Iker Karrera: Bidea Ipar - ESP

PRÓLOGO
POR KILIAN JORNET
CUANDOCONOCÍAIKER me pregunté si sabría sonreír. Allí, en el podio,
estábamos celebrando juntos uno de los mejores momentos de nuestras
carreras deportivas. Y bajo esa explosión de euforia al comprender que
después de meses, qué digo meses, años de trabajo y entrenos duros y
también lesiones, llega el día en que todo sale a la perfección y que las
piernas flotan, y eso sucede en la gran carrera, en una de esas veces que
en el día D el cuerpo responde. Y lo consigues. Pues allí, en el podio, des-
pués del dolor, ya duchados y con el estómago lleno, con el champán ro-
ciándolo todo…, la boca de Iker mostraba una perfecta línea plana, labios
que no se separan. ¡Joder, Iker, que estás en el podio del UTMB!
Tardé un tiempo en comprender que, detrás de esos labios cerrados,
la alegría era inmensa. Hay algunos que muestran sus emociones al
mundo a la más mínima, pero Iker no es así. Iker es un chico normal
que corre excepcionalmente bien, y que sabe sufrir. Mucho. Su testarudez
lo ha llevado a estar en lo más alto del ultra trail mundial durante la
década pasada. Allí donde se presentaba todos sabíamos que sería el
rival a batir. Concentrado desde la salida hasta la meta, mirada al frente,
con cara del mejor jugador de póquer.
No fue hasta unos años más tarde, compartiendo un viaje en las
Rocosas americanas para participar en una carrera, cuando conocí al
verdadero Iker. En la intimidad que permite la ausencia de cámaras y
parafernalias. Su sentido del humor agudo, su amor tierno, su naturalidad
frente a las situaciones complicadas. Un corredor humano, excepcio-
nalmente humano.
En este libro vais a conocer al Iker que marcó la historia del deporte
del ultra trail, que desde un caserío de Amezketa luchó y entrenó
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para llegar a las carreras más importantes del mundo, desde Chamonix
a Silverton, siendo admirado por los corredores del pelotón y temido
por sus rivales. El que batió récords en Pirineos y Alpes. Pero también
al Iker que se preocupa por el bienestar de los suyos, del medio am-
biente y las zonas rurales donde vive. En fin, descubriréis cómo una
persona normal y de una humildad desbordante llegó a ser un atleta
de excepción.
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UTMB 2011.
EL COMIENZO DE TODO
«Ez nau izutzen gaurik ilunenak,
ez nau beldurtzen erortzeak,
ez nau larritzen neguak,
itzulgabeko bideak».
«No me asusta la noche más oscura,
no me da miedo caer,
no me preocupa el invierno,
ni este camino sin retorno».
Ken Zazpi (Ez nau izutzen)
—Avec le numéro 1501: Kilian Jornet.
—Avec le numéro 1516: Iker Karrera.
SON LAS 23:18 HORAS DEL 26 DE AGOSTO DE 2011 en Chamonix
(Francia). La famosa carrera del Ultra Trail del Mont Blanc (UTMB) está
a punto de comenzar, y el speaker de la prueba sigue repasando en voz
alta la lista de los grandes favoritos para adjudicarse la carrera. Entre los
2645 atletas que se han congregado en la salida se encuentra el corredor
de Amezketa (Guipúzcoa) Iker Karrera, que participará por primera vez
en el evento por excelencia de la distancia ultra. El tiempo es inclemente
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y se nota el frío y la lluvia. En la plaza frente a la iglesia que toma el
nombre de Saint-Michel Catholic Church, los que echarán a correr en
cuestión de minutos esperan inquietos la hora de salida sin quitarse la
capucha del chubasquero.
La salida debía tener lugar a las cinco de la tarde, pero las previsiones
meteorológicas no son las más adecuadas para pasar, al menos, veinti-
cuatro horas en la montaña. Parece que la tormenta y los rayos acom-
pañarán muy de cerca a los corredores a partir de las seis de la tarde.
En el intento por evitar algún imprevisto, la organización está barajando
varias posibilidades.
