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Virgen de Guadalupe, 4-A
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A Miryam,
que desde Nazaret,
un día, abrió el Cielo
para la historia y
para la poesía
A Eduvigis,
que ya se abrió al Cielo
y tanto disfrutaba
escuchando estos versos
de su hijo
Y a tí,
si te haces niño
para poder gustarlos
y abrirte al Cielo
de la vida interior
en tu vida ordinaria
Presentación
"Y la Palabra se hizo hombre,
acampó entre nosotros
y contemplamos su gloria:
gloria del Hijo único del Padre,
lleno de amor y lealtad."
(Jn. 1,14)
Entretanto cantamos y reflexionamos y buscamos
el disfrute de este misterio en los momentos más coti-
dianos de nuestra vida.
Así surge la expectación y la creación, la poesía
hecha juego y canto, y alas en las palabras, a veces
tan limitadas...
Así llega a nuestras manos, y a nuestro corazón,
un puñado de versos perdidos en la Belleza de la
Palabra hecha hombre en la historia más significati-
va de un pueblo, el nuestro, que contempla maravilla-
do lo inexplicable.
Para entenderlo, nada mejor que la poesía, el
canto, el juego… los versos sencillos de Rafael Julián
“encarnados” también en la maternidad de María, la
expectación de José, la “reflexión” paradójica del
pollino y la reunión familiar, que enriquece los villan-
cicos con esa entrañable vivencia de comunidad.
7
Como entrañables son los versos, a veces de ritmo
fuerte y muchas veces de danza suave y cariñosa, que
nos ofrece Rafael. Un vuelo delicado de una persona
que siente profundamente el amor del Señor entre sus
manos, entre su escritura, y quiere compartirlo, anun-
ciarlo a los cuatro vientos, decirnos a todos que es un
amor creativo, sencillo, amable, gratuito, derramado
en las experiencias más insospechadamente cotidianas.
Su mirada al misterio refleja el brillo de los ojos
del niño ante lo nuevo, lo siempre nuevo, y trenza su
mirada en un cúmulo de gratas y enriquecedoras
experiencias, reflejadas en el amor de una madre,
María, valiente y dispuesta; en un “padre” absorto
en lo inexplicable, José, siempre pendiente de los
detalles más nimios; en los animales, humanizados, el
burro, preocupado en tan gran tarea, y simbólica, del
trabajo bien hecho…
Así son los versos de A CIELO ABIERTO, inmer-
sos en la más genuina ternura de la Navidad. Recor-
dándonos el “para siempre” del amor de Dios y
regalándonos las más acordes notas del mismo encla-
ve navideño, en estos días sufridos, a veces, en un
inquietante vértigo hacia ninguna parte…
A CIELO ABIERTO, invitación para pasar a él y
disfrutar, como, sin duda, ha sabido, y sabe, disfrutar
su autor, de cuanto este libro contiene.
Juan Andrés Calderón
Salvatierra de los Barros, 25 de septiembre de 1997
8
AVISTANDO EL PORTALITO
Se ha roto el Cielo...
Un rebuzno y un mugido
se hacen campana en Belén
al ver que Dios es nacido
por ser todo nuestro bien.
Se pone en marcha el pastor,
se afana la lavandera,
abre el surco un labrador
y a su rueca una hilandera
le da vueltas con primor.
13
El panadero su pan
mete en el horno caliente,
y va acudiendo al Portal
cada vez más y más gente.
Hasta el intelectual
escudriña la Escritura,
y del cielo en las alturas
ángeles vienen y van
cantado "Gloria en el Cielo
y al hombre en la tierra paz".
El pájaro en la enramada
y los peces en el río
y la oveja en la pradera,
-tierra, cielo y agua en trío-
cantan también su tonada
como en una primavera.
14
Una estrella es la bandera
del que es Rey Universal:
Desde lejanas fronteras
tres reyes van a adorar
y oro, incienso y mirra ofrecen
al Niño que está en la cuna
con María y con José.
Se está ocultando la luna
tras el romero y los pinos,
y acaba el sol de nacer
con la noche que se cierra
y que convierte en divinos
los caminos de la tierra.
15
PORTAL ADENTRO, A FONDO...
3 RETABLOS
RETABLO DE SAN JOSÉ
EN LA NOCHE DE BELÉN
I
Son los ojos de José
dos faroles encendidos
buscando en la noche fría
un lugar que sea cobijo
para Jesús y María...
19
Tus ojos, niño, en la noche,
sigan buscando el Portal...
Sigan quebrando la noche
los rayos de tu ilusión,
y verás que hay un Portal
dentro de tu corazón.
20
II
Barre José con la escoba
que se ha hecho de retama
la suciedad del borrico,
del buey y de las ovejas,
y las telarañas viejas
que hizo el tiempo con el polvo
jugando por los rincones...
Barre, barre con tu escoba
y limpia los corazones
con cariño y con tesón.
Que es bello oficio el de ser
barrendero del Portal
y hacer al niño nacer
en mitad de un corazón.
21
III
Tapa José las rendijas
del Portal
-porque entra frío-
con palmeras y retamas...
Las grietas del corazón
tápalas bien, Niño mío,
para que caliente el Sol
que tú en él me has encendido
y me quemen esas llamas
siempre, siempre,
aunque haga frío.
22
IV
Enciende el fuego José
para calentar la estancia.
El frío que tiene la Virgen
se está perdiendo en las llamas
y se acaba en la sonrisa
con que agradece a José
su detalle de cariño.
Los resplandores cobrizos
de las llamas en su cara,
en sus manos y en sus pies,
me hacen ver, como Moisés,
aquella Virginidad
ardiendo sin consumirse,
como la zarza del monte.
Anda, niño, mira, y ponte
contento a considerar
que vale la pena estar
quemándote en ese fuego
que hace del cuerpo un altar.
23
V
Sale José un momentito
del Portal a buscar agua
para cuando nazca el Niño...
La Virgen se queda sola,
sola con Dios escondido
y toda escondida en Dios.
Ya no necesita el fuego
que había encendido José:
que el fuego que a Ella le quema,
Ella bien sabe Quién es.
Llega José con el agua
y la pone a calentar...
-“Para cuando nazca el Niño”,
dice a María, bajito.
-“Gracias, José: falta hará,
aunque un río de Agua Viva
cuando nazca, brotará...
Va llena la acequia ya,
ya despuntan los trigales”.
San José sabe y no sabe,
pero sabe que sabrá.
24
VI
Remueve José las pajas...
las mulle en la pesebrera...
Son diez amores sus dedos
y veinte tener quisiera.
-“Ya está preparado el trono”,
le dice a María con pena.
-“Saca presto los pañales
que en la alforja están guardados”...
le dice a José, María,
...“que siento la algarabía
del Cielo entero humanado,
que de tan enamorado,
sale de su celosía”.
Florece Dios cada día
con prisas entre tus manos...
Sean diez amores tus dedos,
tus manos todas amor,
que es Dios el que nace, ¡Dios!
25
VII
¡Qué buen premio el de José
que fue el primero en coger
al Niño, en verlo y tocarlo!
¡Qué limpio se lo ha dejado
en los brazos a María!
Y ¡qué linda cortesía
la de no haberlo besado
sino después que la Virgen
el primer beso le ha dado
en lo alto de la frente!
Y Dios, que tuvo en su mente
eternamente a María,
tiene cara de alegría
por mirarse con sus ojos
en los ojos de María.
Se han extasiado los tres:
¡Jesús, María y José!
Mira, niño, ¿no lo ves?
26
VIII
El Cielo ya está en la tierra...
tierra y cielo confundidos.
Lo envuelve María en pañales
y lo acuesta en el pesebre,
según cuentan los anales.
Las pajas se han encendido
y estremecido en alegre
cantoral el buey y el burro.
