Sé que de entrada
aseverar tal afirmación podría parecer una forma más de mentir. Por otro lado, creo que
podría, o al menos trataría, si ustedes lo permiten de argumenta tal situación debido a
que le tema en si verdaderamente (¡nuevamente una contradicción¡) me resulta
altamente interesante y quisiera compartir este entusiasmo con ustedes.
“El hombre es un animal de costumbres” es una frase que no tiene realmente un creador
hasta el momento certificado por la humanidad como tal. En base a esto, los hombres
realmente realizamos la mayoría de nuestras actividades cotidianas por hábito o
costumbre. El uso y en ocasiones el abuso de tal o cual actividad le confiere a la misma el
grado de aceptable o convincente. Dando por significado en este caso la idea de que todos
estamos convencidos de que tal situación es la “correcta”.

La razón por la cual llamo a la mentira una virtud es por el hecho de que
aristotélicamente, la virtud está considerada como un hábito. Esta situación confiere por
lo tanto a la misma la aceptación de “verdadera”. Lo cual por otro lado, si nos ponemos a
reflexionar un poco en nuestra vida cotidiana, llegaremos a la conclusión de que,
efectivamente, la mayoría de nuestra acciones lleva por delante un cierto grado de
falsedad. Ya sea por el hecho de conseguir lo deseado, de “arreglar” lo desarreglado o
simplemente de obtener el favor de tal o cual persona en tal o cual situación, la mayoría
de las personas mentimos. Lo bueno de esta situación es precisamente la cuestión
cuantitativa, la cual de algún modo permite que la cuestión cualitativa de la acción pase a
segundo término o sencillamente deje de cargar con esa cuestión moral de ser “buena” o
“mala”. Simplemente el hecho de que el número de personas que realizan tal acción sea
casi total, nos consuela y nos motiva a seguir realizando esta costumbre que como tal, se
vuelve algo que en un momento dado se hace sin siquiera pensar que lo estamos
haciendo. Así, dejando a un lado la pesada carga moral que en un momento podría ser
causante de algún desasosiego, podemos disfrutar de la consumación de esta bendita
acción que es el crear o reformar un mundo que visto sin la gratificante ayuda de la rutina,
sería realmente un lugar horrible donde tendríamos que vivir como lo hacían nuestros
ancestros más alejados en la cadena evolutiva cuando los pequeños mamíferos tenían que
vivir en una realidad que era un mundo poblado por otra especie dominante que eran los
dinosaurios.



¿Bendita? Por supuesto, ya que la etimología de la palabra nos habla del “buen decir” en
su primera acepción pero también nos indica y nos lleva a palabra relacionadas con este
término y una de ellas es: condición. Y, una condición en una manera de utilizar este
término actualmente es “circunstancia necesaria e indispensable para que otra pueda
ocurrir”. Por lo tanto, bendita sea esta circunstancia que es necesaria para poder
sobrevivir en este mundo donde el que no miente o es marciano o no es una
computadora.
Como toda condición humana, la mentira tiene sus beneficios los cuales ya comentamos
anteriormente. Entre estos se pueden mencionar: obtener ventaja de una situación; tiene
la aprobación de la mayoría y cuenta con la ventaja de ser condicionante par la existencia.
Pero por otro lado, nuevamente, como toda condición humana también esta bendición
cuenta con su lado siniestro o negativo. Era demasiado bello pensar que algo tan práctico
y benéfico que además cuenta con una aprobación democrática, pudiera ser en esencia
algo tan sutil y maleable que no pudiera crear de algún modo una malformación del
mismo.



