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31 de diciembre del 2012




                       Pequeña Antología de
                      poemas de amor y dolor
                             Autores diversos




                                Poemas de amor y dolor
                            HTTP://POEMASDEAMORYDOLOR.COM/
Contenido
El brindis del bohemio .......................................................................................................................................... 2
Y pienso en ti ........................................................................................................................................................ 8
Yo voy soñando caminos ...................................................................................................................................... 9
Vals de los enamorados ...................................................................................................................................... 10
El Pájaro.............................................................................................................................................................. 12
Vieja la noche ..................................................................................................................................................... 13
Viceversa ............................................................................................................................................................ 14
Amor cibernético ................................................................................................................................................ 15
Canto de esperanza ............................................................................................................................................. 17
Sol de invierno .................................................................................................................................................... 18
A una nariz .......................................................................................................................................................... 19
La Perla ............................................................................................................................................................... 20
Anteprimavera .................................................................................................................................................... 21
Los pollitos dicen… ............................................................................................................................................ 22
La ardilla ............................................................................................................................................................. 23
Campo Amor ...................................................................................................................................................... 24
Viento ................................................................................................................................................................. 25
He aquí que tu estas sola y que estoy solo .......................................................................................................... 26
Vieja la noche ..................................................................................................................................................... 28
El brindis del bohemio
                   En torno de una mesa de cantina,

                        una noche de invierno,

                      regocijadamente departían

                        seis alegres bohemios.

                   Los ecos de sus risas escapaban

                        y de aquel barrio quieto

                    iban a interrumpir el imponente

                          y profundo silencio.

                     El humo de olorosos cigarillos

                    en espirales se elevaba al cielo,

                  simbolizando al resolverse en nada,

                         la vida de los sueños.

                  Pero en todos los labios había risas,

                   inspiración en todos los cerebros,

                    y, repartidas en la mesa, copas

                  pletóricas de ron, whisky o ajenjo.

                    Era curioso ver aquel conjunto,

                         aquel grupo bohemio,

                  del que brotaba la palabra chusca,

                         la que vierte veneno,

                   lo mismo que, melosa y delicada,

                        la música de un verso.

                   A cada nueva libación, las penas

                         hallábanse más lejos

                 del grupo, y nueva inspiración llegaba

                         a todos los cerebros,

                      con el idilio roto que venía

                         en alas del recuerdo.

                   Olvidaba decir que aquella noche,
aquel grupo bohemio

    celebraba entre risas, libaciones,

          chascarrillos y versos,

   la agonía de un año que amarguras

        dejó en todos los pechos,

    y la llegada, consecuencia lógica,

        del “feliz año nuevo” . . .

     Una voz varonil dijo de pronto:

         - las doce, compañeros;

    digamos el “requiescat” por el año

que ha pasado a formar entre los muertos.

  ¡Brindemos por el año que comienza!

      porque nos traiga ensueños;

  porque no sea su equipaje un cúmulo

      de amargos desconsuelos . . .

 - Brindo, dijo otra voz, por la esperanza

          que la vida nos lanza,

    de vencer los rigores del destino,

 por la esperanza, nuestra dulce amiga,

          que las penas mitiga

  y convierte en vergel nuestro camino.

Brindo porque ya hubiere a mi existencia

         puesto fin con violencia

 esgrimiendo en mi frente mi venganza;

   si en mi cielo de tul limpio y divino

          no alumbrara mi sino

    una pálida estrella: Mi esperanza.

     ¡Bravo!, dijeron todos, inspirado

          esta noche has estado

 y hablaste bueno, breve y substancioso.
El turno es de Raúl; alce su copa

        y brinde por . . . Europa,

 ya que su extranjerismo es delicioso . …

  Bebo y brindo, clamó el interpelado;

          brindo por mi pasado,

  que fue de luz, de amor y de alegría,

  y en el que hubo mujeres seductoras

           y frentes soñadoras

  que se juntaron con la frente mía. . .

  Brindo por el ayer que en la amargura

        que hoy cubre de negrura

   mi corazón, esparce sus consuelos

  trayendo hasta mi mente las dulzuras

         de goces, de ternuras,

  de dichas, de deliquios, de desvelos.

-Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente

            brote un torrente

    de inspiración divina y seductora,

  porque vibre en las cuerdas de mi lira

          el verso que suspira,

  que sonríe, que canta y que enamora.

  Brindo porque mis versos cual saetas

        lleguen hasta las grietas

    formadas de metal y de granito,

     del corazón de la mujer ingrata

      que a desdenes me mata . . .

 ¡pero que tiene un cuerpo muy bonito!

  Porque a su corazón llegue mi canto,

       porque enjuguen mi llanto

 sus manos que me causan embelesos;
porque con creces mi pasión me pague. ..

