Las ciudades de Europa son sencillamente encantadoras; siglos de historia, de luchas y de enfrentamientos por el poder han dejado su huella con el paso del tiempo y hoy podemos maravillarnos con las auténticas obras de arte colosales que con tanto esfuerzo construyeron aquellos hombres de la historia. Toda Europa es un verdadero muestrario de imponentes castillos, no menos impresionantes catedrales, palacios señoriales que tardaban años y años en construirse... En torno a esos centros de poder se organizaron las enormes ciudades que admiramos hoy.
Una imponente y siempre renovada dosis de cultura, monumentos de todas las épocas complementados con grandes espacios naturales, más tradición que vanguardia, y el deseo de mantenerse lo más british posible a pesar de su indiscutible cosmopolitismo hacen de Londres una de las ciudades más visitadas del mundo, por detrás de Hong Kong y Singapur.
Con un diseño creado por Gustave Eiffel, la construcción de la Torre Eiffel duró poco más de dos años y en ella trabajaron 250 obreros.
Inicialmente la torre fue objeto de controversia: los artistas del momento la consideraron monstruosa y, dada su baja rentabilidad al terminar la exposición, se planteó la posibilidad de derruirla en diferentes ocasiones.
A principios del siglo XX, con la llegada de las guerras mundiales, las autoridades encontraron su utilidad como antena de radiodifusión y con ella captaron mensajes que ayudaron a los aliados de forma decisiva.
Excepto para aquellos que sufran de vértigo, subir a la Torre Eiffel es una experiencia única prácticamente obligatoria para todos los visitantes de París.
Es posible acceder a la torre tanto en ascensor como por las escaleras, aunque antes de decidirse por la segunda opción es necesario saber que se trata de1.665 escalones.
Utilizando las escaleras sólo es posible acceder hasta las dos primeras plantas de la torre. Aunque el precio de subir por las escaleras es algo más bajo, a no ser que se trate de un reto la diferencia no merece la pena.
La basílica cuenta con el mayor espacio interior de una iglesia cristiana en el mundo,2 presenta 193 m de longitud, 44,5 m de altura, y abarca una superficie de 2,3 hectáreas. La altura que le confiere su cúpula hace que su figura domine el horizonte deRoma. Es considerada como uno de los lugares más sagrados del catolicismo. Se ha descrito como «ocupante de una posición única en el mundo cristiano»,3 y como «la más grande de todas las iglesias de la cristiandad».4 Es una de las cuatro basílicas mayores y una de las iglesias que se deben de visitar en el peregrinaje de las siete iglesias de Roma para alcanzar laindulgencia plenaria en Año Santo.
En la tradición católica, la basílica se encuentra situada sobre el lugar de entierro de san Pedro, que fue uno de los doce apóstoles de Jesús de Nazaret, primer obispo de Antioquía, primer obispo de Roma y, por lo tanto, el primero de los pontífices. La tradición y las evidencias históricas y científicas sostienen que la sepultura del Santo está directamente debajo del altar mayor de la basílica. También la mayoría de los papas han sido enterrados en San Pedro desde la época paleocristiana.5
El Palacio de Buckingham (en inglés: Buckingham Palace )? es la residencia oficial del monarca británico en Londres.2También se utiliza para ceremonias oficiales, visitas de Estado y visitas turísticas. Es famoso por albergar la Royal Collection, extraordinario conjunto de obras artísticas fruto del coleccionismo real. El palacio es un punto de reunión de los británicos en tiempos de crisis y de festividad.[cita requerida] «El Palacio de Buckingham» o, simplemente, «El Palacio», también es la metonimia utilizada para designar la fuente de comunicados de prensa provenientes de la familia real británica.[cita requerida]
El palacio, originalmente conocido como Buckingham House, era en un principio un petit hôtel construido para el primer duque de Buckingham en 1703 y adquirido por el rey Jorge III en 1762 para convertirlo en residencia privada. En los siguientes 75 años sufrió una serie de ampliaciones dirigidas por los arquitectos John Nash y Edward Blore (1850), creándose tres alas formando un patio central abierto. Con la llegada al trono de la reina Victoria de Inglaterra, el Palacio de Buckingham pasó a ser la residencia oficial de la monarquía. Durante los siglos XIX y XX se hicieron algunas reformas en el palacio, como la que se llevó a cabo en 1913 (a cargo de Aston Webb) y que dio al palacio su fachada principal actual, incluido el balcón desde donde saluda la familia real.