El mentir no es nada fácil. En apariencia es algo tan común que el realizarlo no requiere el
menor esfuerzo. En otras palabras, es algo “natural”. ¡Pero no! Nada está más alejado de
la triste realidad. Cuando empezamos a mentir, tal vez, al principio como en todo
sentimos cierta sensación de que algo anda “mal”. Después de algún tiempo y de practicar
de manera constante dicha acción, la sensación desaparece, pero ¡oh sorpresa!, entonces
esta condición que después de practicarla de manera constante y obtener provecho de
ella, esta que era no solo agradable y benéfica, se torna un verdadero tormento ya que
una mentira lleva a otra. La cadena de mentiras se torna a la vez más larga y entonces se
vuelve una carga insoportable. La acumulación de mentiras y de acciones falsas conduce
al mentiroso a un desenfreno de giros que en un momento leva al mismo a perder el hilo
conductor de sus propias mentiras. Y entonces, ya es casi imposible que haya marcha
atrás. Ciertamente la satisfacción que al principio el mentiroso recibe de sus propias
mentiras es como una droga que cuando se tiene”control” sobre la misma, esta causa un
estado de enajenamiento que no nos permite ver la realidad sin que esto tengo que ser
precisamente a causa de la mentira.



Entonces, una forma de seguir disfrutando de la acción de mentir o engañar es haciéndolo
de forma como en cualquier otro “mal” habito, con medida. Así, podemos seguir
disfrutando no solo de los beneficios sino del estado de satisfacción que causa el ver que a
la realidad esta a nuestra disposición sin tener que recurrir a esfuerzos sobrehumanos ni a
tener que soportar la verdad cuando esta es tan devastadora que nuestra pobre condición
humana no nos permite soportarla tal cual es.
A través de la historia de la humanidad, la especie humana ha buscado, debido a su
patética condición (somos desafortunadamente débiles y condicionadamente mortales) y
escasos recursos (carecemos de garras, colmillos o de una fuerza devastadora y nuestros
sentidos están pobremente desarrollados) propios de la especie para poder burlar y
también engañar al rival, la especie humana ha tenido que utilizar su intelecto y como
resultado de esta situación, ha tenido que crear y utilizar tecnología desde el principio de
los tiempos cuando la especie evolucionó. Y con tecnología me refiero obviamente,
primero que nada al uso y dominio de elementos naturales como lo es el fuego. Después
vino el uso de materiales como el bronce y otros metales. Actualmente, la tecnología en
uso mediante la cual el hombre genéricamente hablando busca engañar al hombre es por
medio de la informática.



Desde que los elementos de esta generación, y tal vez antes, naciéramos, la tecnología
como el uso de mensajes escritos, dibujos o pinturas y códigos altamente sofisticados nos
han servido para realizar o crear por medio de tales elementos; fraudes, engaños y
calumnias. Todas estas acciones obviamente han servido para nuestros fines y el uso de la
tecnología cada vez más “perfecta” nos ha dado el poder de crear mentiras a su vez cada
vez más “creíbles”. Un ejemplo de este tipo de acciones es conocido como “bulo” donde
ya sea un creador de una página electrónica o un usuario del sistema conocido como
internet, crea, difunde y busca obtener sino un beneficio económico o de otro tipo, si
busca crear confusión, duda y finalmente, pánico. Por medio de un mensaje electrónico



Mas no necesariamente el “bulo” es la única manera de crear problemas o mentir en el
mundo de la informática. Personalmente comparto la idea de Eduardo Galeano que aun
cuando ya es texto antiguo, la idea continua tan fresca como el primer día. Esto es,
vivimos un en mundo donde a pesar de todos los posibles dispositivos electrónicos para
poder comunicarnos y así lograr un mejor entendimiento entre las personas,
desafortunadamente, utilizamos la tecnología para seguir realizando lo que nuestros
ancestros hacían cuando sobrevivían entre tigres dientes de sable y mamuts, engañar.
Con la agravante de que lo hacemos hacia elementos de nuestra propia especie. Y un uso
primario de la tecnología es fingir. Fingimos que estamos ocupados, fingimos que estamos
preocupados, fingimos que estamos cuando en realidad no estamos. ¿Cómo? Muy simple,
ya sea estando presentes nos escondemos detrás de nuestro dispositivo favorito. O
estando ausentes nos escudamos detrás de la tecnología para poder así cometer todo tipo
de tropelías.
Pero, a pesar de todos los pesares, y a pesar de mis sobrehumanos intentos de querer
creer y hacer creer que la mentira es parte de nuestro “genoma humano”, debo confesar
que “verdaderamente” creo (las comillas son obviamente porque es sacrílego hablar con
la verdad cuando estoy hablando de la mentira) debe existir por ahí entre nuestro código
genético un “gen” que o está haciendo corto o no pertenece a nuestro código “humano”.