El aire es sólo un susurro,
una nana improvisada
de la noche sorprendida
con el Día en sus entrañas.
Oye José unas pisadas,
y unos pastores que llegan
adoran al Salvador...
Y le adoramos tú y yo.
Se me queman las pestañas,
y a ti, te arde el corazón.
27
IX
Los ojos del borriquillo
son como dos panderetas
de grandes que se han tornado
con tanto y tanto mirar.
San José se ha retirado
para un breve descansar
a un rincón del breve establo
con la alforja por almohada
hasta que despunte el alba
y se trague las estrellas.
Sentada ya, y aún más bella,
está la Virgen María.
Los pastores se embelesan
haciéndole compañía
y ya no esperan el día
encandilados del Sol
que aquél Ángel les decía.
Pastor: ya sabes cuál es
la “Causa de la Alegría”.
28
X
“Y llegaron a Belén
guiados por una estrella”
Tres eran los Reyes, tres,
tres las Personas divinas,
tres Jesús, María y José,
tres regalos le ofrecieron
por sus pajes que eran tres.
Ofrenda tan rica y fina
que Rey de reyes le hicieron.
Tres lágrimas a María,
tres a José y tres al Niño
de los ojos les cayeron
hechas de gozo y cariño
hacia los Magos de Oriente.
Adoran aquí las gentes
del uno al otro confín.
29
Todos al chiquirritín
como a Rey oro le ofrecen,
incienso como a su Dios
y mirra como a su hermano.
Traen también llenas las manos
de turrón y mazapán,
de zambombas y panderos...
de cantos llena la boca,
de anhelos el corazón...
porque caminos divinos
los pasos del hombre son:
que abrió el camino del Cielo
viniendo a la tierra, ¡Dios!
30
RETABLO DEL BORRICO
EN EL NACIMIENTO Y LA
INFANCIA DEL NIÑO DIOS
I
-“¿Qué harán -se pensó el borrico-
que me están aparejando?
Aquél lucero tan rico
de luz, me está presagiando
que estallan las profecías
y vamos hacia Belén.
31
Algo le pasa a María...
algo le pasa a José...
Es un edicto, comentan:
que el César quiere saber
cuánta gente hay en su Imperio.
Mas no hay que ponerse serio:
que el Amo de los borricos
sabe muy bien lo que hace.
Con alegre trotecico
iremos hasta Belén.
Si Dios así se complace,
me complazco yo también”.
32
II
No debió de ser el mismo,
el mismo no debió ser.
El borrico es corto en años
y hasta cumplir treinta y tres
mucho le falta a este Niño
que en María aún flor es.
Pero le gusta al borrico
pensar entre paso y paso,
caminito de Belén,
que un burro más jovencico,
cuando él ya llegue a su ocaso,
servirá en Jerusalén
de trono al Dios de los Cielos
que, ahora, él lleva en los velos
de la carne de María.
El burro vive de fe
en la esperanza del día
en que el burro de Sión
lleve al Hijo de María
como Rey de salvación.
33
Envidia de aquellos lomos...
pero no del corazón:
que si aquél le llevará
a la cruz donde muriera,
él le llevará al portal
de Belén donde naciera.
¿Qué borrico no querría,
por poco humilde que sea,
ser quien llevara al Mesías
al sitio en que nacería
según lo dijo Miqueas?
34
III
Con las prisas, hoy José
le dio un puñado de pajas
como breve desayuno.
Han hecho media jornada,
y no puede con los tres:
si al menos bajara uno...
Bien querría rebuznar
en delicada protesta,
pero conoce a su amo
y sabe que parará
a la hora de la siesta.
¡Qué briznas de hierba fresca
a esta hora de las doce,
recién secado el rocío,
le hacen mil aguas la boca
y pensar mil desvaríos:
¡con lo cómoda que era
la cuadra de Nazaret...!
Descanso y paja adobada
con el ruido del taller
y los cantos de María.
35
Para obligar a sus amos
a darle un corto receso,
hasta piensa en un parón
un tanto brusco y avieso.
Pero pudo el corazón
más que su boca y sus patas.
Si el Ángelus es su carga,
vale la pena el tirón
hasta que el cabresto diga
que entre el premio y la fatiga
debe haber compensación.
Y lo demás, son diatribas
de borrico comodón.
36
IV
Bajo el sicómoro azul,
junto al pozo del camino,
el burro, buen adivino,
pensó que se pararía José
para descansar. Eran las tres.
¡Qué alivio al verlo saltar
y coger luego a María!...
La hierba se florecía
con blancuras de mantel:
deshace María el hatillo:
un bote de rica miel...
requesón y un panecillo...
naranjas de Galilea...
El borrico se recrea
en las manos de José:
costalillo de cebada
para el borriquillo fiel.
Se lo ha colgado al hocico
y se va junto a María
que le ha ofrecido la bota
con vino de Samaría.
37
Este aire de las tres
se embelesa en el paisaje
y el agua del pozo sale
cantando a apagar la sed
del agridulce viaje
de María y de José,
y la del borrico fiel:
que lo merece el coraje
de seguir hasta las tres
con el Cielo por bagaje
sin protesta ni interés
de aplausos ni de homenajes.
“Agua y cebada” -se piensa-:
“¿Qué más pudiera soñar
un borrico en recompensa
tan sólo por caminar?”
38
V
La tarde ya está cayendo
en las lomas de Belén
y el borrico va subiendo
con trote lento y cortés.
Dos lavanderas cantando
suben también desde el río
y el puente se está gozando
con sostener a este trío
de Dios que lo está cruzando.
En un chozo, dos pastores
encienden ya la candela
para la vela de amores
de la noche, que se encela.
El Herodión, en lo alto,
da al borrico un sobresalto.
Las casitas del poblado,
de humilde adobe encalado,
con luces en sus ventanas,
pronto le han tranquilizado,
y le han dado grandes ganas
de llegar a su destino.
39
Retoza al pisar Belén
y las penas del camino
se tornan dulce placer:
que si el sendero es divino,
la meta Dios mismo es.
40
VI
¡Cuánta gente hay en Belén
esta noche alborotada!
Van de posada en posada
y no hay quien les diga: “Bien,
entrad, Señora María,
entrad, Señor San José...
y entre el borrico también
pues ha sido tan buen guía”.
El borrico no sabía
porqué no daban cobijo
a San José y a María:
si es que iba a venir el hijo
y no querían problemas...
si porque por ser humildes
su bolsa no estaba llena...
Y de tanto deambular
siente dolores la Virgen...
¡El Niño ya va a llegar!
El burro se pone triste...
no sabe qué va a pasar.
41
Pero sabe que Yavé,
Dios de todo el firmamento,
no abandonará el lamento
de un abandono tan fiel
y les dará en un momento
lo que no pueden tener
con su afán y con su intento.
42
VII
La última calle están ya
bajando desalentados
cuando encuentran un portal
abierto y desocupado.
Sólo un buey desde un rincón
les mira con simpatía...
Estaba como esperando
que llegara compañía.
El borrico no se fía
de animal de cornamenta,
pero viendo que mugía
con tonada mansa y lenta
ha perdido su recelo.
Y al bajar Santa María
se ha echado, roto, en el suelo,
aunque en una fiel vigía.
San José colgó el candil
en una viga del techo.
Tras un quejido sutil,
Dios es un Niño a los pechos
de una “Torre de Marfil”.
43
Y el borrico da por hecho
que se pueda ser feliz,
sin ojalás ni reproches,
en el cenit de la noche
y en el olvido de sí.
44
VIII
Aliento para este Niño
mientras José hace candela
porque la noche se hiela
y no puede pasar frío
el Dios del Cielo y la Tierra.
Del frío de los corazones
ya su madre le consuela.