El UTMB se disputó por primera vez en 2003, y desde entonces en
muchas de las ediciones el tiempo no ha acompañado a los corredores.
Este año también parece que el destino va por el mismo camino. A pesar
de las dificultades, y sabiendo que el recorrido tiene 178 kilómetros de
longitud y 10 000 metros de desnivel positivo, muchos tardarán casi 48
horas en intentar completar la prueba. Todas estas variables han sido
suficientes, tras una última reunión de urgencia celebrada por la orga-
nización, para retrasar la salida. El año pasado también ocurrió algo pa-
recido. Es el último fin de semana de agosto, y en algunos tramos del
recorrido previsto los corredores alcanzarán casi los 2500 metros de al-
tura. Con todos estos ingredientes, y con los antecedentes del 2010, la
organización ya tiene bastantes quebraderos de cabeza. En aquella oca-
sión, primero se tomó la decisión de suspender la prueba al poco de
arrancar, pero después, unas horas más tarde, se reanudó la carrera.
Tras la negativa de muchos de los favoritos a volver a salir, la organización
preparó un recorrido de 100 kilómetros en las inmediaciones de Cha-
monix. ¡Estamos en los Alpes, no hay más misterio!
Pero en este 2011 no quieren que ocurra nada parecido. El tiempo
previsto para la noche ha vuelto a poner en alerta a los organizadores.
Los nervios son evidentes a la hora de tomar la decisión. Esto es el Ultra
Trail del Mont Blanc, y aquí no dejan nada al azar. Con la seguridad no
se juega, al menos en el UTMB.
Iker Karrera se ha acercado a principios de agosto a los alrededores
de Chamonix. Fue en 2009 cuando se inició en las carreras de larga dis-
tancia y, tras unos buenos resultados, en julio de 2010 disputó a con-
ciencia su primera carrera de cien millas, la Ehunmilak (166 kilómetros,
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Beasain, Guipúzcoa). Era una carrera cerca de casa, pasaría por los al-
rededores de su caserío Lizeaga y conocía el recorrido a la perfección.
Pero las cosas no salieron tan bien como él esperaba. A falta de 35 kiló-
metros, y con casi una hora de ventaja, tuvo que abandonar la carrera.
Fue en Beasain, delante de todos sus allegados, cuando recibió el mayor
golpe posible en su hasta entonces corta trayectoria deportiva. Desde
entonces, la espina continúa ahí.
En las carreras disputadas en los siguientes meses, Iker demostró
su nivel tras ganar tres de las cinco pruebas disputadas: Citadelles (73
kilómetros, Francia), Transvulcania (83 kilómetros, La Palma), junto a
Miguel Heras, y Trail du Lac Annecy (81 kilómetros, Francia). En las otras
dos, ha sido segundo: en Alto Sil (29 kilómetros, León) y en la ultra
trail de Zugspitz (101 kilómetros, Alemania). Aunque los resultados ob-
tenidos hasta la fecha no han dejado ninguna duda, aún no se ha vuelto
a enfrentar con el muro de las cien millas de distancia. ¡Eso es otra cosa!
¡Otro mundo! En Chamonix quiere demostrarse a sí mismo que ha
aprendido bien la lección de la Ehunmilak.
Será su primera toma de contacto con la carrera más famosa del
mundo, y sabe que en una carrera de estas características es imprescin-
dible conocer el recorrido. Tendrá 178 kilómetros por delante y, aunque
conoce algo los Alpes, no conoce el circuito que recorrerá. Tres semanas
antes de la carrera, ha decidido conocer el trazado en cuatro días, junto
a su pareja Idoia Rodríguez. Hará cuatro maratones en cuatro días. De-
jando de lado los primeros ocho kilómetros, ha iniciado su intento de
conocer el recorrido desde Les Houches. El primer día ha llegado hasta
Notre Dame de la Gorge; el segundo día, hasta Courmayeur; el tercero,
hasta Champez Lac, y para finalizar, ha completado el tramo entre Cham-
pez Lac y Chamonix. A medida que ha ido completando el recorrido ha
disfrutado con sus maravillosos paisajes y lugares, quizás porque sabe
que una vez que empiece la carrera no podrá tomarse mucho tiempo
para admirar el paisaje.
