El poema describe una cena de Pascua en la que un miembro de la familia está ausente. La mesa y la decoración son las mismas que siempre, pero hay un asiento vacío que la madre mira con tristeza, recordando al ausente. A pesar de la comida abundante, no hay alegría ni risas como en otras cenas, y cuando la madre ve el lugar vacío, comienza a llorar.