Pero el borrico amor pone
y en cada resople anhela
tener corazón de hombre
para decirle “te quiero”
y así calentar no sólo
sus manitas y sus pies
con dulce calefacción
sino penetrar su piel
y alentar su corazón.
Porque la reparación
hace almíbar de la hiel
y el amor bálsamo es
del pecado y la omisión.
45
IX
¿Quiénes son estos zagales
con toda esta algarabía?
¿Cómo tras estos pañales
que Dios se esconde sabían?
El borrico no comprende
que llegaran los pastores
con regalos al que prende
de luz a los moradores
de la noche y la pobreza.
El borrico casi reza
cuando ve la adoración...
y también dobla sus patas
en sublime imitación
y una lágrima se escapa
de sus ojos de algodón:
el borrico da las gracias
porque, al cabo, todo es don.
46
X
Él pensaba que soñaba
pero soñando pensó
que la estrella que llegaba
cosa sería de Dios.
Y tras ella se adentraron
en el Portal personajes
que sus ojos extrañaron
por su porte y por sus trajes.
Los camellos le miraban
con gran superioridad
pero el borrico pensaba
que eran feos de verdad.
Cuando los Reyes abrieron
los cofres con sus regalos
y sonrieron al Niño,
el borrico, con cariño,
un rebuzno ha dedicado
a los tres Magos de Oriente
pues ha entendido que gente
de otras tierras, de muy lejos,
47
donde él nunca llegará,
vendrán también a adorar
por el espacio y el tiempo.
¿Qué importa que él no lo vea
si ha servido a la tarea
de roturar los caminos
ya divinos de la tierra?
48
XI
Y ahora, un viaje a Egipto
cuando todo presagiaba
honores y adoraciones...
Esto no estaba previsto...
Mas José en sus oraciones
vio que Dios lo disponía
y el borrico ya quería
estar con los Faraones
para salvarle la vida
al Niño de sus amores
aunque sea larga la ida
y acechen tantos temores
de vivir en tierra extraña:
que lo importante es el Niño
y no nuestras vanas mañas
de dedicarle cariño
pensando en las musarañas.
49
Hacer lo que haya que hacer,
ir a donde haya que ir,
cortar lo que hay que cortar,
es siempre gusto y placer,
es la ciencia que vivir
y el amor con el que amar
al Niño que se olvidó
de su condición de Dios
y hasta nos quiso bajar.
Y si su vida salvar
supone perder la nuestra,
el borrico nos demuestra
que por ahí hay que andar
para encontrar la respuesta
cuando el amarle nos cuesta.
50
XII
Ya de vuelta en Nazaret,
muerto que se había Herodes,
María cuida sus flores
en los tiestos de un ayer
que es presente en plenitud
tras esta larga aventura
de haber dado a Dios a luz.
Y toda aquella locura
de haberse puesto en camino
es para el burro cordura
de un amor a lo divino
que prendió en la Virgen pura
y que marcará el destino
de borricos como él
que a lo largo de los siglos
querrán con un amor fiel
servir al designio eterno
de ser Dios el Enmanuel.
51
Cuando desde un rinconcillo
de su establo nazareno
oyó el borrico el martillo
de José, su amo tan bueno,
acompasarse al cantar
de la ya Madre de Dios,
el borrico comprendió
que aunque todo siga igual,
todo había ya cambiado:
que el trabajo y el hogar
eran de Dios el arado
para hacer del mundo hogar
de este Dios tan humanado.
52
XIII
Y cuando el borrico oyó
de labios de Simeón:
“puedo dejar este mundo
porque he visto al Salvador”,
pensaba que también él
podría marcharse ya
camino de otro Belén
donde el premio de su amor
fuera en su vista colmado
con el Dios que ha revelado
esta Luz que nos lo vela.
La Virgen de las Candelas
a su lomo se ha montado
estrechando a su criatura.
Y va tan pura y tan bella,
que en esta cabalgadura
es de Dios una centella
por la gran Jerusalén.
53
¡Qué orgulloso y qué feliz
el burro en la ciudad santa
con la Casa de David
que en sus espaldas aguanta
ya por los siglos sin fin.
Y no quiere ser rocín...
pues hoy ve con claridad
que la Iglesia se sostiene
sólo sobre la humildad.
54
XIV
Y veía a Dios crecer
aunque se tornaba viejo:
“Milagro que crezca Dios,
la Eternidad en el tiempo,
y que esto lo viera yo”,
reflexionaba el borrico.
“Crece Dios, vaya yo chico,
que ya lo dijo el Bautista:
¿Qué mas dicha puede haber
que menguar yo con la vista
del esposo que, al crecer,
todo lo llena de vida
y lo hace en Dios renacer?
Que crezca en sabiduría,
que crezca en gracia y edad
y que llene el mundo entero
el donaire y el salero
que extasían a María
y que emboban a José
en sus idas y venidas
desde la casa al taller
55
ayudando en las faenas
del hogar de Nazaret.
Y haga testamento yo,
borrico no más, y viejo,
que se hagan con mi pellejo
seis zambombas y un tambor
y panderetas también,
para cantar el amor
del misterio de Belén.
56
XV
-“Vamos a Jerusalén:
doce años ha cumplido
el Niño que viste ayer
en Belén recién nacido”,
comenta al burro José
acariciando su hocico
mientras le pone la jáquima.
Y es que a José le da lástima,
pues ya es muy viejo el borrico
para ir a la capital.
-“Otro remedio no habrá:
que en doce años, tu jornal,
ni siquiera te ha llegado
para cambiarte el jumento”,
dice el borrico a José
agachando las orejas.
57
“Pero yo estoy bien contento,
aunque mis patas sean viejas,
de serviros todavía...
Que donde el afán no falta,
allí vive la alegría,
y mientras hay inquietud
de dar sentido a los días,
hay por dentro juventud”.
Y con trotecillo alegre
subió hasta Jerusalén.
Pero luego, de regreso,
al ver llorar a María
y tan inquieto a José
cuando el Niño se perdió,
se le ha venido a los pies
su cansado corazón.
Jadeante sube otra vez
el camino a la ciudad.
Demasiado para él
tres días sin encontrar
al Niño de sus amores.
Ante el Templo hay que esperar:
a ver si entre los Doctores...
58
Y el atrio se estremeció
del rebuzno de alegría
que el borrico ha dado al ver
a Jesús, José y María.
-“Vámonos a Nazaret,
que si Dios está sujeto
a un hombre y una mujer,
ha de aguantar mi esqueleto
hasta el último querer
del Dios que me quiere bien
y es la fuerza del borrico,
del borrico de Belén”.
59
RETABLO DE LA VIRGEN
MARÍA EN EL NACIMIENTO
DE SU HIJO Y SU SEÑOR
I
¿De dónde vino esta niña,
toda pureza y bondad?
¿Qué es lo que tiene esta niña
que arroba con su mirar?
61
¿Qué misterio hay en María?,
se pregunta Nazaret...
Ana y Joaquín se preguntan:
“Esta niña ¿qué va a ser?”
Alrededor de la Virgen
el aire esperanza es.
62
II
Dieciséis años tenía
cuando la miró José.
El misterio de sus ojos
voz de Dios fue para él.
-“Si yo soy toda de Dios...”
-“Mi amor también suyo es...”
-“Pues florezca nuestro amor
en el amor de Yavé,
que ya nos dirá el Señor
lo que tenemos que hacer”.
63
III
Ya desposados estaban
cuando la voz de Yavé
se hizo palabra en María
al saludo de Gabriel.
Y fue su palabra “fiat”
que significa “hágase”.
El Verbo Eterno del Padre
carne en sus entrañas es.
El misterio de sus ojos
se ha desvelado en su fe.
Pero queda una pregunta:
¿lo comprenderá José?