El porqué digo esto es porque aun cuando yo al igual que todos los congéneres que me
rodean creemos, sustentamos y nos beneficiamos con la mentira. Al igual que yo, estoy
plenamente convencido de que todos creemos, sustentamos y nos beneficiamos aun más
con la verdad. Siempre buscamos decir la verdad aunque al final mintamos, siempre
aceptamos la mentira pero al final buscamos denodadamente hallar la verdad. Y en
consecuencia la verdad siempre nos causa más satisfacción que la mentira por más bonita,
fácil y productiva que esta ultima parezca ser.



Personalmente, yo siempre encuentro satisfacción cuando encuentro una persona “de
palabra”. Pedir facturas o condicionar a alguien por medio de una rúbrica, no es lo mío.
Yo prefiero (aun cuando esto me ha acarreado múltiples dolores de cabeza) cerrar un
trato con un apretón de manos. Y entre más fuerte, mejor. Aunque todo apunte a que voy
a ser víctima de algún engaño. Y yo, asimismo, siempre encuentro satisfacción cuando
encuentro una persona que me dice con todas sus palabras. “deja de molestarme hasta
dentro de cien años”. Así, yo, humilde y agradecido, le pregunto. “disculpa, exactamente,
¿a qué horas puedo molestarte nuevamente dentro de cien años?”.
REFERENCIAS

http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiagriega/Aristoteles/Virtud.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Mentira

http://www.ayudapsicologicaenlinea.com/monograficos_mentira.html

http://www.cop.es/colegiados/A-00512/mentira.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Enga%C3%B1o