     ¡vamos!, porque me embriague

    con el divino néctar de sus besos.

  Siguió la tempestad de frases vanas,

        de aquellas tan humanas

  que hallan en todas partes acomodo,

y en cada frase de entusiasmo ardiente,

         hubo ovación creciente,

       y libaciones, y reir, y todo.

  Se brindó por la patria, por las flores,

          por los castos amores

 que hacen un valladar de una ventana,

    y por esas pasiones voluptuosas

  que el fango del placer llena de rosas

    y hacen de la mujer la cortesana.

  Sólo faltaba un brindis, el de Arturo,

           el del bohemio puro,

    de noble corazón y gran cabeza;

   aquel que sin ambages declaraba’

          que sólo ambicionaba

     robarle inspiración a la tristeza.

Por todos lados estrechado, alzó la copa

         frente a la alegre tropa

   desbordante de risa y de contento

   los inundó en la luz de una mirada,

      sacudió su melena alborotada

    y dijo así, con inspirado acento:

  -Brindo por la mujer, mas no por esa

en la que halláis consuelo en la tristeza,

  rescoldo del placer ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos

         cuando besáis sus rizos

      artificiosamente perfumados.

   Yo no brindo por ella, compañeros,

   siento por esta vez no complaceros.

   Brindo por la mujer, pero por una,

  por la que me brindó sus embelesos

      y me envolvió en sus besos;

 por la mujer que me arrulló en la cuna.

  Por la mujer que me enseñó de niño

          lo que vale el cariño

    exquisito, profundo y verdadero;

por la mujer que me arrulló en sus brazos

        y que me dió en pedazos

     uno por uno, el corazón entero.

¡Por mi madre!.. bohemios, por la anciana

        que piensa en el mañana

como en algo muy dulce y muy deseado,

  porque sueña tal vez que mi destino

          me señala el camino

   por el que volveré pronto a su lado.

  Por la anciana adorada y bendecida,

  por la que con su sangre me dió vida,

           y ternura y cariño;

   por la que fue la luz del alma mía;

            y lloró de alegría

   sintiendo mi cabeza en su corpiño.

   Por esa brindo yo, dejad que llore,

        que en lágrimas desflore

     esta pena letal que me asesina;
dejad que brinde por mi madre ausente,

         por la que llora y siente

que mi ausencia es un fuego que calcina.

  Por la anciana infeliz que sufre y llora

         y que del cielo implora

que vuelva yo muy pronto a estar con ella;

 por mi madre bohemios, que es dulzura

         vertida en mi amargura

 y en esta noche de mi vida, estrella . ..

     El bohemio calló; ningún acento

          profanó el sentimiento

      nacido del dolor y la ternura,

   y pareció que sobre aquel ambiente

          flotaba inmensamente

   un poema de amor y de amargura.



       Guillermo Aguirre Fierro
Y pienso en ti
                   Yo pienso en ti, tú vives en mi mente

                    sola, fija, sin tregua, a toda hora,

                    aunque tal vez el rostro indiferente

                      no deje reflejar sobre mi frente

                    la llama que en silencio me devora.

                      En mi lobrega y yerta fantasía

                     brilla tu imagen apacible y pura,

                   como el rayo de luz que el sol envía

                     a traves de una boveda sombria

                     al roto mármol de una sepultura.

                   Callado, inerte, en estupor profundo,

                   mi corazón se embarga y se enajena

                   y allá en su centro vibra moribundo

                 cuando entre el vano estrépito del mundo

                     la melodía de tu nombre suena.

                     Sin lucha, sin afán y sin lamento,

                      sin agitarme en ciego frenesí,

                   sin proferir un solo, un leve acento,

                    las largas horas de la noche cuento

                              ¡y pienso en ti!

                         José Batres Montúfar
Yo voy soñando caminos
                    Yo voy soñando caminos

                    de la tarde. ¡Las colinas

                   doradas, los verdes pinos,

                   las polvorientas encinas!…

                    ¿Adónde el camino irá?

                    Yo voy cantando, viajero

                    a lo largo del sendero…

                    -la tarde cayendo está-.

                      “En el corazón tenía

                   “la espina de una pasión;

                  “logré arrancármela un día:

                   “ya no siento el corazón”.

                  Y todo el campo un momento

                  se queda, mudo y sombrío,

                  meditando. Suena el viento

                     en los álamos del río.

                   La tarde más se oscurece;

                    y el camino que serpea

                    y débilmente blanquea

                   se enturbia y desaparece.

                   Mi cantar vuelve a plañir:

                     “Aguda espina dorada,

                    “quién te pudiera sentir

                    “en el corazón clavada”.

                      Antonio Machado
Vals de los enamorados
                         No salieron jamás

                     del vergel del abrazo.

                         Y ante el rojo rosal

                     de los besos rodaron.



