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Años atrás, un granjero poseía una granja
en la costa atlántica de Estados Unidos.
Tenía tiempo tratando de conseguir
empleados pero la mayoría de las
personas tenían muchas reservas de
trabajar en granjas en esa área, pues
temían las tormentas que vienen del
Atlántico causando destrucción sobre las
propiedades y las cosechas.
Aunque el granjero había entrevistado a muchos jornaleros, aún
no había encontrado a alguien interesado en ayudarle a cuidar la
granja.
Finalmente, un hombre chaparrito y delgado, ya pasado los
cuarentas, decidió aceptar el trabajo. El granjero le preguntó,
"¿Tienes experiencia trabajando en granjas?” “Bueno,” respondió
el hombre, “puedo dormir cuando el viento sopla”.
Aunque el granjero no entendió lo que quiso decir y se sorprendió con la
respuesta, de todas formas decidió darle el trabajo ya que realmente
necesitaba ayuda. El hombre trabajaba bien, era muy diligente y no
paraba desde la salida hasta la puesta del sol, así que el granjero estaba
muy satisfecho su trabajo.
Un día el viento comenzó a soplar fuertemente y su intensidad
creció, haciendo mucho ruido cuando batía contra los árboles.
El granjero saltó de la cama, agarró su linterna y se apresuró
hacia donde dormía su nuevo empleado. El granjero lo
despertó gritando, “¡levántate! ¡Viene una tormenta! ¡Ata las
cosas antes que salgan volando!”
El pequeño hombre se dio vuelta en su cama, y exclamó con
firmeza, “No señor. Yo le dije que yo podía dormir cuando el
viento sopla.”
Indignado por su forma de responder, el granjero
tuvo la tentación de despedirle de inmediato, pero
tenía mucho que hacer y optó por salir rápidamente
y comenzar a preparar la granja para la tormenta.
Sorprendido descubrió que todas las pilas de paja
estaban ya cubiertas con carpas. Las vacas estaban
en los graneros, las gallinas en sus gallineros, y las
puertas estaban bien aseguradas con varas.
Las ventanas estaban cerradas.
Todo estaba en orden, asegurado, y atado.
¡Nada iba a volar con el viento!
El granjero por fin entendió lo que quiso
decir su empleado, y volvió a su cama para
dormir tranquilo mientras soplaba el viento.
La moraleja de esta historia:
Cuando estás preparado espiritual, mental y
físicamente, no hay nada qué temer.
El asistente del granjero pudo dormir sin
preocupación porque ya había asegurado la granja
en caso de una tormenta. Nosotros nos
aseguramos en contra de las tormentas de la vida al
fortalecernos con el estudio de la Palabra de Dios.

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¿Puedes dormir cuándo el viento sopla?

  • 1. Copyright © 2008 Tommy's Window. All Rights Reserved Enciende los parlantes HAZ CLIC PARA AVANZAR
  • 2. Años atrás, un granjero poseía una granja en la costa atlántica de Estados Unidos. Tenía tiempo tratando de conseguir empleados pero la mayoría de las personas tenían muchas reservas de trabajar en granjas en esa área, pues temían las tormentas que vienen del Atlántico causando destrucción sobre las propiedades y las cosechas.
  • 3. Aunque el granjero había entrevistado a muchos jornaleros, aún no había encontrado a alguien interesado en ayudarle a cuidar la granja. Finalmente, un hombre chaparrito y delgado, ya pasado los cuarentas, decidió aceptar el trabajo. El granjero le preguntó, "¿Tienes experiencia trabajando en granjas?” “Bueno,” respondió el hombre, “puedo dormir cuando el viento sopla”. Aunque el granjero no entendió lo que quiso decir y se sorprendió con la respuesta, de todas formas decidió darle el trabajo ya que realmente necesitaba ayuda. El hombre trabajaba bien, era muy diligente y no paraba desde la salida hasta la puesta del sol, así que el granjero estaba muy satisfecho su trabajo.
  • 4. Un día el viento comenzó a soplar fuertemente y su intensidad creció, haciendo mucho ruido cuando batía contra los árboles. El granjero saltó de la cama, agarró su linterna y se apresuró hacia donde dormía su nuevo empleado. El granjero lo despertó gritando, “¡levántate! ¡Viene una tormenta! ¡Ata las cosas antes que salgan volando!” El pequeño hombre se dio vuelta en su cama, y exclamó con firmeza, “No señor. Yo le dije que yo podía dormir cuando el viento sopla.”
  • 5. Indignado por su forma de responder, el granjero tuvo la tentación de despedirle de inmediato, pero tenía mucho que hacer y optó por salir rápidamente y comenzar a preparar la granja para la tormenta. Sorprendido descubrió que todas las pilas de paja estaban ya cubiertas con carpas. Las vacas estaban en los graneros, las gallinas en sus gallineros, y las puertas estaban bien aseguradas con varas. Las ventanas estaban cerradas.
  • 6. Todo estaba en orden, asegurado, y atado. ¡Nada iba a volar con el viento! El granjero por fin entendió lo que quiso decir su empleado, y volvió a su cama para dormir tranquilo mientras soplaba el viento.
  • 7. La moraleja de esta historia: Cuando estás preparado espiritual, mental y físicamente, no hay nada qué temer. El asistente del granjero pudo dormir sin preocupación porque ya había asegurado la granja en caso de una tormenta. Nosotros nos aseguramos en contra de las tormentas de la vida al fortalecernos con el estudio de la Palabra de Dios.