64
IV
De momento hay otra cosa
más urgente que atender,
y el amor la lleva en prisas
de amores para Isabel
que seis meses lleva en cinta
según le dijo Gabriel.
Hacer camino no importa
si camino el Cielo es
y Juan lo está preparando
en el vientre de Isabel.
Son las montañas llanuras,
el desierto es un vergel,
y una gacela María
por los montes de Israel.
65
V
-“¡Albricias, Dulce Señora
y Madre de mi Señor!
¡Bendita entre las mujeres!
¡Bendito tu seno en flor!
¿De dónde que venga a verme
la que ya es Madre de Dios?
Toda la tierra en mi vientre,
a tu saludo y tu vista,
de gozo ya se estremece
en los saltos del Bautista”.
-“Que proclamen nuestras almas
la grandeza del Señor”
-le dice humilde María-
“que en mi pequeñez colmó
promesas y profecías”.
Huele a Nuevo Testamento
en casa de Zacarías.
66
VI
Y nacido que fue Juan
a Nazaret regresó.
“Solo falta que a José
también le hable el Señor...”,
pensaba por el camino.
No hubo de ser adivino
José al verla llegar:
tres meses de encarnación
no se podían ocultar.
Ni puede el verso explicar,
ni la imagen, ni el pincel,
la negrura de los ojos
con que miraba José...
Sus ojos eran la noche...
aunque no su corazón.
Porque entre el ver y el juzgar
pone soles el amor.
Y por eso resolvió
un abandono discreto...
Noche oscura en Nazaret:
llora María su secreto...
no puede dormir José...
67
68
VII
¿Qué pasa tan de mañana
en la ignota Nazaret
que tiene más oro el sol,
madrugan las golondrinas
y del almendro el olor
se está enredando en un hallel
por cada calle y esquina?
Los niños y las vecinas,
los amigos de José,
vestidos de mil colores,
hacen cantos y echan flores
al pasar la bella esposa.
Bajo el dintel de su casa,
José le ofrece una rosa,
signo de que ha comprendido,
de que el Cielo ya le habló
y ya sabe que en María
todo el Cielo se encerró.
Al verse bajo aquel techo,
el corazón a la Virgen
no le cabía en su pecho.
VIII
Las estrellas de los cielos
y las arenas del mar
le van creciendo a María
con el pasar de los días
entre sus puras entrañas...
Leyendo estaba a Miqueas
cuando ha llegado José
de entregar una tarea...
Por la calle se ha enterado
de que Augusto había ordenado
hacer un censo en su Imperio.
Habrán de ir a Belén
-le decía José muy serio-
que es la ciudad de David,
pues sus raíces allí
tienen José y María.
Le estalla la profecía
a la Virgen en su seno...
Breve bocado de heno
para el humilde pollino,
comida para el camino
y por si acaso, pañales...
69
Y bajo la luna llena
de los cielos de Belén,
los huesos del Rey David
se estremecen de alegría
con la oración de María:
“¡Hijo mío, mi Rey,
mi Señor y mi Dios!...”
Ya está entrando la justicia
por las puertas de Sión.
70
IX
“Un portal tendrá que ser
palacio de tu realeza...
que es muy pequeña Belén
para encerrar tu grandeza.
¿Cómo se pudo encerrar
en mi humilde pequeñez,
y cómo la puedo ver
entre mis brazos llorar?
¿Cómo he llegado yo a ser
la madre de mi Creador
y la Eternidad hoy es
sobre el heno tu temblor?
Y en esta noche tan quieta,
¿cómo soy yo la que ve
lo que Reyes y Profetas
por siglos quisieron ver?”
Los ojos de San José
son Israel, que veía
la tierra manando miel
que Yavé les prometía.
71
Y las antiguas compuertas
de la Casa de David,
ya de par en par abiertas,
dejan al Cielo salir...
Los ojos y el corazón
se le salen a María
por ver el rostro de Dios
que de su seno nacía.
72
X
“Que viene gente, José.
Ordena un poco el establo.
¿Nos llamarán la atención
por habernos guarecido
si han visto el fuego encendido?”
Un momento de tensión
que se ha tornado en sosiego
cuando la Virgen, en celo,
ve llegar a unos pastores
que adoran al Salvador.
El corazón de María
se alegra en la Nochebuena
con el primer villancico
que resonaba en la historia.
Que Dios es un niño chico,
para siempre en la memoria
del hombre el Cielo escribió.
Amor pagar al Amor
es la ley del que aquí adore.
73
Y por eso, un requesón,
un tarro de miel de flores,
un pan y hasta un corderillo
van poniendo los pastores,
vaciando sus hatillos,
junto a los pies de María,
que gracias a Dios le da,
y a los pastores también
por su humilde compañía
que es luz en la oscuridad
de la noche de Belén,
calor en la soledad
de aquella noche tan fría.
74
XI
No se puede levantar
para ponerse en camino.
Está lejos Nazaret...
La tranquiliza José
diciéndole que el destino
de Dios sólo es lo que importa.
Su diálogo se corta
por un tropel inaudito
y una festiva algarada...
El polvo que han levantado,
nimbado de luz de estrella,
toda la cueva ha dorado
como mágica centella.
Por un momento el portal
parece de un rey palacio.
La Virgen, de su sitial
se ha levantado, despacio.
75
A la derecha del Rey,
de pie, torre de marfil,
está la Reina enjoyada
como con oro de Ofír.
Toda la noche es pasada...
Y en su corazón, María,
-día claro como ninguno-
en oración convertía
el salmo setenta y uno:
“Reyes de Saba y de Arabia
sus dones ya le ofrecían...
todos los Reyes del mundo
y sus pueblos le servían.
Camellos y dromedarios
de Madián y Efá venían
con mirra, oro e incienso
que hombre, Rey y Dios
le hacían”.
La estrella brillaba más
dentro de su corazón,
que brillaba en el portal
o en los ojos de Melchor,
de Gaspar y Baltasar.
76
XII
“¿De Nazaret puede salir
algo bueno?”
(Jn. 1,46)
Variación sobre el Salmo 86
Sión está en Nazaret.
Que lo diga quien lo entienda
si ve con ojos de fe
regresar allí a la Virgen
con su Hijo entre los brazos.
Fundidos en un abrazo
de tierno y puro cariño,
juegan que juegan los tres,
María, José y el Niño,
en su hogar de Nazaret.
¡María...!
La ha cimentado el Señor
por siempre en su monte santo.
Las moradas de Jacob
tienen celos de su manto.
77
“¡Oh, qué pregón tan glorioso
para ti, Ciudad de Dios!”
-le canta José gozoso-.
“Tírios, etíopes, filisteos,
egipcios y babilonios,
todos, han nacido en ti.
El Altísimo en persona
te fundó sobre David.
Y se dirá de Sión:
todos, uno por uno,
han nacido hoy en ella.
Se enamora el corazón
de tan hermosa doncella.
El registro de los pueblos
dice: éste ha nacido allí.
Y cantarán, mientras danzan,
todas las generaciones:
todas mi fuentes, mis dones,
mi esperanza y mi alegría,
están en ti, ¡oh María!...
¡Todas mis fuentes en ti!”
78
XIII
Y mientras le ves crecer
en edad, saber y gracia,
y en tu corazón das vueltas
a las cosas que te pasan,
¿entiendes ya lo que el Ángel
al saludarte decía?:
Que es contigo y no es sin ti,
¡Señora del alma mía!
Que es contigo, que es en ti
y por ti también, ¡María!
Que de tu carne salió,
que tu sangre le nutría
y también tu corazón.
Que Cristo sin ti no habría,
que sin ti nunca sería
tan tierno y humano Dios.
Que desde la eternidad
en su mente era contigo
y es contigo siempre ya
por ser siempre nuestro amigo.