                      Huracanes quisieron

                     con rencor separarlos.

                     Y las hachas tajantes

                         y los rígidos rayos.



                      Aumentaron la tierra

                     de las pálidas manos.

                      Precipicios midieron,

                    por el viento impulsados

                    entre bocas deshechas.

                    Recorrieron naufragios,

                    cada vez más profundos

                   en sus cuerpos sus brazos.



                     Perseguidos, hundidos

                    por un gran desamparo

                      de recuerdos y lunas

                    de noviembres y marzos,

                      aventados se vieron

                      como polvo liviano:

                      aventados se vieron,

                    pero siempre abrazados.



                      Miguel Hernandez
El Pájaro
                   En el silencio transparente

                         el día reposaba:

                  la transparencia del espacio

                era la transparencia del silencio.

                La inmóvil luz del cielo sosegaba

                  el crecimiento de las yerbas.

            Los bichos de la tierra, entre las piedras,

               bajo la luz idéntica, eran piedras.

               El tiempo en el minuto se saciaba.

                      En la quietud absorta

                   se consumaba el mediodía.

               Y un pájaro cantó, delgada flecha.

              Pecho de plata herido vibró el cielo,

                     se movieron las hojas,

                    las yerbas despertaron…

              Y sentí que la muerte era una flecha

                  que no se sabe quién dispara

              y en un abrir los ojos nos morimos.
Vieja la noche
                   Vieja la noche, vieja,

                 largo mi corazón antiguo.

                 ¡Qué de brazos adentro

                     del pecho, fríos,

                 se mueven y me buscan,

                     viejo amor mío!

                   La noche, vieja, cae

                 como un lento martirio,

                 sombra y estrella, hueco

                      del pecho mío.

                 Y yo entretanto, ausente

                      de mi martirio,

                 entro en la noche, busco

                      su cuerpo frío.

                    No hay luna, locos,

                    desde hace siglos.

                  Sólo un breve milagro

                     cuando hace frío.

                      Jaime Sabines
Viceversa
             Tengo miedo de verte

              necesidad de verte

              esperanza de verte

              desazones de verte

            tengo ganas de hallarte

            preocupación de hallarte

            certidumbre de hallarte

            pobres dudas de hallarte

            tengo urgencia de oírte

                alegría de oírte

             buena suerte de oírte

               y temores de oírte

                     o sea

                  resumiendo

                  estoy jodido

                   y radiante

             quizá más lo primero

                que lo segundo

                   y también

                   viceversa.

               Mario Benedetti
Amor cibernético
                      Mis ojos sólo han visto el titilante

                     fulgor de tu lenguaje en la pantalla,

                      ventana que me acerca conocida,

                      muro que me separa inexplorada.

                      Te leo, y en mi mente se organiza

                     un cúmulo de imágenes que alcanza

                     a dar cuerpo a la idea de tu cuerpo,

                       a dar vida a la idea de tu alma.

               Te conozco y te ignoro a un mismo tiempo;

                       estoy contigo, pero qué lejana;

                     creo tocar tu piel, y entre mis dedos

                       sólo vibra mi piel sobresaltada.

               Sé que vendrás un día, aunque es incierto

                      si este saber es fe o es esperanza.

                    Y cuando vengas, o si vienes, ¿cómo

                        resistirán mis ojos tu mirada?

                   Tiembla una duda en mi cerebro, y corre

                      el temor a lo largo de mi espalda,

                      formulando insistente la pregunta

                     de si me ves como me imaginabas.

                   Y la inquietud me impulsa a refugiarme

                       en la seguridad de la distancia.

                        Y no sé si prefiero tu venida,

                     o soñarte en ausencia enamorada.

                   No obstante, ven, voy a correr el riesgo,

               que más me aflijo cuanto más te tardas…

                    O quizá…no, no vengas, que no quiero

                    morir de angustia si me despreciaras.

                    O si acaso…tal vez…probablemente…,
perdona, amor, que es el temor quien habla…

  Llégate a mí, sin más, y abre tus brazos,

  que yo hace tanto tiempo te abrí el alma.
Canto de esperanza
              Un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste.

                  Un soplo milenario trae amagos de peste.

                Se asesinan los hombres en el extremo Este.

                    ¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo?

              Se han sabido presagios y prodigios se han visto

                   y parece inminente el retorno de Cristo.

                La tierra está preñada de dolor tan profundo

                   que el soñador, imperial meditabundo,

               sufre con las angustias del corazón del mundo.

                   Verdugos de ideales afligieron la tierra,

               en un pozo de sombra la humanidad se encierra

                con los rudos molosos del odio y de la guerra.

             ¡Oh, Señor Jesucristo! por qué tardas, qué esperas

                 para tender tu mano de luz sobre las fieras

                  y hacer brillar al sol tus divinas banderas!

