Los Onas vivían en pequeñas comunidades en Tierra del Fuego y el sur de Chile, cazando y recolectando guanacos, aves, mariscos y frutos silvestres para su alimentación. Creían en espíritus buenos y malos, y quemaban y enterraban a sus muertos. Actualmente viven en condiciones inferiores al promedio debido a los recursos limitados de la región.