79
Que en ti, el Cielo y la Tierra
Dios y hombre desposados,
el intercambio se encierra
que a la historia ha iluminado:
que Dios un humano sea
y el hombre pueda ser Dios,
vivir, camino y tarea,
sufrir, espera de amor.
Benditos sean, Señor,
los pechos que te criaron;
bendito sea, Jesús,
el vientre que te llevó.
Bendita, bendita seas,
¡GLORIOSA MADRE DE DIOS!
80
CANTANDO EL GOZO
DEL MISTERIO QUE HAN
VISTO NUESTROS OJOS
81
83
JUEGO DE NAVIDAD
(Con la música del villancico
extremeño “La majá”)
Niños, jugad con el Niño
al amor de los amores,
que a escondite de cariño
hoy juega Dios con el hombre.
85
¡Ay niños, venid,
ay niños, llegad!:
Que el Hijo de Dios
hoy quiere jugar
con quien tenga amor
y tenga humildad.
En los ríos de la sangre
Dios en carne se ha escondido,
para que se encuentre el hombre
en este Dios tan perdido.
Jugad, niños, con el Niño
al amor de los amores.
Jugad a perderse en Dios
y veréis que ya sois hombres.
Niños, al Niño buscad
como hicieron los pastores,
y veréis que el hombre es Dios
al ver que Dios es un hombre.
86
E
s
t
r
i
b
i
l
l
o
Niños, al juego jugad
del amor de los amores,
que, perdido, pierde Dios
para que le gane el hombre.
Juego de la Navidad:
milagro de ser Dios hombre
y de ser un hombre Dios
sin que el milagro me asombre.
Porque es un juego de amor,
del amor de los amores,
que hoy quiera perderse Dios
para que le encuentre el hombre.
Venid, niños, a jugar
y haced guirnaldas de flores,
que a ser hombre hoy juega Dios
y a ser Dios hoy juega el hombre.
87
PARA CANTAR EN
FAMILIA LA NAVIDAD
DEL EVANGELIO
(Con la música de
“Campana sobre campana”,
villancico popular)
1. A Nazaret y a una Virgen
un Ángel bajó del Cielo
a decirle si quería
que Dios brotara en su seno:
Que sí, le dijo con gran fe,
y el Verbo, de lo Alto,
hombre se vino a hacer.
89
2. San José va caminando
por las calles de la aldea;
la Virgen lo está esperando
y el corazón le aletea.
José, corre, no tardes más,
que un secreto la Virgen
te tiene que contar.
3. Ya rechinaba la puerta
de la casa de María.
Entró José y quedó muerta
su alma de lo que veía.
José, tranquilo, San José,
que la noche es camino
para el amanecer.
4. Triste José se ha marchado,
triste se quedó María.
Pero José se ha soñado
con Dios, que así le decía:
José, con ella cásate,
que el que lleva en su seno
mi Hijo Santo es.
90
5. Hoy resuenan los panderos
en Nazaret de alegría:
que se casa el carpintero
con la zagala María.
José, ¿quién te lo iba a contar?,
¡ella Madre de Dios,
tú padre del zagal!
6. Ya se van José y María
caminito de Belén;
el Rey David sonreía
y el borriquillo también.
Belén, lleno de gente está
y no encuentran posada,
¿en dónde dormirán?
7. Ya van los dos muy cansados
bajando la última calle;
un pesebre han encontrado,
la puerta abierta y sin llave.
Aquí, dormiremos aquí,
dice José a María,
pues Dios lo quiere así.
91
8. Y en el cenit de la noche
le llegó el tiempo a María
de dar a luz el derroche
de Cielo que en Ella había.
Belén, ¡oh noche de Belén!,
los Ángeles se alegran
y los hombres también.
9. A Dios ya tiene María
en sus brazos virginales.
Tiernamente lo envolvía
en unos limpios pañales.
Jesús, ¡qué lindo eres, Jesús!,
dice al Niño la Virgen;
díselo también tú.
10. Le recostó en el pesebre,
amor y pena su alma.
San José las pajas mueve,
limpia a María dos lágrimas.
Mujer, no llores, gózate
en Dios tu Salvador,
le recuerda José.
92
11. Sí, proclama su grandeza
mi alma viéndole pequeño,
pero en la cuna que hiciste
recostarle era mi sueño.
José, pusiste tanto amor...
y está sobre unas pajas...
¡Ay, quién entiende a Dios!
12. Los pastores que supieron
que el Salvador es nacido,
a Belén pronto corrieron
contando lo sucedido.
Que un Ángel les apareció
y dijo que aquel Niño
era el Hijo de Dios.
13. Y cayendo de rodillas
ante el pesebre del Niño,
sus presentes le han dejado
y José les hace un guiño.
Un corderillo y un panal
y un cántaro de leche
para los tres le dan.
93
14. En su corazón María
guardaba todas las cosas;
a los pastores oía
y su espina se hacía rosa.
Que sí, María, alégrate,
que el Niño que has tenido
Dios con nosotros es.
15. San José hace una candela
para calentar al Niño,
y la Virgen le da un beso
por su fe y por su cariño.
José, ¡qué bueno que es José!,
que el Cielo todo entero
se apoya sobre él.
16. Pero el borrico y el buey
que estaban embelesados,
le tienen al Niño ley
y los pies le han calentado.
Los dos, con gran ilusión,
aliento en sus hocicos
hacen su corazón.
94
17. Ya llegan los Reyes Magos
a adorar al Rey de reyes:
incienso preciado y caro,
oro puro y mirra ofrecen.
La estrella brilla en el Portal
porque la Luz del mundo
en Belén brilla ya.
18. ¿Qué le daremos tú y yo?,
¿qué será que el Niño quiera?
Él quiere tu corazón
y con él la vida entera.
Amén, Jesús, que tal Amor,
el más grande del mundo,
bien que vale mi amor.
95
97
Epílogo
Nada mejor que tú.
Dítelo con razón. Porque Él te lo ha dicho. Él eres
tú y tú eres Él.
Esta es la clave para abrir todas las puertas, inclu-
so la del sufrimiento de los inocentes, de los niños...
Entra en Belén.
Enhorabuena si has dejado que el Misterio entre en
tí. Porque has dejado de ser un misterio para tí mismo
y has salido del laberinto de la existencia sin Dios.
Eres ya Evangelio, que quiere decir "Buena Noticia".
Y contigo ha nacido una nueva esperanza para el
mundo. La única esperanza.
Vale la pena adorar y salir contándolo por todos
los caminos.
Por favor, enciende tu estrella.
99
Índice
Presentación 7
Avistando el portalito 9
Portal adentro, a fondo (3 retablos) 17
Retablo de San José 19
Retablo del borrico 31
Retablo de la Virgen María 61
Cantando "lo que han visto nuestros ojos" 81
Juego de Navidad 85
Para cantar en familia la Navidad
del Evangelio 89
Epílogo 97
101
Este libro “A Cielo Abierto”,
se terminó de imprimir en Badajoz
en los Talleres de Tecnigraf, S.A.,
el día 1 de Noviembre de 1997,
festividad de "Todos los Santos"
Rafael julian rey

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Rafael julian rey

  • 1.
  • 2.
  • 3. Este libro se publica con la colaboración de: Diseño de portada: Tecnigraf, S.A. Depósito Legal: BA- 359/97 Fotomecánica, impresión y encuadernación: Tecnigraf, S.A. Virgen de Guadalupe, 4-A 06003 Badajoz
  • 4. A Miryam, que desde Nazaret, un día, abrió el Cielo para la historia y para la poesía A Eduvigis, que ya se abrió al Cielo y tanto disfrutaba escuchando estos versos de su hijo Y a tí, si te haces niño para poder gustarlos y abrirte al Cielo de la vida interior en tu vida ordinaria
  • 5.