http://es.wikipedia.org/wiki/Darwinismo

http://es.wikipedia.org/wiki/Plauto

http://etimologias.dechile.net/?bendito

http://www.epdlp.com/texto.php?id2=547

http://es.wikipedia.org/wiki/Genoma

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Mentira

  • 1. MENTIRA, BENDITA VIRTUD SERGIO SALAZAR PEREZ Matricula201270026 DHTICS PROF. AURELIANO JIMENEZ
  • 2. Compañeros El motivo de esta carta es para informarles que estoy plenamente convencido que por medio del ensayo que encuentra a continuación, ustedes encontraran los elementos necesarios para poder así corroborar la perfecta elaboración de los suyos. Me despido de ustedes con un saludo.
  • 3. ¡¡¡Pero qué mentiroso!!! Ya en serio en la carta expuesta anteriormente se encuentran al menos tres mentiras totalmente comprobables. La primera es cuando encontramos la palabra “compañeros”. Ahí debe decir “Muy estimados compañeros”. La segunda es cuando afirmo categóricamente que este ensayo es la octava maravilla del mundo cuando ni siquiera sé si cumple con los requerimientos mínimos para ser considerado un ensayo. Y, finalmente cuando me despido de ustedes “con un saludo”, debe decir “Con mis más sinceros y apreciables saludos” Porque empecé este texto mintiendo es porque la razón del mismo es abordar el tema de la mentira y porque la considero desde mi muy particular punto de vista como una virtud. Porque mentimos parece ser innato a nuestra naturaleza animal, ya que todas las especies buscan de una manera o de otra obtener ventaja sobre otras especies o en contadas ocasiones entre los miembros de la misma. “Homo homini lupus” solía aseverar Tito Maccio Plauto ya desde hace mas de dos siglos antes de Cristo en alusión a que tal vez los miembros de la especie humana sean los únicos que buscan de manera sistemática y ventajosa aprovecharse de los demás miembros de la especie. Mentir parece ser a primera vista un acto desagradable y condenable. Sin embargo, el uso de esta estrategia, en ocasiones no solo necesaria sino hasta vital, para poder sobrevivir en una sociedad humana, es en ocasiones debido al abuso de la misma, vista no solo como condenable sino que es celebrada y fomentada por los elementos de la misma. Situación que parece no ser el u so cuando se trata de otras comunidades animales, ya que en estas lo que en apariencia se busca es simplemente no ser el bocadillo de la especie contraria. Aun cuando no solo por cuestiones alimentarias se da este hecho de mentir de una manera por medio de mimetizarse sino que se busca también el permitir la perpetuación de la especie. Así que si tenemos en cuenta que el lograr la finalidad deseada tiene como precio el mentir en varias especies a diferentes especies o en el caso muy particular de la especie humana a los mismos elementos de la especie, pues finalmente el etiquetar esta acción como “mala” no parece ser la decisión correcta ya que los factores que nos conducen a mentir pueden ser multifactoriales.
  • 4. Podemos definir la mentira, si es que realmente se necesita definirla, como un proceso mediante el cual, la persona que lo realiza oculta o desvirtúa o falsifica la información que tiene y que consecuentemente proporciona a otra persona. Y obviamente las razones para mentir pueden ser más concretamente: para protegerse de una posible situación negativa; para evitar conflictos personales o evitar responsabilidades y desde luego, en este caso, lo que considero la motivación más atractiva de estas posibilidades que es la de manipular a la persona que recibe la mentira. Obviamente la manipulación conlleva beneficios personales, económicos o incluso sentimentales. Por supuesto que no todo el mundo tiene la capacidad de mentir como comúnmente se dice “con frialdad”, ya que existen algunos indicadores que nos informan si la persona miente al decirnos o hacernos, por qué no, una acción a la cual nos entregamos en ocasiones como ovejitas al matadero. Entre estos indicadores se encuentran: el desviar la vista a modo de ocultar la mentira, el bajar el volumen de la voz de manera que después se pueda argumentar que la persona afectada no escucho la información de manera correcta. El movimiento de los ojos o de la boca también son señales inequívocas de que la persona miente. De igual manera, el permanecer casi inmóvil es una señal de que la información dada es de manera casi segura, falsa. Sin embargo, a la par del hecho de que más de una persona no tiene la capacidad de mentir, de igual manera existen personas que al decir la verdad pudieran creer que la persona que recibe la información podría creer que la persona está mintiendo. Situación que igualmente resulta ser motivo de desazón ya que nos encontramos inmersos en una sociedad que ha elevado a la mentira al punto de ser casi un objeto de culto. Pero bien, hasta este punto realmente no he logrado mentirles en el hecho de que este texto es solamente una revisión del concepto de la mentira. Realmente, la verdadera (¿me estoy contradiciendo?) razón de este texto es llegar al punto de que como dice el titulo del mismo, busco considerar a la mentira como una virtud. Sé que de entrada aseverar tal afirmación podría parecer una forma más de mentir. Por otro lado, creo que podría, o al menos trataría, si ustedes lo permiten de argumenta tal situación debido a que le tema en si verdaderamente (¡nuevamente una contradicción¡) me resulta altamente interesante y quisiera compartir este entusiasmo con ustedes.