                Surge de pronto y vierte la esencia de la vida

                sobre tanta alma loca, triste o empedernida,

               que amante de tinieblas tu dulce aurora olvida.

                Ven, Señor, para hacer la gloria de Ti mismo.

             Ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo,

                   ven a traer amor y paz sobre el abismo.

                 Y tu caballo blanco, que miró el visionario,

                pase. Y suene el divino clarín extraordinario.

                   Mi corazón será brasa de tu incensario.
Sol de invierno
                   Es mediodía. Un parque.

                  Invierno. Blancas sendas;

                    simétricos montículos

                    y ramas esqueléticas.

                     Bajo el invernadero,

                     naranjos en maceta,

                    y en su tonel, pintado

                    de verde, la palmera.

                       Un viejecillo dice

                      para su capa vieja:

                   “¡El sol, esta hermosura

                  de sol…!” Los niños juegan.

                     El agua de la fuente

                    resbala, corre y sueña

                    lamiendo, casi muda,

                     la verdinosa piedra.



                       Antonio Machado
A una nariz
              Érase un hombre a una nariz pegado,

                  érase una nariz superlativa,

                érase una nariz sayón y escriba,

               érase un pez espada muy barbado.

               Érase un reloj de sol mal encarado,

                  érase un alquitara pensativa,

                 érase un elefante boca aariba,

                era Ovidio Nasón mas narizado.

                Érase un espolón de una galera,

                 érase una pirámide de Egipto,

                 las doce tribus de narices era.

                  Érase un naricísimo infinito,

                muchísima nariz, nariz tan fiera,

              que en la cara de Anás fuera delito.

                    Francisco de Quevedo
La Perla
              Madrecita, no llores,

              quiero ir por el mar…,

           que me encuentre la noche

             de una gran tempestad.

               En un barco pirata,

               navegar y navegar,

              y soñar con tus ojos

                y llorar y cantar.

             Ver los peces extraños,

              ver las flores del mar,

               y bajar a cortarlas

               por el verde cristal.

              Madrecita, no llores,

               que de nadie será,

             más que tuya, la perla

           que yo encuentre en el mar.



                Óscar Jara Azócar
Anteprimavera
                 Llueve sobre el río…

                  El agua estremece

                 los fragantes juncos

                  de la orilla verde…

                 ¡Ay que ansioso olor

                     a pétalo frío!

                 Llueve sobre el río…

                   Mi barca parece

                mi sueño, en un vago

                mundo. ¡Orilla verde!

                 ¡Ay, barca sin junco!

                  ¡ay, corazón frío!

                 Llueve sobre el río…

                Juan Ramón Jiménez
Los pollitos dicen…

                         Los pollitos dice

                           pío, pío, pío,

                      cuando tienen hambre,

                       cuando tienen frío.

                         La gallina busca

                        el maíz y el trigo,

                         les da la comida

                       y les presta abrigo.

                        Bajo sus dos alas

                       se están quietecitos,

                        y hasta el otro día

                       duermen calientitos.

                        Los pollitos dicen

                           pío, pío, pío,

                          Pío, pío, pío…

                        dicen los pollitos.

                             Popular
La ardilla
               La ardilla corre.

               La ardilla vuela.

                La ardilla salta

                como locuela.

               -Mamá, la ardilla

             ¿no va a la escuela?…

                 Ven ardillita,

               tengo una jaula

              que es muy bonita.

               -No, yo prefiero

              mi tronco de árbol

                 y mi agujero.

                Amado Nervo
Campo Amor
                 Éste del cabello cano,

                como la piel del armiño,

                juntó su candor de niño

             con su experiencia de anciano;

              cuando se tiene en la mano

                 un libro de tal varón,

                abeja es cada expresión

                que, volando del papel,

                deja en los labios la miel

                  y pica en el corazón.
Viento
                  Cantan las hojas,

             bailan las peras en el peral;

                     gira la rosa,

            rosa del viento, no del rosal.

                   Nubes y nubes

           flotan dormidas, algas del aire;

                   todo el espacio

           gira con ellas, fuerza de nadie.

                  Todo es espacio;

             vibra la vara de la amapola

                   y una desnuda

           vuela en el viento lomo de ola.

                    Nada soy yo,

            cuerpo que flota, luz, oleaje;

                  todo es del viento

         y el viento es aire siempre de viaje.
He aquí que tu estas sola y que estoy solo
                 He aquí que tú estás sola y que estoy solo.

                   Haces tus cosas diariamente y piensas

                    y yo pienso y recuerdo y estoy solo.

                   A la misma hora nos recordamos algo

                y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya

                   somos, y una locura celular nos recorre

                   y una sangre rebelde y sin cansancio.

                 Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,

                     se me caerá la carne trozo a trozo.