  • 6. Presentación "Y la Palabra se hizo hombre, acampó entre nosotros y contemplamos su gloria: gloria del Hijo único del Padre, lleno de amor y lealtad." (Jn. 1,14) Entretanto cantamos y reflexionamos y buscamos el disfrute de este misterio en los momentos más coti- dianos de nuestra vida. Así surge la expectación y la creación, la poesía hecha juego y canto, y alas en las palabras, a veces tan limitadas... Así llega a nuestras manos, y a nuestro corazón, un puñado de versos perdidos en la Belleza de la Palabra hecha hombre en la historia más significati- va de un pueblo, el nuestro, que contempla maravilla- do lo inexplicable. Para entenderlo, nada mejor que la poesía, el canto, el juego… los versos sencillos de Rafael Julián “encarnados” también en la maternidad de María, la expectación de José, la “reflexión” paradójica del pollino y la reunión familiar, que enriquece los villan- cicos con esa entrañable vivencia de comunidad. 7
  • 7. Como entrañables son los versos, a veces de ritmo fuerte y muchas veces de danza suave y cariñosa, que nos ofrece Rafael. Un vuelo delicado de una persona que siente profundamente el amor del Señor entre sus manos, entre su escritura, y quiere compartirlo, anun- ciarlo a los cuatro vientos, decirnos a todos que es un amor creativo, sencillo, amable, gratuito, derramado en las experiencias más insospechadamente cotidianas. Su mirada al misterio refleja el brillo de los ojos del niño ante lo nuevo, lo siempre nuevo, y trenza su mirada en un cúmulo de gratas y enriquecedoras experiencias, reflejadas en el amor de una madre, María, valiente y dispuesta; en un “padre” absorto en lo inexplicable, José, siempre pendiente de los detalles más nimios; en los animales, humanizados, el burro, preocupado en tan gran tarea, y simbólica, del trabajo bien hecho… Así son los versos de A CIELO ABIERTO, inmer- sos en la más genuina ternura de la Navidad. Recor- dándonos el “para siempre” del amor de Dios y regalándonos las más acordes notas del mismo encla- ve navideño, en estos días sufridos, a veces, en un inquietante vértigo hacia ninguna parte… A CIELO ABIERTO, invitación para pasar a él y disfrutar, como, sin duda, ha sabido, y sabe, disfrutar su autor, de cuanto este libro contiene. Juan Andrés Calderón Salvatierra de los Barros, 25 de septiembre de 1997 8
  • 9.
  • 10.
  • 11.
  • 12. Se ha roto el Cielo... Un rebuzno y un mugido se hacen campana en Belén al ver que Dios es nacido por ser todo nuestro bien. Se pone en marcha el pastor, se afana la lavandera, abre el surco un labrador y a su rueca una hilandera le da vueltas con primor. 13
  • 13. El panadero su pan mete en el horno caliente, y va acudiendo al Portal cada vez más y más gente. Hasta el intelectual escudriña la Escritura, y del cielo en las alturas ángeles vienen y van cantado "Gloria en el Cielo y al hombre en la tierra paz". El pájaro en la enramada y los peces en el río y la oveja en la pradera, -tierra, cielo y agua en trío- cantan también su tonada como en una primavera. 14
  • 14. Una estrella es la bandera del que es Rey Universal: Desde lejanas fronteras tres reyes van a adorar y oro, incienso y mirra ofrecen al Niño que está en la cuna con María y con José. Se está ocultando la luna tras el romero y los pinos, y acaba el sol de nacer con la noche que se cierra y que convierte en divinos los caminos de la tierra. 15
  • 15.
  • 16. PORTAL ADENTRO, A FONDO... 3 RETABLOS
  • 17.
  • 18. RETABLO DE SAN JOSÉ EN LA NOCHE DE BELÉN I Son los ojos de José dos faroles encendidos buscando en la noche fría un lugar que sea cobijo para Jesús y María... 19
  • 19. Tus ojos, niño, en la noche, sigan buscando el Portal... Sigan quebrando la noche los rayos de tu ilusión, y verás que hay un Portal dentro de tu corazón. 20
  • 20. II Barre José con la escoba que se ha hecho de retama la suciedad del borrico, del buey y de las ovejas, y las telarañas viejas que hizo el tiempo con el polvo jugando por los rincones... Barre, barre con tu escoba y limpia los corazones con cariño y con tesón. Que es bello oficio el de ser barrendero del Portal y hacer al niño nacer en mitad de un corazón. 21
  • 21. III Tapa José las rendijas del Portal -porque entra frío- con palmeras y retamas... Las grietas del corazón tápalas bien, Niño mío, para que caliente el Sol que tú en él me has encendido y me quemen esas llamas siempre, siempre, aunque haga frío. 22
  • 22. IV Enciende el fuego José para calentar la estancia. El frío que tiene la Virgen se está perdiendo en las llamas y se acaba en la sonrisa con que agradece a José su detalle de cariño. Los resplandores cobrizos de las llamas en su cara, en sus manos y en sus pies, me hacen ver, como Moisés, aquella Virginidad ardiendo sin consumirse, como la zarza del monte. Anda, niño, mira, y ponte contento a considerar que vale la pena estar quemándote en ese fuego que hace del cuerpo un altar. 23
  • 23. V Sale José un momentito del Portal a buscar agua para cuando nazca el Niño... La Virgen se queda sola, sola con Dios escondido y toda escondida en Dios. Ya no necesita el fuego que había encendido José: que el fuego que a Ella le quema, Ella bien sabe Quién es. Llega José con el agua y la pone a calentar... -“Para cuando nazca el Niño”, dice a María, bajito. -“Gracias, José: falta hará, aunque un río de Agua Viva cuando nazca, brotará... Va llena la acequia ya, ya despuntan los trigales”. San José sabe y no sabe, pero sabe que sabrá. 24
  • 24. VI Remueve José las pajas... las mulle en la pesebrera... Son diez amores sus dedos y veinte tener quisiera. -“Ya está preparado el trono”, le dice a María con pena. -“Saca presto los pañales que en la alforja están guardados”... le dice a José, María, ...“que siento la algarabía del Cielo entero humanado, que de tan enamorado, sale de su celosía”. Florece Dios cada día con prisas entre tus manos... Sean diez amores tus dedos, tus manos todas amor, que es Dios el que nace, ¡Dios! 25
  • 25. VII ¡Qué buen premio el de José que fue el primero en coger al Niño, en verlo y tocarlo! ¡Qué limpio se lo ha dejado en los brazos a María! Y ¡qué linda cortesía la de no haberlo besado sino después que la Virgen el primer beso le ha dado en lo alto de la frente! Y Dios, que tuvo en su mente eternamente a María, tiene cara de alegría por mirarse con sus ojos en los ojos de María. Se han extasiado los tres: ¡Jesús, María y José! Mira, niño, ¿no lo ves? 26
  • 26. VIII El Cielo ya está en la tierra... tierra y cielo confundidos. Lo envuelve María en pañales y lo acuesta en el pesebre, según cuentan los anales. Las pajas se han encendido y estremecido en alegre cantoral el buey y el burro. El aire es sólo un susurro, una nana improvisada de la noche sorprendida con el Día en sus entrañas. Oye José unas pisadas, y unos pastores que llegan adoran al Salvador... Y le adoramos tú y yo. Se me queman las pestañas, y a ti, te arde el corazón. 27
  • 27. IX Los ojos del borriquillo son como dos panderetas de grandes que se han tornado con tanto y tanto mirar. San José se ha retirado para un breve descansar a un rincón del breve establo con la alforja por almohada hasta que despunte el alba y se trague las estrellas. Sentada ya, y aún más bella, está la Virgen María. Los pastores se embelesan haciéndole compañía y ya no esperan el día encandilados del Sol que aquél Ángel les decía. Pastor: ya sabes cuál es la “Causa de la Alegría”. 28