Muy pocos días ha pasado Iker Karrera en Chamonix. En sus calles
hay un tremendo postureo en los días previos a la carrera. Llevar la ca-
miseta de finisher de años anteriores, o una prenda relacionada con al-
guna de las carreras más significativas del mundo, es algo imprescindible
durante esos días. Cada uno quiere demostrar su valía o galones a las
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puertas de la prueba reina para indicar que no es uno más del pelotón
entre los seguidores presentes. Como si fueras parte de la familia o del
selecto grupo que forman quienes han finalizado alguna vez el UTMB.
Iker prefiere pasar desapercibido sin hacer mucho ruido. No le
gusta frecuentar lugares de gran afluencia, y eso en Chamonix, y más
en la semana del UTMB, es lo siguiente a lo imposible. Ha decidido
mantener la calma en los días precedentes. Para entrenar y adaptarse
a la altura, ha querido aprovechar los días previos de carrera para dor-
mir en los puertos de montaña. Idoia e Iker también han pasado varias
noches en el aparcamiento del parque Merlett sobre Chamonix. En
él hay un balcón espectacular de todo el valle. En la última semana
antes de la carrera ha aprovechado para realizar un par de entrena-
mientos con su compañero de equipo, Kilian Jornet, ganador del
evento en 2009.
Pero ha llegado el día, ya no hay marcha atrás. En las secciones de-
portivas de los periódicos generalistas su nombre no aparece en ningún
sitio. Tampoco aparece en ninguna quiniela de las revistas especializadas
del mundo del ultra trail, ni en los tabloides franceses. Pocos saben si-
quiera que va a participar en el UTMB. Además de Jornet, figuran en la
lista de corredores que están escritos con mayúsculas el español Miguel
Ángel Heras, los franceses Sébastien Chaigneau y François D Haene,
los americanos Geoff Roes y Mike Foote, el húngaro Németh Csaba o
el británico Jez Bragg.
El mejor corredor del mundo, el catalán Kilian Jornet, ha acudido
a Chamonix tras ser tercero el 14 de agosto en la carrera Sierre-Zinal
(Suiza). Aunque no pudo ganar la carrera, su nombre está en boca de
todos en los días previos. A pesar del pequeño tropiezo en tierras sui-
zas, todavía sigue siendo el mejor corredor del mundo. En los últimos
días del mes de junio ganó la carrera Western State (161 kilómetros,
EE. UU.), y después de un duro verano se ha preparado para ganar su
tercer UTMB. La ganó por primera vez en 2008, con solo 20 años. En
los dos años anteriores, en 2006 y 2007, ganó el italiano Marco Olmo,
con 58 y 59 años. Un año después, Kilian se impuso en el UTMB como
el vencedor más joven de la historia. En 2009 volvió a ser el mejor y
en 2010, tras la suspensión de la carrera, decidió acudir al Trofeo Kima
(Val Masino, Italia). Enrabietado por los acontecimientos sucedidos
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en 2010, este año se ha acercado de nuevo con especial entusiasmo
al valle de Chamonix.
Durante el verano, en agosto, Jornet optó primero por participar
en el segundo kilómetro vertical de Manigod (Alpes, Francia). No es
una carrera habitual: se corre durante cuatro fines de semana y el re-
corrido siempre es el mismo. Tras ganar la segunda prueba, el 17 de
agosto gana la cuarta del circuito. Pero esta vez no ha ido solo: Iker tam-
bién le ha acompañado. Le ha parecido una buena idea participar en
ella. Con la excusa de que la carrera y el ambiente son excelentes, han
decidido acudir junto a la corredora rusa Zahnna Vokueva, amiga de
Jornet. También se ha unido a la cita la pareja de Iker, Idoia Rodríguez.
Han hecho a toda velocidad los 70 kilómetros que separan Cha-
monix de Manigod en el coche que conduce Jornet. Han salido tarde
de Chamonix y en el camino que va a Saint Gervais primero, y al Coll
des Aravis después, el catalán ha ido sacando humo a las ruedas. Tras
llegar un poco justos a la línea de salida, Jornet se ha adelantado a sus
competidores en cuanto ha empezado la carrera. Ni siquiera ha tenido
que mirar hacia atrás para ganar la prueba. Iker, por su parte, tras salir
bastante atrás, ha conseguido acabar en segunda posición. Un minuto
les ha separado en meta.