                           Esto es lejía y muerte.

                       El corrosivo estar, el malestar

                        muriendo es nuestra muerte.

                  Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado

                  quién eres, dónde estás, cómo te llamas.

                    Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,

                      una mitad apenas, sólo un brazo.

                  Te recuerdo en mi boca y en mis manos.

                   Con mi lengua y mis ojos y mis manos

                 te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,

                   a siembra , a flor, hueles a amor, a ti,

                   hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.

                     En mis labios te sé, te reconozco,

                      y giras y eres y miras incansable

                            y toda tú me suenas

                    dentro del corazón como mi sangre.

                   Te digo que estoy solo y que me faltas.

                    Nos faltamos, amor, y nos morimos

                     y nada haremos ya sino morirnos.

                      Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos

en nuestros brazos simples y cansados,

  me faltarás, amor, nos faltaremos.

            Jaime Sabines
Vieja la noche
                   Vieja la noche, vieja,

                 largo mi corazón antiguo.

                 ¡Qué de brazos adentro

                     del pecho, fríos,

                 se mueven y me buscan,

                     viejo amor mío!

                   La noche, vieja, cae

                 como un lento martirio,

                 sombra y estrella, hueco

                      del pecho mío.

                 Y yo entretanto, ausente

                      de mi martirio,

                 entro en la noche, busco

                      su cuerpo frío.

                    No hay luna, locos,

                    desde hace siglos.

                  Sólo un breve milagro

                     cuando hace frío.