  • 28. X “Y llegaron a Belén guiados por una estrella” Tres eran los Reyes, tres, tres las Personas divinas, tres Jesús, María y José, tres regalos le ofrecieron por sus pajes que eran tres. Ofrenda tan rica y fina que Rey de reyes le hicieron. Tres lágrimas a María, tres a José y tres al Niño de los ojos les cayeron hechas de gozo y cariño hacia los Magos de Oriente. Adoran aquí las gentes del uno al otro confín. 29
  • 29. Todos al chiquirritín como a Rey oro le ofrecen, incienso como a su Dios y mirra como a su hermano. Traen también llenas las manos de turrón y mazapán, de zambombas y panderos... de cantos llena la boca, de anhelos el corazón... porque caminos divinos los pasos del hombre son: que abrió el camino del Cielo viniendo a la tierra, ¡Dios! 30
  • 30. RETABLO DEL BORRICO EN EL NACIMIENTO Y LA INFANCIA DEL NIÑO DIOS I -“¿Qué harán -se pensó el borrico- que me están aparejando? Aquél lucero tan rico de luz, me está presagiando que estallan las profecías y vamos hacia Belén. 31
  • 31. Algo le pasa a María... algo le pasa a José... Es un edicto, comentan: que el César quiere saber cuánta gente hay en su Imperio. Mas no hay que ponerse serio: que el Amo de los borricos sabe muy bien lo que hace. Con alegre trotecico iremos hasta Belén. Si Dios así se complace, me complazco yo también”. 32
  • 32. II No debió de ser el mismo, el mismo no debió ser. El borrico es corto en años y hasta cumplir treinta y tres mucho le falta a este Niño que en María aún flor es. Pero le gusta al borrico pensar entre paso y paso, caminito de Belén, que un burro más jovencico, cuando él ya llegue a su ocaso, servirá en Jerusalén de trono al Dios de los Cielos que, ahora, él lleva en los velos de la carne de María. El burro vive de fe en la esperanza del día en que el burro de Sión lleve al Hijo de María como Rey de salvación. 33
  • 33. Envidia de aquellos lomos... pero no del corazón: que si aquél le llevará a la cruz donde muriera, él le llevará al portal de Belén donde naciera. ¿Qué borrico no querría, por poco humilde que sea, ser quien llevara al Mesías al sitio en que nacería según lo dijo Miqueas? 34
  • 34. III Con las prisas, hoy José le dio un puñado de pajas como breve desayuno. Han hecho media jornada, y no puede con los tres: si al menos bajara uno... Bien querría rebuznar en delicada protesta, pero conoce a su amo y sabe que parará a la hora de la siesta. ¡Qué briznas de hierba fresca a esta hora de las doce, recién secado el rocío, le hacen mil aguas la boca y pensar mil desvaríos: ¡con lo cómoda que era la cuadra de Nazaret...! Descanso y paja adobada con el ruido del taller y los cantos de María. 35
  • 35. Para obligar a sus amos a darle un corto receso, hasta piensa en un parón un tanto brusco y avieso. Pero pudo el corazón más que su boca y sus patas. Si el Ángelus es su carga, vale la pena el tirón hasta que el cabresto diga que entre el premio y la fatiga debe haber compensación. Y lo demás, son diatribas de borrico comodón. 36
  • 36. IV Bajo el sicómoro azul, junto al pozo del camino, el burro, buen adivino, pensó que se pararía José para descansar. Eran las tres. ¡Qué alivio al verlo saltar y coger luego a María!... La hierba se florecía con blancuras de mantel: deshace María el hatillo: un bote de rica miel... requesón y un panecillo... naranjas de Galilea... El borrico se recrea en las manos de José: costalillo de cebada para el borriquillo fiel. Se lo ha colgado al hocico y se va junto a María que le ha ofrecido la bota con vino de Samaría. 37
  • 37. Este aire de las tres se embelesa en el paisaje y el agua del pozo sale cantando a apagar la sed del agridulce viaje de María y de José, y la del borrico fiel: que lo merece el coraje de seguir hasta las tres con el Cielo por bagaje sin protesta ni interés de aplausos ni de homenajes. “Agua y cebada” -se piensa-: “¿Qué más pudiera soñar un borrico en recompensa tan sólo por caminar?” 38
  • 38. V La tarde ya está cayendo en las lomas de Belén y el borrico va subiendo con trote lento y cortés. Dos lavanderas cantando suben también desde el río y el puente se está gozando con sostener a este trío de Dios que lo está cruzando. En un chozo, dos pastores encienden ya la candela para la vela de amores de la noche, que se encela. El Herodión, en lo alto, da al borrico un sobresalto. Las casitas del poblado, de humilde adobe encalado, con luces en sus ventanas, pronto le han tranquilizado, y le han dado grandes ganas de llegar a su destino. 39
  • 39. Retoza al pisar Belén y las penas del camino se tornan dulce placer: que si el sendero es divino, la meta Dios mismo es. 40
  • 40. VI ¡Cuánta gente hay en Belén esta noche alborotada! Van de posada en posada y no hay quien les diga: “Bien, entrad, Señora María, entrad, Señor San José... y entre el borrico también pues ha sido tan buen guía”. El borrico no sabía porqué no daban cobijo a San José y a María: si es que iba a venir el hijo y no querían problemas... si porque por ser humildes su bolsa no estaba llena... Y de tanto deambular siente dolores la Virgen... ¡El Niño ya va a llegar! El burro se pone triste... no sabe qué va a pasar. 41
  • 41. Pero sabe que Yavé, Dios de todo el firmamento, no abandonará el lamento de un abandono tan fiel y les dará en un momento lo que no pueden tener con su afán y con su intento. 42
  • 42. VII La última calle están ya bajando desalentados cuando encuentran un portal abierto y desocupado. Sólo un buey desde un rincón les mira con simpatía... Estaba como esperando que llegara compañía. El borrico no se fía de animal de cornamenta, pero viendo que mugía con tonada mansa y lenta ha perdido su recelo. Y al bajar Santa María se ha echado, roto, en el suelo, aunque en una fiel vigía. San José colgó el candil en una viga del techo. Tras un quejido sutil, Dios es un Niño a los pechos de una “Torre de Marfil”. 43
  • 43. Y el borrico da por hecho que se pueda ser feliz, sin ojalás ni reproches, en el cenit de la noche y en el olvido de sí. 44
  • 44. VIII Aliento para este Niño mientras José hace candela porque la noche se hiela y no puede pasar frío el Dios del Cielo y la Tierra. Del frío de los corazones ya su madre le consuela. Pero el borrico amor pone y en cada resople anhela tener corazón de hombre para decirle “te quiero” y así calentar no sólo sus manitas y sus pies con dulce calefacción sino penetrar su piel y alentar su corazón. Porque la reparación hace almíbar de la hiel y el amor bálsamo es del pecado y la omisión. 45
  • 45. IX ¿Quiénes son estos zagales con toda esta algarabía? ¿Cómo tras estos pañales que Dios se esconde sabían? El borrico no comprende que llegaran los pastores con regalos al que prende de luz a los moradores de la noche y la pobreza. El borrico casi reza cuando ve la adoración... y también dobla sus patas en sublime imitación y una lágrima se escapa de sus ojos de algodón: el borrico da las gracias porque, al cabo, todo es don. 46