A pesar de tener información el uno del otro, hasta entonces apenas
se conocían, y el propio Jornet ha quedado sorprendido con el nivel de
Karrera. Se ha dado cuenta de que no es un corredor cualquiera. Unos
días más tarde, Jornet ha tomado el camino hacia Annecy (Francia). Se
acercará a la sede central de su patrocinador principal, la marca deportiva
Salomon, donde recogerá la ropa que han preparado especialmente
para la ocasión. Las responsables principales de la marca han decidido
que todos los corredores de la firma Salomon lleven la misma ropa. Par-
ticiparán vestidos mayoritariamente de color blanco; entre otros, el pro-
pio Jornet, Miguel Ángel Heras y Nerea Martínez. Pero Jornet pone una
condición a los responsables de la marca:
—¡Karrera tiene que llevar la misma ropa!
Dicho y hecho. En la semana previa a la carrera, Jornet mantiene
una costumbre en Chamonix. Con los corredores que vienen de fuera
organiza una salida al Mont Blanc (Alpes, 4809 metros). En los mentideros
del trail siempre se ha creído que es la estrategia que utiliza Jornet para

colocar a cada corredor en su sitio. Iker no piensa acudir, y ha justificado
su ausencia. No quiere entrar en ese juego. Ya ha estado antes en el
Mont Blanc y no ve ninguna necesidad de repetir.
Es víspera de carrera. La entrada y salida del hotel Mercure de Cha-
monix está plagada de corredores y responsables de la firma Salomon.
Todos se han alojado allí: Kilian Jornet, Miguel Ángel Heras, el francés
François D’Haene, el alemán Matthias Dippacher y la vasca Nerea Mar-
tínez, entre otros. A Iker no le conoce casi nadie allí. Pasa inadvertido.
Recoge la nueva ropa, saluda a los responsables, Joan Solà y Pau Ylla, y
se encamina hacia la habitación.
Tras dejar las cosas en su sitio, todos se van a preparar el material
obligatorio que llevarán en carrera. Karrera, Heras y Jornet empiezan a
decidir qué llevarán en las diminutas mochilas que les han preparado
para la gran ocasión. A pesar de llegar a la cita de Chamonix tras disputar
algunas carreras de larga distancia, Iker sigue sin tener mucha experiencia
con el tema del material obligatorio. Los otros dos, en cambio, tienen
demasiada. Han empezado como grandes artesanos, pensando dónde
quitar peso al material. Heras, como los mejores ingenieros contempo-
ráneos, ha dejado perplejo a Iker con su facilidad para interpretar las
normas. La excelencia en los trucos que utiliza para mantenerse dentro
de la ley han dejado totalmente sorprendido al amezketarra. Heras
llevará hasta lo más extremo la selección del material obligatorio. Es un
maestro en eso.
Iker conoce a Heras de antes. Se conocieron en octubre de 2010,
en Bagà ( Barcelona), en la ultra trail Cavalls del Vent. Heras se adjudicó
aquella edición e Iker acabó tercero. Unos meses más tarde, en marzo
de 2011, se volvieron a encontrar; primero, en Alto Sil (León); en mayo,
en Transvulcania (La Palma), y en junio, en la carrera de Zugspitz (Ale-
mania), antes de reencontrarse en Chamonix. En dos de ellas, Heras
logró la victoria con autoridad. En Transvulcania llegaron juntos en pri-
mera posición.
Heras es un corredor que viene del mundo de los raid de aventura.
Ha llegado a las carreras de montaña con una gran experiencia acumu-
lada, e Iker siente mucho respeto por él. Siguiendo sus consejos, ha de-
cidido llevar bien medido todo lo que hay que cargar en carrera. Arran-
carán aprovechando los resquicios que deja la interpretación de la ley.
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Así lo han decidido. Sin embargo, Iker no está tranquilo. Tiene muchas
preguntas en la cabeza.
