Pepito fumaba mucho y siempre estaba enfermo, mientras que su amigo Carlitos odiaba el tabaco y prefería hacer deporte. Un día, Carlitos le advirtió a Pepito que si seguía fumando tanto tendría que ir al hospital para siempre. Pepito decidió dejar de fumar para poder jugar con Carlitos y recuperar su salud, tirando todos los paquetes de tabaco. Desde entonces, Pepito pudo jugar y correr como Carlitos sin dolores ni manchas, convirtiéndose los dos en chicos sanos.
Gli aumenti, riportati nella tabella allegata, entreranno nella busta paga di giugno con la voce EDR, Elemento Distinto della Retribuzione, e solo dal 1° luglio 2014, entreranno in maniera definitiva nella voce Stipendio.
Seguici anche su Facebook (cerca FISAC CGIL VARESE)
oppure www.facebook.com/FisacCgilVarese
e clicca "Mi piace"
Gli aumenti, riportati nella tabella allegata, entreranno nella busta paga di giugno con la voce EDR, Elemento Distinto della Retribuzione, e solo dal 1° luglio 2014, entreranno in maniera definitiva nella voce Stipendio.
Seguici anche su Facebook (cerca FISAC CGIL VARESE)
oppure www.facebook.com/FisacCgilVarese
e clicca "Mi piace"
1. PEPITO Y EL TABACO
Había una vez, un chico llamado Pepito que fumaba mucho y siempre estaba
malito: tosiendo, con los dientes amarillos, le dolía el pecho y no respiraba bien. Pepito
tenía un amigo que odiaba el tabaco y por ello no fumaba. Él prefería ir a correr, ir en
bici, jugar en el campo con los animales y muchos juegos más que Pepito no podía
hacer porque siempre estaba malito y se cansaba muy rápido por fumar tanto.
Un día el amigo de Pepito, Carlitos, fue hablar con él para decirle que si seguía
fumando tanto, le tendrían que llevar al hospital y quedarse allí para siempre sin poder
salir ni jugar con nadie. Pepito se dio cuenta de que su amigo tenía razón y además él
tenía muchas ganas de salir a jugar con su amigo y poder correr tanto como él, por eso,
pensó que había llegado el momento de dejar de fumar y tiró todos los paquetes de
tabaco a la basura para no volver a fumarse un cigarrillo nunca más.
Des de ese momento, Pepito ya pudo jugar con su amigo Carlitos, correr tanto
como él, las manchas amarillas de las manos y los dientes desaparecieron, ¡y no le dolía
nada!
Y así, Pepito y Carlitos fueron dos chicos muy sanos que vivieron muchos,
muchos años.