                      Jaime Sabines

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Antologia de poemas

  • 1. 31 de diciembre del 2012 Pequeña Antología de poemas de amor y dolor Autores diversos Poemas de amor y dolor HTTP://POEMASDEAMORYDOLOR.COM/
  • 2. Contenido El brindis del bohemio .......................................................................................................................................... 2 Y pienso en ti ........................................................................................................................................................ 8 Yo voy soñando caminos ...................................................................................................................................... 9 Vals de los enamorados ...................................................................................................................................... 10 El Pájaro.............................................................................................................................................................. 12 Vieja la noche ..................................................................................................................................................... 13 Viceversa ............................................................................................................................................................ 14 Amor cibernético ................................................................................................................................................ 15 Canto de esperanza ............................................................................................................................................. 17 Sol de invierno .................................................................................................................................................... 18 A una nariz .......................................................................................................................................................... 19 La Perla ............................................................................................................................................................... 20 Anteprimavera .................................................................................................................................................... 21 Los pollitos dicen… ............................................................................................................................................ 22 La ardilla ............................................................................................................................................................. 23 Campo Amor ...................................................................................................................................................... 24 Viento ................................................................................................................................................................. 25 He aquí que tu estas sola y que estoy solo .......................................................................................................... 26 Vieja la noche ..................................................................................................................................................... 28
  • 3. El brindis del bohemio En torno de una mesa de cantina, una noche de invierno, regocijadamente departían seis alegres bohemios. Los ecos de sus risas escapaban y de aquel barrio quieto iban a interrumpir el imponente y profundo silencio. El humo de olorosos cigarillos en espirales se elevaba al cielo, simbolizando al resolverse en nada, la vida de los sueños. Pero en todos los labios había risas, inspiración en todos los cerebros, y, repartidas en la mesa, copas pletóricas de ron, whisky o ajenjo. Era curioso ver aquel conjunto, aquel grupo bohemio, del que brotaba la palabra chusca, la que vierte veneno, lo mismo que, melosa y delicada, la música de un verso. A cada nueva libación, las penas hallábanse más lejos del grupo, y nueva inspiración llegaba a todos los cerebros, con el idilio roto que venía en alas del recuerdo. Olvidaba decir que aquella noche,
  • 4. aquel grupo bohemio celebraba entre risas, libaciones, chascarrillos y versos, la agonía de un año que amarguras dejó en todos los pechos, y la llegada, consecuencia lógica, del “feliz año nuevo” . . . Una voz varonil dijo de pronto: - las doce, compañeros; digamos el “requiescat” por el año que ha pasado a formar entre los muertos. ¡Brindemos por el año que comienza! porque nos traiga ensueños; porque no sea su equipaje un cúmulo de amargos desconsuelos . . . - Brindo, dijo otra voz, por la esperanza que la vida nos lanza, de vencer los rigores del destino, por la esperanza, nuestra dulce amiga, que las penas mitiga y convierte en vergel nuestro camino. Brindo porque ya hubiere a mi existencia puesto fin con violencia esgrimiendo en mi frente mi venganza; si en mi cielo de tul limpio y divino no alumbrara mi sino una pálida estrella: Mi esperanza. ¡Bravo!, dijeron todos, inspirado esta noche has estado y hablaste bueno, breve y substancioso.
  • 5. El turno es de Raúl; alce su copa y brinde por . . . Europa, ya que su extranjerismo es delicioso . … Bebo y brindo, clamó el interpelado; brindo por mi pasado, que fue de luz, de amor y de alegría, y en el que hubo mujeres seductoras y frentes soñadoras que se juntaron con la frente mía. . . Brindo por el ayer que en la amargura que hoy cubre de negrura mi corazón, esparce sus consuelos trayendo hasta mi mente las dulzuras de goces, de ternuras, de dichas, de deliquios, de desvelos. -Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente brote un torrente de inspiración divina y seductora, porque vibre en las cuerdas de mi lira el verso que suspira, que sonríe, que canta y que enamora. Brindo porque mis versos cual saetas lleguen hasta las grietas formadas de metal y de granito, del corazón de la mujer ingrata que a desdenes me mata . . . ¡pero que tiene un cuerpo muy bonito! Porque a su corazón llegue mi canto, porque enjuguen mi llanto sus manos que me causan embelesos;