  • 5. “El hombre es un animal de costumbres” es una frase que no tiene realmente un creador hasta el momento certificado por la humanidad como tal. En base a esto, los hombres realmente realizamos la mayoría de nuestras actividades cotidianas por hábito o costumbre. El uso y en ocasiones el abuso de tal o cual actividad le confiere a la misma el grado de aceptable o convincente. Dando por significado en este caso la idea de que todos estamos convencidos de que tal situación es la “correcta”. La razón por la cual llamo a la mentira una virtud es por el hecho de que aristotélicamente, la virtud está considerada como un hábito. Esta situación confiere por lo tanto a la misma la aceptación de “verdadera”. Lo cual por otro lado, si nos ponemos a reflexionar un poco en nuestra vida cotidiana, llegaremos a la conclusión de que, efectivamente, la mayoría de nuestra acciones lleva por delante un cierto grado de falsedad. Ya sea por el hecho de conseguir lo deseado, de “arreglar” lo desarreglado o simplemente de obtener el favor de tal o cual persona en tal o cual situación, la mayoría de las personas mentimos. Lo bueno de esta situación es precisamente la cuestión cuantitativa, la cual de algún modo permite que la cuestión cualitativa de la acción pase a segundo término o sencillamente deje de cargar con esa cuestión moral de ser “buena” o “mala”. Simplemente el hecho de que el número de personas que realizan tal acción sea casi total, nos consuela y nos motiva a seguir realizando esta costumbre que como tal, se vuelve algo que en un momento dado se hace sin siquiera pensar que lo estamos haciendo. Así, dejando a un lado la pesada carga moral que en un momento podría ser causante de algún desasosiego, podemos disfrutar de la consumación de esta bendita acción que es el crear o reformar un mundo que visto sin la gratificante ayuda de la rutina, sería realmente un lugar horrible donde tendríamos que vivir como lo hacían nuestros ancestros más alejados en la cadena evolutiva cuando los pequeños mamíferos tenían que vivir en una realidad que era un mundo poblado por otra especie dominante que eran los dinosaurios. ¿Bendita? Por supuesto, ya que la etimología de la palabra nos habla del “buen decir” en su primera acepción pero también nos indica y nos lleva a palabra relacionadas con este término y una de ellas es: condición. Y, una condición en una manera de utilizar este término actualmente es “circunstancia necesaria e indispensable para que otra pueda ocurrir”. Por lo tanto, bendita sea esta circunstancia que es necesaria para poder sobrevivir en este mundo donde el que no miente o es marciano o no es una computadora.
  • 6. Como toda condición humana, la mentira tiene sus beneficios los cuales ya comentamos anteriormente. Entre estos se pueden mencionar: obtener ventaja de una situación; tiene la aprobación de la mayoría y cuenta con la ventaja de ser condicionante par la existencia. Pero por otro lado, nuevamente, como toda condición humana también esta bendición cuenta con su lado siniestro o negativo. Era demasiado bello pensar que algo tan práctico y benéfico que además cuenta con una aprobación democrática, pudiera ser en esencia algo tan sutil y maleable que no pudiera crear de algún modo una malformación del mismo. El mentir no es nada fácil. En apariencia es algo tan común que el realizarlo no requiere el menor esfuerzo. En otras palabras, es algo “natural”. ¡Pero no! Nada está más alejado de la triste realidad. Cuando empezamos a mentir, tal vez, al principio como en todo sentimos cierta sensación de que algo anda “mal”. Después de algún tiempo y de practicar de manera constante dicha acción, la sensación desaparece, pero ¡oh sorpresa!, entonces esta condición que después de practicarla de manera constante y obtener provecho de ella, esta que era no solo agradable y benéfica, se torna un verdadero tormento ya que una mentira lleva a otra. La cadena de mentiras se torna a la vez más larga y entonces se vuelve una carga insoportable. La acumulación de mentiras y de acciones falsas conduce al mentiroso a un desenfreno de giros que en un momento leva al mismo a perder el hilo conductor de sus propias mentiras. Y entonces, ya es casi imposible que haya marcha atrás. Ciertamente la satisfacción que al principio el mentiroso recibe de sus propias mentiras es como una droga que cuando se tiene”control” sobre la misma, esta causa un estado de enajenamiento que no nos permite ver la realidad sin que esto tengo que ser precisamente a causa de la mentira. Entonces, una forma de seguir disfrutando de la acción de mentir o engañar es haciéndolo de forma como en cualquier otro “mal” habito, con medida. Así, podemos seguir disfrutando no solo de los beneficios sino del estado de satisfacción que causa el ver que a la realidad esta a nuestra disposición sin tener que recurrir a esfuerzos sobrehumanos ni a tener que soportar la verdad cuando esta es tan devastadora que nuestra pobre condición humana no nos permite soportarla tal cual es.