Se anuncia muy mal tiempo para la noche, y sabe además que du-
rante la carrera pueden hacer controles del material obligatorio en cual-
quier momento. Está lleno de dudas. Pensativo. ¿Y si no todos los jueces
tuvieran el mismo criterio con el material? ¿Y si nos obligaran a abandonar
durante la carrera? Ya no hay vuelta atrás, pero las preguntas rondan sin
cesar en la cabeza de Iker. Sigue dubitativo. ¿Merece realmente la pena
correr semejante riesgo por 50 o 100 gramos? ¿Perder seguridad no es
bastante riesgo? Le ha servido a Kilian en años anteriores, pero ¿y si a
nosotros no nos sirve? Decide cerrar los ojos y tirar hacia adelante.
¡Carpe diem!
Después de preparar el material, todos los corredores del equipo
Salomon se han acercado a recoger el dorsal. Al llegar al polideportivo
a Iker le comunican que tiene que pasar el control antidoping. Ningún
problema. Parece ser que en la lista de favoritos que manejan los orga-
nizadores le han metido en el pelotón para adjudicarse la carrera. Una
vez presentado el material obligatorio y pasado el control pertinente,
todos han vuelto al hotel. No ha habido problemas con el material. Iker
se ha calmado. Mucho. Es hora de cenar, pero todavía no saben que a
la mañana siguiente cambiarán la hora de salida.
Día de carrera. Las cosas no van como todos esperaban. La mañana
se ha despertado oscura, el tiempo es desolador y llueve con intensidad
en el valle de Chamonix. No tiene buena pinta. Se rumorea que los or-
ganizadores están en una reunión extraordinaria dentro del bello edificio
Majestic, situado cerca de la salida. Las primeras confidencias dicen que
cambiarán el recorrido. Finalmente, la decisión es clara: se retrasará la
salida de la carrera. La cita será a las 23:30 horas.
El cambio ha provocado que Iker tenga que modificar los hábitos
del día de la carrera, y haya tenido que reorganizar la jornada. Ante tal
tesitura, solo tiene una preocupación: ¿cómo vamos a gestionar la ali-
mentación? Todas las decisiones tomadas hasta entonces se han ido al
traste. De nuevo, se le acumulan las preguntas. ¿Qué debo hacer? ¿Al-
morzar primero, después merendar y por último cenar? La previsión
de mal tiempo también le genera temor. No está tranquilo. Las dudas
le corroen por dentro. ¿Estoy haciendo las cosas bien? Ha decidido no

variar nada, venga lo que venga. Los cambios de última hora nunca le
han gustado, y en esta ocasión tampoco hará excepciones.
Tras retrasarse la salida, Iker ha decidido que por la tarde echará la
siesta. Aunque no ha llegado a dormirse, ha aprovechado para descansar.
A las 22:45 horas ha salido del hotel Mercure junto a Jornet, Heras y
Nerea Martínez. Al ver la escena, uno de los presentes en la puerta no
ha dudado en soltar una frase:
—¡Ahí van los cuatro jinetes del Apocalipsis!
Tras dejar el hotel y recorrer las calles Allobroges y de la Tour, se
acercan hasta la plaza que recibe el nombre Triangle de l’Amitié. Este
corto trayecto lo han realizado bajo la lluvia. Al acercarse a la línea de
salida, Kilian Jornet provoca un murmullo entre la gente a cada paso
que da. Iker va detrás, a escondidas, como si el asunto no fuera con él.
Heras y él parecen los guardaespaldas de Jornet. La gente se apelotona.
Falta poco tiempo para dar la salida. A Iker se le está poniendo la carne
de gallina antes de debutar en la mejor carrera del mundo. Por los alta-
voces atruena la canción Conquest of Paradise, de Vangelis. La gente
está preparada. La cuenta atrás ha comenzado. Dix, neuf, huit, sept, six,
cinq, quatre, trois, deux, un… Avant!