  • 6. porque con creces mi pasión me pague. .. ¡vamos!, porque me embriague con el divino néctar de sus besos. Siguió la tempestad de frases vanas, de aquellas tan humanas que hallan en todas partes acomodo, y en cada frase de entusiasmo ardiente, hubo ovación creciente, y libaciones, y reir, y todo. Se brindó por la patria, por las flores, por los castos amores que hacen un valladar de una ventana, y por esas pasiones voluptuosas que el fango del placer llena de rosas y hacen de la mujer la cortesana. Sólo faltaba un brindis, el de Arturo, el del bohemio puro, de noble corazón y gran cabeza; aquel que sin ambages declaraba’ que sólo ambicionaba robarle inspiración a la tristeza. Por todos lados estrechado, alzó la copa frente a la alegre tropa desbordante de risa y de contento los inundó en la luz de una mirada, sacudió su melena alborotada y dijo así, con inspirado acento: -Brindo por la mujer, mas no por esa en la que halláis consuelo en la tristeza, rescoldo del placer ¡desventurados!;
  • 7. no por esa que os brinda sus hechizos cuando besáis sus rizos artificiosamente perfumados. Yo no brindo por ella, compañeros, siento por esta vez no complaceros. Brindo por la mujer, pero por una, por la que me brindó sus embelesos y me envolvió en sus besos; por la mujer que me arrulló en la cuna. Por la mujer que me enseñó de niño lo que vale el cariño exquisito, profundo y verdadero; por la mujer que me arrulló en sus brazos y que me dió en pedazos uno por uno, el corazón entero. ¡Por mi madre!.. bohemios, por la anciana que piensa en el mañana como en algo muy dulce y muy deseado, porque sueña tal vez que mi destino me señala el camino por el que volveré pronto a su lado. Por la anciana adorada y bendecida, por la que con su sangre me dió vida, y ternura y cariño; por la que fue la luz del alma mía; y lloró de alegría sintiendo mi cabeza en su corpiño. Por esa brindo yo, dejad que llore, que en lágrimas desflore esta pena letal que me asesina;
  • 8. dejad que brinde por mi madre ausente, por la que llora y siente que mi ausencia es un fuego que calcina. Por la anciana infeliz que sufre y llora y que del cielo implora que vuelva yo muy pronto a estar con ella; por mi madre bohemios, que es dulzura vertida en mi amargura y en esta noche de mi vida, estrella . .. El bohemio calló; ningún acento profanó el sentimiento nacido del dolor y la ternura, y pareció que sobre aquel ambiente flotaba inmensamente un poema de amor y de amargura. Guillermo Aguirre Fierro
  • 9. Y pienso en ti Yo pienso en ti, tú vives en mi mente sola, fija, sin tregua, a toda hora, aunque tal vez el rostro indiferente no deje reflejar sobre mi frente la llama que en silencio me devora. En mi lobrega y yerta fantasía brilla tu imagen apacible y pura, como el rayo de luz que el sol envía a traves de una boveda sombria al roto mármol de una sepultura. Callado, inerte, en estupor profundo, mi corazón se embarga y se enajena y allá en su centro vibra moribundo cuando entre el vano estrépito del mundo la melodía de tu nombre suena. Sin lucha, sin afán y sin lamento, sin agitarme en ciego frenesí, sin proferir un solo, un leve acento, las largas horas de la noche cuento ¡y pienso en ti! José Batres Montúfar
  • 10. Yo voy soñando caminos Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!… ¿Adónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero… -la tarde cayendo está-. “En el corazón tenía “la espina de una pasión; “logré arrancármela un día: “ya no siento el corazón”. Y todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento en los álamos del río. La tarde más se oscurece; y el camino que serpea y débilmente blanquea se enturbia y desaparece. Mi cantar vuelve a plañir: “Aguda espina dorada, “quién te pudiera sentir “en el corazón clavada”. Antonio Machado
  • 11. Vals de los enamorados No salieron jamás del vergel del abrazo. Y ante el rojo rosal de los besos rodaron. Huracanes quisieron con rencor separarlos. Y las hachas tajantes y los rígidos rayos. Aumentaron la tierra de las pálidas manos. Precipicios midieron, por el viento impulsados entre bocas deshechas. Recorrieron naufragios, cada vez más profundos en sus cuerpos sus brazos. Perseguidos, hundidos por un gran desamparo de recuerdos y lunas de noviembres y marzos, aventados se vieron como polvo liviano: aventados se vieron, pero siempre abrazados. Miguel Hernandez
  • 12.
  • 13. El Pájaro En el silencio transparente el día reposaba: la transparencia del espacio era la transparencia del silencio. La inmóvil luz del cielo sosegaba el crecimiento de las yerbas. Los bichos de la tierra, entre las piedras, bajo la luz idéntica, eran piedras. El tiempo en el minuto se saciaba. En la quietud absorta se consumaba el mediodía. Y un pájaro cantó, delgada flecha. Pecho de plata herido vibró el cielo, se movieron las hojas, las yerbas despertaron… Y sentí que la muerte era una flecha que no se sabe quién dispara y en un abrir los ojos nos morimos.
  • 14. Vieja la noche Vieja la noche, vieja, largo mi corazón antiguo. ¡Qué de brazos adentro del pecho, fríos, se mueven y me buscan, viejo amor mío! La noche, vieja, cae como un lento martirio, sombra y estrella, hueco del pecho mío. Y yo entretanto, ausente de mi martirio, entro en la noche, busco su cuerpo frío. No hay luna, locos, desde hace siglos. Sólo un breve milagro cuando hace frío. Jaime Sabines
  • 15. Viceversa Tengo miedo de verte necesidad de verte esperanza de verte desazones de verte tengo ganas de hallarte preocupación de hallarte certidumbre de hallarte pobres dudas de hallarte tengo urgencia de oírte alegría de oírte buena suerte de oírte y temores de oírte o sea resumiendo estoy jodido y radiante quizá más lo primero que lo segundo y también viceversa. Mario Benedetti
  • 16. Amor cibernético Mis ojos sólo han visto el titilante fulgor de tu lenguaje en la pantalla, ventana que me acerca conocida, muro que me separa inexplorada. Te leo, y en mi mente se organiza un cúmulo de imágenes que alcanza a dar cuerpo a la idea de tu cuerpo, a dar vida a la idea de tu alma. Te conozco y te ignoro a un mismo tiempo; estoy contigo, pero qué lejana; creo tocar tu piel, y entre mis dedos sólo vibra mi piel sobresaltada. Sé que vendrás un día, aunque es incierto si este saber es fe o es esperanza. Y cuando vengas, o si vienes, ¿cómo resistirán mis ojos tu mirada? Tiembla una duda en mi cerebro, y corre el temor a lo largo de mi espalda, formulando insistente la pregunta de si me ves como me imaginabas. Y la inquietud me impulsa a refugiarme en la seguridad de la distancia. Y no sé si prefiero tu venida, o soñarte en ausencia enamorada. No obstante, ven, voy a correr el riesgo, que más me aflijo cuanto más te tardas… O quizá…no, no vengas, que no quiero morir de angustia si me despreciaras. O si acaso…tal vez…probablemente…,