  • 7. A través de la historia de la humanidad, la especie humana ha buscado, debido a su patética condición (somos desafortunadamente débiles y condicionadamente mortales) y escasos recursos (carecemos de garras, colmillos o de una fuerza devastadora y nuestros sentidos están pobremente desarrollados) propios de la especie para poder burlar y también engañar al rival, la especie humana ha tenido que utilizar su intelecto y como resultado de esta situación, ha tenido que crear y utilizar tecnología desde el principio de los tiempos cuando la especie evolucionó. Y con tecnología me refiero obviamente, primero que nada al uso y dominio de elementos naturales como lo es el fuego. Después vino el uso de materiales como el bronce y otros metales. Actualmente, la tecnología en uso mediante la cual el hombre genéricamente hablando busca engañar al hombre es por medio de la informática. Desde que los elementos de esta generación, y tal vez antes, naciéramos, la tecnología como el uso de mensajes escritos, dibujos o pinturas y códigos altamente sofisticados nos han servido para realizar o crear por medio de tales elementos; fraudes, engaños y calumnias. Todas estas acciones obviamente han servido para nuestros fines y el uso de la tecnología cada vez más “perfecta” nos ha dado el poder de crear mentiras a su vez cada vez más “creíbles”. Un ejemplo de este tipo de acciones es conocido como “bulo” donde ya sea un creador de una página electrónica o un usuario del sistema conocido como internet, crea, difunde y busca obtener sino un beneficio económico o de otro tipo, si busca crear confusión, duda y finalmente, pánico. Por medio de un mensaje electrónico Mas no necesariamente el “bulo” es la única manera de crear problemas o mentir en el mundo de la informática. Personalmente comparto la idea de Eduardo Galeano que aun cuando ya es texto antiguo, la idea continua tan fresca como el primer día. Esto es, vivimos un en mundo donde a pesar de todos los posibles dispositivos electrónicos para poder comunicarnos y así lograr un mejor entendimiento entre las personas, desafortunadamente, utilizamos la tecnología para seguir realizando lo que nuestros ancestros hacían cuando sobrevivían entre tigres dientes de sable y mamuts, engañar. Con la agravante de que lo hacemos hacia elementos de nuestra propia especie. Y un uso primario de la tecnología es fingir. Fingimos que estamos ocupados, fingimos que estamos preocupados, fingimos que estamos cuando en realidad no estamos. ¿Cómo? Muy simple, ya sea estando presentes nos escondemos detrás de nuestro dispositivo favorito. O estando ausentes nos escudamos detrás de la tecnología para poder así cometer todo tipo de tropelías.
  • 8. Pero, a pesar de todos los pesares, y a pesar de mis sobrehumanos intentos de querer creer y hacer creer que la mentira es parte de nuestro “genoma humano”, debo confesar que “verdaderamente” creo (las comillas son obviamente porque es sacrílego hablar con la verdad cuando estoy hablando de la mentira) debe existir por ahí entre nuestro código genético un “gen” que o está haciendo corto o no pertenece a nuestro código “humano”. El porqué digo esto es porque aun cuando yo al igual que todos los congéneres que me rodean creemos, sustentamos y nos beneficiamos con la mentira. Al igual que yo, estoy plenamente convencido de que todos creemos, sustentamos y nos beneficiamos aun más con la verdad. Siempre buscamos decir la verdad aunque al final mintamos, siempre aceptamos la mentira pero al final buscamos denodadamente hallar la verdad. Y en consecuencia la verdad siempre nos causa más satisfacción que la mentira por más bonita, fácil y productiva que esta ultima parezca ser. Personalmente, yo siempre encuentro satisfacción cuando encuentro una persona “de palabra”. Pedir facturas o condicionar a alguien por medio de una rúbrica, no es lo mío. Yo prefiero (aun cuando esto me ha acarreado múltiples dolores de cabeza) cerrar un trato con un apretón de manos. Y entre más fuerte, mejor. Aunque todo apunte a que voy a ser víctima de algún engaño. Y yo, asimismo, siempre encuentro satisfacción cuando encuentro una persona que me dice con todas sus palabras. “deja de molestarme hasta dentro de cien años”. Así, yo, humilde y agradecido, le pregunto. “disculpa, exactamente, ¿a qué horas puedo molestarte nuevamente dentro de cien años?”.