Tras dar la salida, y antes de llegar a los primeros veinte metros,
Iker se ha caído patas arriba con un escalón que no ha visto en el lado
izquierdo. Se ha raspado la parte izquierda del cuerpo y también ha su-
frido un golpe. ¡Vaya comienzo de carrera! Sin embargo, ha tenido suerte,
nadie le ha pasado por encima. ¡Ha tenido que despertar de golpe! Ha
comenzado la carrera enrabietado. Todos los galgos han partido a toda
velocidad por las calles de Chamonix. Han recorrido la Rue du Doctor
Paccard con la ayuda de la luz de los flashes que saltan de las cámaras
de la gente.
Iker ha salido con un único objetivo: intentará seguir el ritmo de
Miguel Heras hasta que el cuerpo aguante. Ha llegado a esa conclusión
tras la última carrera ultra disputada en Zugspitz. Después de recorrer
la mayoría de kilómetros juntos en la cita de Alemania, Iker sabe que
Heras es el corredor a seguir. El mejor termómetro posible. Tras el despiste
en el arranque de carrera, y después de dejar atrás los primeros kilómetros
alrededor de Chamonix, ha conseguido enlazar con el grupo principal.
Distingue a todos, los tiene a su lado. Se ha tranquilizado. Durante los
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primeros kilómetros solo tiene en cuenta las referencias de cuando
estuvo estudiando el recorrido, pero sabe que no son reales.
Al primer avituallamiento de carrera en Les Houches (kilómetro 8)
ha llegado un quinteto en cabeza: Jornet, Heras, el americano Mike
Wolfe, el húngaro Németh Csaba, e Iker. ¡Han llegado a un ritmo verti-
ginoso! A la misma velocidad que avanzan los kilómetros, la criba de
corredores que dejan los primeros puestos también es impresionante.
Cuanto más progresa la carrera, más se agrandan las diferencias. En Les
Chapieux (kilómetro 50), el cuarteto formado por Heras, Jornet, Iker
y el francés Chaigneau hace acto de presencia en la zona de control.
Allí, a Iker le espera Idoia. Ambos se conocieron el día de Jueves Gordo
del carnaval de Tolosa (Guipúzcoa) en 2007. Desde entonces, Idoia se
ha convertido en una compañera de viaje inseparable para Iker.
En el avituallamiento, todos han aprovechado para cambiarse de
ropa. El ganador del año pasado, el inglés Jez Bragg, lleva ya media hora
de retraso con el grupo de cabeza. Durante la noche ha nevado sobre
el Col du Bonhomme, y hace un frío tremendo. A las 06:12 horas han
llegado al Col de la Seigne (kilómetro 60). Durante los primeros instantes
de luz del día han corrido sobre la nieve, como en los últimos kilómetros.
Para cuando llegan a Courmayeur (kilómetro 78), el cuarteto ha aumen-
tado su ventaja sobre los de atrás, y todo apunta a que la victoria final
se la jugarán entre los cuatro.
El francés Chaigneau ha pasado más tiempo que los demás en la
zona de avituallamiento. En la larga subida al refugio de Bertone (kiló-
metro 82), Jornet e Iker han dejado atrás a su compañero Heras. Debido
a algunos problemas de rodilla, no ha podido mantener el ritmo de sus
compañeros. Pero la pareja mira continuamente hacia atrás en los últimos
minutos. No quieren que Heras se quede atrás. Han hecho un pacto
que no necesita palabras. El trato era claro: los tres irían juntos hasta
donde pudieran. Lo han firmado con una mirada.
Subiendo a Val Ferret (kilómetro 96), el trío de cabeza vuelve a jun-
tarse y aventaja en cuatro minutos al francés. Pero Heras no va nada
bien. Está sufriendo mucho. Demasiado. No tiene buena mirada. Se
queda atrás cada poco, y la diferencia con Chaigneau también se ha re-
ducido a dos minutos. Nadie habla, pero se nota el nerviosismo. Cerca
del Grand Col Ferret (kilómetro 100), Iker le cuenta a Jornet la anécdota

de cuando entrenaba en agosto, cuando un gran perro pastor que estaba
entre las ovejas de un rebaño le dio un susto tremendo. Jornet se queda
asombrado. Vuelve la mirada hacía Iker y le dice:
—¡A mí un día, susto no, a mí me mordió en el muslo!
