La ley de prensa chilena de 2001 protege a los periodistas para que puedan desempeñar su profesión de manera eficiente y amparada por la ley. Sin embargo, no protege a los estudiantes de periodismo ni a los que están en práctica, y el gobierno a veces no aplica completamente algunas promulgaciones como la de pluralidad medial. También se necesitan mejoras para que los periodistas puedan denunciar malas prácticas de sus jefes o cambios en la línea editorial.