  • 17. perdona, amor, que es el temor quien habla… Llégate a mí, sin más, y abre tus brazos, que yo hace tanto tiempo te abrí el alma.
  • 18. Canto de esperanza Un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste. Un soplo milenario trae amagos de peste. Se asesinan los hombres en el extremo Este. ¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo? Se han sabido presagios y prodigios se han visto y parece inminente el retorno de Cristo. La tierra está preñada de dolor tan profundo que el soñador, imperial meditabundo, sufre con las angustias del corazón del mundo. Verdugos de ideales afligieron la tierra, en un pozo de sombra la humanidad se encierra con los rudos molosos del odio y de la guerra. ¡Oh, Señor Jesucristo! por qué tardas, qué esperas para tender tu mano de luz sobre las fieras y hacer brillar al sol tus divinas banderas! Surge de pronto y vierte la esencia de la vida sobre tanta alma loca, triste o empedernida, que amante de tinieblas tu dulce aurora olvida. Ven, Señor, para hacer la gloria de Ti mismo. Ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo, ven a traer amor y paz sobre el abismo. Y tu caballo blanco, que miró el visionario, pase. Y suene el divino clarín extraordinario. Mi corazón será brasa de tu incensario.
  • 19. Sol de invierno Es mediodía. Un parque. Invierno. Blancas sendas; simétricos montículos y ramas esqueléticas. Bajo el invernadero, naranjos en maceta, y en su tonel, pintado de verde, la palmera. Un viejecillo dice para su capa vieja: “¡El sol, esta hermosura de sol…!” Los niños juegan. El agua de la fuente resbala, corre y sueña lamiendo, casi muda, la verdinosa piedra. Antonio Machado
  • 20. A una nariz Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una nariz sayón y escriba, érase un pez espada muy barbado. Érase un reloj de sol mal encarado, érase un alquitara pensativa, érase un elefante boca aariba, era Ovidio Nasón mas narizado. Érase un espolón de una galera, érase una pirámide de Egipto, las doce tribus de narices era. Érase un naricísimo infinito, muchísima nariz, nariz tan fiera, que en la cara de Anás fuera delito. Francisco de Quevedo
  • 21. La Perla Madrecita, no llores, quiero ir por el mar…, que me encuentre la noche de una gran tempestad. En un barco pirata, navegar y navegar, y soñar con tus ojos y llorar y cantar. Ver los peces extraños, ver las flores del mar, y bajar a cortarlas por el verde cristal. Madrecita, no llores, que de nadie será, más que tuya, la perla que yo encuentre en el mar. Óscar Jara Azócar
  • 22. Anteprimavera Llueve sobre el río… El agua estremece los fragantes juncos de la orilla verde… ¡Ay que ansioso olor a pétalo frío! Llueve sobre el río… Mi barca parece mi sueño, en un vago mundo. ¡Orilla verde! ¡Ay, barca sin junco! ¡ay, corazón frío! Llueve sobre el río… Juan Ramón Jiménez
  • 23. Los pollitos dicen… Los pollitos dice pío, pío, pío, cuando tienen hambre, cuando tienen frío. La gallina busca el maíz y el trigo, les da la comida y les presta abrigo. Bajo sus dos alas se están quietecitos, y hasta el otro día duermen calientitos. Los pollitos dicen pío, pío, pío, Pío, pío, pío… dicen los pollitos. Popular
  • 24. La ardilla La ardilla corre. La ardilla vuela. La ardilla salta como locuela. -Mamá, la ardilla ¿no va a la escuela?… Ven ardillita, tengo una jaula que es muy bonita. -No, yo prefiero mi tronco de árbol y mi agujero. Amado Nervo
  • 25. Campo Amor Éste del cabello cano, como la piel del armiño, juntó su candor de niño con su experiencia de anciano; cuando se tiene en la mano un libro de tal varón, abeja es cada expresión que, volando del papel, deja en los labios la miel y pica en el corazón.
  • 26. Viento Cantan las hojas, bailan las peras en el peral; gira la rosa, rosa del viento, no del rosal. Nubes y nubes flotan dormidas, algas del aire; todo el espacio gira con ellas, fuerza de nadie. Todo es espacio; vibra la vara de la amapola y una desnuda vuela en el viento lomo de ola. Nada soy yo, cuerpo que flota, luz, oleaje; todo es del viento y el viento es aire siempre de viaje.
  • 27. He aquí que tu estas sola y que estoy solo He aquí que tú estás sola y que estoy solo. Haces tus cosas diariamente y piensas y yo pienso y recuerdo y estoy solo. A la misma hora nos recordamos algo y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya somos, y una locura celular nos recorre y una sangre rebelde y sin cansancio. Se me va a hacer llagas este cuerpo solo, se me caerá la carne trozo a trozo. Esto es lejía y muerte. El corrosivo estar, el malestar muriendo es nuestra muerte. Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado quién eres, dónde estás, cómo te llamas. Yo soy sólo una parte, sólo un brazo, una mitad apenas, sólo un brazo. Te recuerdo en mi boca y en mis manos. Con mi lengua y mis ojos y mis manos te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne, a siembra , a flor, hueles a amor, a ti, hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí. En mis labios te sé, te reconozco, y giras y eres y miras incansable y toda tú me suenas dentro del corazón como mi sangre. Te digo que estoy solo y que me faltas. Nos faltamos, amor, y nos morimos y nada haremos ya sino morirnos. Esto lo sé, amor, esto sabemos.
  • 28. Hoy y mañana, así, y cuando estemos en nuestros brazos simples y cansados, me faltarás, amor, nos faltaremos. Jaime Sabines
  • 29. Vieja la noche Vieja la noche, vieja, largo mi corazón antiguo. ¡Qué de brazos adentro del pecho, fríos, se mueven y me buscan, viejo amor mío! La noche, vieja, cae como un lento martirio, sombra y estrella, hueco del pecho mío. Y yo entretanto, ausente de mi martirio, entro en la noche, busco su cuerpo frío. No hay luna, locos, desde hace siglos. Sólo un breve milagro cuando hace frío. Jaime Sabines