A punto de llegar al Grand Col Ferret, el francés Chaigneau ha con-
seguido atrapar al trío. Jornet e Iker llegan los primeros a la zona de La
Peule (kilómetro 103). Van juntos, tranquilos. Los cuatro han vuelto a
llegar juntos a la parte de Praz de Forte (kilómetro 118), pero en la
subida a Champex Lac (kilómetro 122) el trío del equipo Salomon ha
subido el ritmo y ha dejado atrás a Chaigneau. Los tres tienen una con-
signa clara: saben que deben dejar atrás al francés en el ascenso. Chaig-
neau, un corredor nacido en Châtellerault, es perro viejo. Lleva casi una
década corriendo pruebas de ultradistancia y acumula mucha experien-
cia. Ya fue segundo en el UTMB de 2009, y viene de adjudicarse el ultra
trail de Lavaredo a mediados de julio. El trío es consciente de que no
cejará en su empeño hasta llegar a Chamonix. El cuarteto está cerca del
kilómetro 130, y Heras, Chaigneau e Iker están asombrados por la faci-
lidad que está demostrando Jornet. Les parece que está jugando con
ellos. Los tres se están moviendo al son de su ritmo. Pero Jornet no
piensa dejar atrás a Heras. Iker tampoco.
Un desprendimiento de tierra en los días previos en la subida a Bo-
vine ha obligado a la organización de carrera a modificar el recorrido.
El camino que les ha llevado hasta Trient (kilómetro 138) se le ha hecho
muy pesado a Heras. No puede más. Se retuerce de dolor. Está conde-
nado a abandonar. Ha tenido que tomar una decisión que nadie esperaba.
Tiene que dejar la carrera. El vendaje en la rodilla que le han hecho unos
kilómetros antes en Martigny no le ha servido de nada. La tristeza se ha
apoderado de los tres. Las cosas van a cambiar. El objetivo también.
No faltan muchos kilómetros para llegar a Chamonix. A la localidad
de Trient ha llegado Jornet en primera posición. Por detrás, Iker primero
y Chaigneau después. En la zona de avituallamiento, Joan Solà, uno de
los responsables del equipo Salomon, solo da una orden a Iker:
—¡Que no te vea el francés! Tan pronto como sea posible, ¡sal de
aquí!
Solà no quiere que Chaigneau tenga referencias. Iker lo intentará,
peroparacuandosaledelazonadecontrol,elcorredorfrancéshaentrado
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en ella. La estrategia no ha funcionado. Solo hay dos minutos de distancia
entre ambos. Los tres corredores suben ya por la cuesta que conduce
al puerto de Catogne, en el kilómetro 144. No se ven. No tienen refe-
rencias entre ellos. Hace unos kilómetros que Iker ha perdido la silueta
de Jornet, y le faltan pocos metros para llegar al final del puerto. Va solo.
Lleva la cabeza agachada, y su mirada está perdida mientras respira con
las manos apoyadas sobre las rodillas. Las pulsaciones no paran. De
pronto, oye unas palabras que salen de detrás de una gran piedra:
—¿Vas bien Iker? ¿Te pasa algo?
Es la voz de Kilian Jornet. Su respiración no tiene nada que ver con
la de Iker. Está preocupado. Intranquilo. No quiere que Chaigneau
atrape a Iker. Ha decidido que con el abandono de Heras es suficiente.
Le comenta a Iker que le siga, que se ponga a su rueda. Iker obedece
sin soltar ni una palabra. Avanzan con paso firme a un ritmo alto. Han
llegado a una zona donde se puede correr bien, y Jornet se ha puesto
en cabeza. Va muy suelto. Rápido. Está en su terreno. De vez en cuando,
los dos miran hacia atrás y no ven al francés. Van a gusto, pero Jornet
va muy fácil, y antes de llegar a Vallorcine (kilómetro 150) se vuelve a
quedar en solitario. Iker sabe que el francés no debe de estar muy lejos.
En la ascensión al Col de Montets, Iker se encuentra al mánager del
equipo Salomon, al francés Greg Vollet. Al pasar por su lado, Vollet no
para de animarle:
—No mires hacia atrás, Iker, ¡hoy es tu día! ¡Hoy es el día!
