1. Hablemos de algo que a todos nos preocupa. “LA DROGADICCION” Pero, hablemos de forma seria, de la famosa piedra o crack – coca. Es la cocaína, droga estimulante altamente adictiva. Se inhala como polvo “perico” o como piedra y se le llama crack por el crujido que se oye cuando se calientan los cristales. Se fuma y sus vapores se inhalan. Efectos: Constricción de los vasos sanguíneos , dilatación de las pupilas, aumento de la temperatura, la frecuencia cardiaca y la tensión arterial. Con una euforia. Por eso se expone a un ataque al corazón o un accidente cerebrovascular. Por lo general se viene una convulsión seguida de un paro respiratorio. Lo más peligroso de la drogadicción es creer que no se está esclavo de ella temblor, vértigo, crispación muscular, paranoia. También puede llevar a comportamiento extraño, errático o violento. Puede causar paro cardíaco, apoplejías y paro respiratorio .
2. ¿Cómo se consume el crack? El crack casi siempre se fuma. Al fumar el crack de cocaína, grandes cantidades de la droga pasan a los pulmones, de donde produce una euforia intensa e inmediata. ¿Quiénes usan el crack? Personas de todas las edades abusan de crack. Donde trabajo como sacerdote un alto número de jóvenes la consumen. Forman bandas para unirse y poder tener acceso a ella. Tienen que robar, pelear entre ellos o lanzarse a la calle para pedir y así reunir para adquirirla. La palabra Adicción quiere decir “Sin Habla” (A- Dicción). • Experimentador de drogas: prueba, tiene contacto alguna vez en su vida con la sustancia pero después no consume más. • Abusador: desarrollar cierto hábito en sus tiempos libres, como para la diversión. • Adicto: desarrolla dependencia a la conducta de consumo. Experimenta abstinencia psicológica, irritabilidad, siente que falta algo. “ Alguien puede ser adicto y sólo consumir los fines de semana, pero durante la semana se prepara para cuando llegue el momento Produce una obsesión para abandonar todo.
3. Por lo general son debiluchos y muy pálidos, pues el consume de esta droga les quita el apetito y caen en la desnutrición. A los muchachos por el barrio los encuentro recostados de la pared de una esquina con miedo, con la mirada perdida, con rabia y con una sonrisa que se hace mueca por el dolor que padecen y por no tener ayuda, fuerzas no pueden dejarla. Otros, tantos vagan por las calles con aspecto de mucho abandono y con paranoia o locura que produce temor para los que se cruzan con ellos. Muchos de ellos son asiduos visitantes de los calabozos de la policía. Conocidos y apoyados por la misma policía. Habrá que recordar que todos por aquí, en el barrio, saben donde y quienes la venden. Por eso la gravedad se hace mayor y todos hacen silencio cómplice. Este silencio se mantiene por miedo, aunque por la crecida de la ola de mortandad se empieza a despertar la comunidad.