Este documento describe una celebración penitencial de Adviento que utiliza llaves como símbolo. Los participantes depositan sus llaves en el centro para reflexionar sobre si mantienen sus corazones y hogares abiertos a los demás o cerrados. La lectura bíblica es sobre el hijo pródigo y la reflexión habla sobre volver a Dios durante el Adviento y mantener la puerta abierta como Jesús. Al final, los participantes recogen sus llaves y expresan peticiones o compromisos de apertura.
1. Celebración Penitencial de Adviento
Las llaves que abren para acoger
Ambientación
Estaría bien el disponer los bancos y las sillas del local en forma de corro, dejando un
espacio central libre. En el centro se coloca una mesa cubierta con mantel blanco.
Monición
Bienvenidos de todo corazón, hermanos.
Hoy vamos a vivir esta celebración con un símbolo bastante poco usual. Todos los que
queramos podremos depositar, dentro de un momento, nuestro llavero sobre la mano del
sacerdote.
¿Por qué esto? En primer lugar, para que tomemos conciencia de nuestra personalidad y
de nuestra intimidad. Las llaves de casa y de nuestra habitación nos permiten entrar en el calor
del hogar, de la intimidad «en nuestra casa». Es algo precioso que todos sentimos muy dentro.
Para llegar a ese espacio, necesitamos experimentar la entrada y ¡a salida!.
Tras esa puerta invisible, está la sede de nuestro amor, de nuestra fe, de nuestra
fraternidad.
¿Esa puerta la tenemos siempre abierta? ¿Dejamos fácilmente la posibilidad de entrar y
salir? ¿La tenemos cerrada quizá con llave, condicionando el acceso? ¿Tenemos cabida para
muchos o para pocos? ¿A quiénes nos gustaría de verdad darles acceso?
Podemos depositar ahora nuestras llaves, mientras pensamos en el fondo de nuestro ser,
algunas de las preguntas formuladas.
(Se deja tiempo para que los participantes pongan las llaves tal como se indicó más arriba.)
Canto: Estoy a la puerta y llamo…
Saludo del presidente
Bienvenidos, hermanos, nuevamente a esta casa en la que el Señor nos reúne a todos y desea
abrir los deseos de su corazón. Que esa cercanía del Señor esté siempre con todos ustedes.
Oración
Dios Padre nuestro,
¡cuánto deseo llegar a ti, para sentir tu llamada!
Físicamente estoy aquí, pero desde mi fe,
quiero estar dentro de ti.
Ayúdame a amarte por encima de todo y a quedarme contigo.
Muchas veces he olvidado tu cercanía
y me he cerrado a tus secretos en intimidad.
Y por eso, he bloqueado mi corazón a muchas personas necesitadas.
Ábreme a ti, para que puedan entrar todos mis hermanos.
Ven, Señor.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
Proclamación de la Palabra
Lectura
2. Lectura del evangelio según san Lucas 15, 11-3-31
Reflexión por Juanita María Rosario
Hemos comenzado el tiempo de Adviento. Tiempo de espera y reflexión. Hagamos
todos unos minutos de silencio y pensemos en lo que Dios tiene para nosotros en este
nuevo tiempo.
¿Somos todos como el Hijo Pródigo? Hemos desaprovechado nuestras oportunidades
y abusado de la confianza de nuestro padre. ¿Despreciamos nuestros talentos y
virtudes; sin medida, sin razón? Este tiempo de Adviento nos invita a volver, como el
hijo pródigo; a reconciliarnos con Dios, a reconocer nuestros pecados y arrepentirnos
de nuestras faltas. Esperar la venida del Hijo de Dios con ansias y con nuestra
conciencia de paz. Porque Dios ha tenido y tendrá misericordia con nosotros, los
pecadores y nuestra conversión será el regalo perfecto para Jesús. En este tiempo de
adviento nos invita a fijarnos en Dios que nos espera y nos abre las manos. Dios corre
para dar la bienvenida a su hijo arrepentido. Para recibirle con un fuerte abrazo y
decirle. ¨Hijo: ESTE ES TU HOGA R ¨.
Todas las viviendas, grandes o pequeñas, tienen una puerta de acceso. Por ella entramos
para encontrarnos dentro de un hogar; por ella salimos, tras haber fraternizado. Hay viviendas
a las que es muy difícil acceder, ya que están cerradas con doble llave.
Hay otras muchas en las que el acceso resulta sencillo, fácil y familiar. Parece como que
superar un umbral fácil de abrir nos hace descubrir el acceso confiado de las personas que
habitan dentro de ella. Y así mismo, es bastante normal encontrarse con que, a la dificultad
para abrir una puerta, se añade la dificultad para relacionarse con quienes así se encierran.
Como si la seguridad exterior indicara también las barreras interiores que las personas tienen.
El símbolo de la puerta se adecua perfectamente al acceso posible con las personas.
Hay personas, que con su mirada, con su fiabilidad, con su sencillez, con su acogida
cariñosa, permiten el acceso a muchas personas, de modo que compartir la cercanía en su
interior resulta riquísimo, fraternal, profundo, religioso, caliente.
Muchas veces, es verdad que la vida nos va endureciendo con sus experiencias críticas. Y
poco a poco, renunciamos a la apertura, renunciamos a seguir dando confianza, y preferimos
«encerrarnos» solos.
Entonces, no sólo entran muy pocos o nadie dentro de nosotros, sino que también nos
alejamos de la necesidad que tenemos de los demás. Con nuestra soledad, sobreviene la
dureza, la frialdad...
En el evangelio resulta enormemente llamativa la actitud de Jesús. Él está abierto a la
confianza, a la voluntad y al amor de Dios Padre. Por eso, en Él encuentran fácil acceso los
niños, los pobres, los pecadores, los jóvenes, los enfermos, los extranjeros. Todos perciben
algo maravilloso en el corazón de Jesús. Su cercanía hace natural a todos el llegar a Dios
Padre.
Con Jesús se abren los bienes divinos (Jn 10, 9); con Él tenemos acceso al Padre (Ef 2,
18); El entrega las llaves del perdón, de la misericordia y de la alegría a Pedro (Mt 16, 19); en
su bautismo se abre el cielo (Jn 1, 51); mediante Él tiene lugar el encuentro pleno entre Dios
Padre y la humanidad (Ap 21, 12-27; 22, 14-15).
¿Por qué no intento ser como Jesús hoy entre los hermanos?
Canto
Preces
(Las personas que antes depositaron su llavero, vuelven a la mesa, y, al tiempo que
recogen su llavero, libremente expresan una petición. Ponemos un ejemplo a continuación)
- Señor, perdónanos por haber cerrado con llave el acceso a la fe a...
- Señor, ayúdame a confiar estas llaves a...
3. Gestos
Tras la participación de los presentes en las preces, a todos se les invita a expresar el gesto
de la acogida y la apertura confiada mediante el signo de la paz (con espontaneidad).
Despedida
PRESIDENTE.- Entrar en el amor y bendición de Dios Padre, es entrar también en nuestros
hermanos. Que la bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo esté con
todos vosotros.
R/. Amén.
Canto
Confesión de los estudian tes