No quiere resignarse. Sabe que solo quedan catorce kilómetros
para el final, pero lleva el cuerpo muy cansado. Molido. De nuevo, vuelve
a recuperar su posición de ascenso. Vuelve a ir con la cabeza mirando
al suelo, con la respiración entrecortada, con las manos apoyadas en
las rodillas y apretando los dientes.
—Qué, Iker, ¿vas bien?
Iker levanta la cabeza y vuelve a ver de nuevo a Jornet. No se lo pue-
de creer. Se queda atónito.
—Pero, ¿qué haces aquí otra vez? —pregunta a Jornet—. Sigue ade-
lante, yo voy bien.
Pero Jornet no está tranquilo.
—Iker, yo ya he ganado esta carrera dos veces y una tercera no me
va a aportar nada nuevo.

—Sigue tranquilo Kilian. Si empiezo a seguirte, yo también reven-
taré. Yo voy bien a mi ritmo, ya llegaré ¡no te preocupes!
Tras hacer unos metros juntos, Jornet tira para adelante. Va a toda
velocidad camino a Chamonix. Parece volar a ritmo de halcón peregrino.
Solo le quedan diez kilómetros por delante para conseguir el triplete
en esta carrera. Por detrás, Iker también saca ventaja a Chaigneau. Es
consciente de que, salvo que ocurra una hecatombe, el segundo puesto
lo tendrá en el bolsillo. ¡Por primera vez en el UTMB, y un segundo pues-
to! Está empezando a soñar.
Ya ha llegado a la entrada de Chamonix. El reloj marca 20 horas y
44 minutos. Han pasado casi diez minutos desde que Jornet ha cruzado
la meta cuando el amezketarra empieza a atravesar el pueblo. Está acer-
cándose entre la multitud a la iglesia Saint-Michel Catholic Church.
Viene envuelto en una nube de emociones. No puede creerlo. Una mul-
titud de gente le aplaude en los últimos metros antes de la llegada. De-
bajo de la línea de meta le espera Kilian Jornet. También está sonriendo
esperando a Iker en meta. A su vez, Catherine Poletti, la mujer más co-
nocida del Ultra Trail del Mont Blanc, también espera con los brazos
abiertos a Iker. El de Amezketa ha parado el reloj en 20 horas, 45 minutos
y 30 segundos. El crono no engaña a nadie: es el mejor tiempo de un
debutante en la historia del UTMB. Poletti, en su función de alma de la
carrera, invita a Iker a volver sobre sus pasos y saludar a la gente que
está congregada para recibir a los campeones, Iker, pudoroso, ha deci-
dido celebrarlo con sus allegados.
Una vez ha acabado de saludar a algunos miembros de la organi-
zación, y de pasar el control antidoping, se ha dirigido al hotel junto
a Idoia. Sin todavía mucho tiempo para creérselo, sabe que ha hecho
historia en la mejor carrera del mundo. No ha sido un sueño, pero tar-
dará un tiempo en asimilarlo. Las cosas van a cambiar en su imparable
trayectoria.
Después de cenar algo, Iker se ha ido a la cama. Pero a la madrugada,
sin poder dormir por el cansancio acumulado durante tantas horas de
carrera, ha decidido salir a estirar las piernas por las calles de Chamonix.
Están vacías. El silencio se apodera de todo. Los corredores siguen lle-
gando con cuentagotas, y no hay casi nadie en meta. Mientras va cami-
nando se ha encontrado con un borracho en la calle que le dirige unas
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palabras imposibles de descifrar. Ambos han pasado la noche despiertos,
pero no tendrán la misma resaca unas horas después. Solo ha sido el
primer día de una próspera carrera. Aunque ya había ganado muchas
carreras anteriormente, ser segundo en el UTMB ha llevado al guipuz-
coano a hacerse con uno de los resultados más importantes de su carrera.
Pero antes de ese hito ya había empezado a escribir su historia. Después,
la engrandecería mucho más.

Iker Karrera: Bidea Ipar - ESP

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