Este poema de despedida de Jorge Luis Borges expresa el dolor causado por la inminente ausencia de su amada. Las trescientas noches y paredes que se levantarán entre ellos simbolizan la distancia física, mientras que el mar representa la magia de sus recuerdos compartidos. A pesar de que sólo quedarán los recuerdos, el poeta atesorará para siempre las tardes y noches en las que pudo contemplarla, así como los paisajes que presenciaron juntos pero que ahora se alejan para siempre.