  • 46. X Él pensaba que soñaba pero soñando pensó que la estrella que llegaba cosa sería de Dios. Y tras ella se adentraron en el Portal personajes que sus ojos extrañaron por su porte y por sus trajes. Los camellos le miraban con gran superioridad pero el borrico pensaba que eran feos de verdad. Cuando los Reyes abrieron los cofres con sus regalos y sonrieron al Niño, el borrico, con cariño, un rebuzno ha dedicado a los tres Magos de Oriente pues ha entendido que gente de otras tierras, de muy lejos, 47
  • 47. donde él nunca llegará, vendrán también a adorar por el espacio y el tiempo. ¿Qué importa que él no lo vea si ha servido a la tarea de roturar los caminos ya divinos de la tierra? 48
  • 48. XI Y ahora, un viaje a Egipto cuando todo presagiaba honores y adoraciones... Esto no estaba previsto... Mas José en sus oraciones vio que Dios lo disponía y el borrico ya quería estar con los Faraones para salvarle la vida al Niño de sus amores aunque sea larga la ida y acechen tantos temores de vivir en tierra extraña: que lo importante es el Niño y no nuestras vanas mañas de dedicarle cariño pensando en las musarañas. 49
  • 49. Hacer lo que haya que hacer, ir a donde haya que ir, cortar lo que hay que cortar, es siempre gusto y placer, es la ciencia que vivir y el amor con el que amar al Niño que se olvidó de su condición de Dios y hasta nos quiso bajar. Y si su vida salvar supone perder la nuestra, el borrico nos demuestra que por ahí hay que andar para encontrar la respuesta cuando el amarle nos cuesta. 50
  • 50. XII Ya de vuelta en Nazaret, muerto que se había Herodes, María cuida sus flores en los tiestos de un ayer que es presente en plenitud tras esta larga aventura de haber dado a Dios a luz. Y toda aquella locura de haberse puesto en camino es para el burro cordura de un amor a lo divino que prendió en la Virgen pura y que marcará el destino de borricos como él que a lo largo de los siglos querrán con un amor fiel servir al designio eterno de ser Dios el Enmanuel. 51
  • 51. Cuando desde un rinconcillo de su establo nazareno oyó el borrico el martillo de José, su amo tan bueno, acompasarse al cantar de la ya Madre de Dios, el borrico comprendió que aunque todo siga igual, todo había ya cambiado: que el trabajo y el hogar eran de Dios el arado para hacer del mundo hogar de este Dios tan humanado. 52
  • 52. XIII Y cuando el borrico oyó de labios de Simeón: “puedo dejar este mundo porque he visto al Salvador”, pensaba que también él podría marcharse ya camino de otro Belén donde el premio de su amor fuera en su vista colmado con el Dios que ha revelado esta Luz que nos lo vela. La Virgen de las Candelas a su lomo se ha montado estrechando a su criatura. Y va tan pura y tan bella, que en esta cabalgadura es de Dios una centella por la gran Jerusalén. 53
  • 53. ¡Qué orgulloso y qué feliz el burro en la ciudad santa con la Casa de David que en sus espaldas aguanta ya por los siglos sin fin. Y no quiere ser rocín... pues hoy ve con claridad que la Iglesia se sostiene sólo sobre la humildad. 54
  • 54. XIV Y veía a Dios crecer aunque se tornaba viejo: “Milagro que crezca Dios, la Eternidad en el tiempo, y que esto lo viera yo”, reflexionaba el borrico. “Crece Dios, vaya yo chico, que ya lo dijo el Bautista: ¿Qué mas dicha puede haber que menguar yo con la vista del esposo que, al crecer, todo lo llena de vida y lo hace en Dios renacer? Que crezca en sabiduría, que crezca en gracia y edad y que llene el mundo entero el donaire y el salero que extasían a María y que emboban a José en sus idas y venidas desde la casa al taller 55
  • 55. ayudando en las faenas del hogar de Nazaret. Y haga testamento yo, borrico no más, y viejo, que se hagan con mi pellejo seis zambombas y un tambor y panderetas también, para cantar el amor del misterio de Belén. 56
  • 56. XV -“Vamos a Jerusalén: doce años ha cumplido el Niño que viste ayer en Belén recién nacido”, comenta al burro José acariciando su hocico mientras le pone la jáquima. Y es que a José le da lástima, pues ya es muy viejo el borrico para ir a la capital. -“Otro remedio no habrá: que en doce años, tu jornal, ni siquiera te ha llegado para cambiarte el jumento”, dice el borrico a José agachando las orejas. 57
  • 57. “Pero yo estoy bien contento, aunque mis patas sean viejas, de serviros todavía... Que donde el afán no falta, allí vive la alegría, y mientras hay inquietud de dar sentido a los días, hay por dentro juventud”. Y con trotecillo alegre subió hasta Jerusalén. Pero luego, de regreso, al ver llorar a María y tan inquieto a José cuando el Niño se perdió, se le ha venido a los pies su cansado corazón. Jadeante sube otra vez el camino a la ciudad. Demasiado para él tres días sin encontrar al Niño de sus amores. Ante el Templo hay que esperar: a ver si entre los Doctores... 58
  • 58. Y el atrio se estremeció del rebuzno de alegría que el borrico ha dado al ver a Jesús, José y María. -“Vámonos a Nazaret, que si Dios está sujeto a un hombre y una mujer, ha de aguantar mi esqueleto hasta el último querer del Dios que me quiere bien y es la fuerza del borrico, del borrico de Belén”. 59
  • 59.
  • 60. RETABLO DE LA VIRGEN MARÍA EN EL NACIMIENTO DE SU HIJO Y SU SEÑOR I ¿De dónde vino esta niña, toda pureza y bondad? ¿Qué es lo que tiene esta niña que arroba con su mirar? 61
  • 61. ¿Qué misterio hay en María?, se pregunta Nazaret... Ana y Joaquín se preguntan: “Esta niña ¿qué va a ser?” Alrededor de la Virgen el aire esperanza es. 62
  • 62. II Dieciséis años tenía cuando la miró José. El misterio de sus ojos voz de Dios fue para él. -“Si yo soy toda de Dios...” -“Mi amor también suyo es...” -“Pues florezca nuestro amor en el amor de Yavé, que ya nos dirá el Señor lo que tenemos que hacer”. 63
  • 63. III Ya desposados estaban cuando la voz de Yavé se hizo palabra en María al saludo de Gabriel. Y fue su palabra “fiat” que significa “hágase”. El Verbo Eterno del Padre carne en sus entrañas es. El misterio de sus ojos se ha desvelado en su fe. Pero queda una pregunta: ¿lo comprenderá José? 64
  • 64. IV De momento hay otra cosa más urgente que atender, y el amor la lleva en prisas de amores para Isabel que seis meses lleva en cinta según le dijo Gabriel. Hacer camino no importa si camino el Cielo es y Juan lo está preparando en el vientre de Isabel. Son las montañas llanuras, el desierto es un vergel, y una gacela María por los montes de Israel. 65
  • 65. V -“¡Albricias, Dulce Señora y Madre de mi Señor! ¡Bendita entre las mujeres! ¡Bendito tu seno en flor! ¿De dónde que venga a verme la que ya es Madre de Dios? Toda la tierra en mi vientre, a tu saludo y tu vista, de gozo ya se estremece en los saltos del Bautista”. -“Que proclamen nuestras almas la grandeza del Señor” -le dice humilde María- “que en mi pequeñez colmó promesas y profecías”. Huele a Nuevo Testamento en casa de Zacarías. 66
  • 66. VI Y nacido que fue Juan a Nazaret regresó. “Solo falta que a José también le hable el Señor...”, pensaba por el camino. No hubo de ser adivino José al verla llegar: tres meses de encarnación no se podían ocultar. Ni puede el verso explicar, ni la imagen, ni el pincel, la negrura de los ojos con que miraba José... Sus ojos eran la noche... aunque no su corazón. Porque entre el ver y el juzgar pone soles el amor. Y por eso resolvió un abandono discreto... Noche oscura en Nazaret: llora María su secreto... no puede dormir José... 67
  • 67. 68 VII ¿Qué pasa tan de mañana en la ignota Nazaret que tiene más oro el sol, madrugan las golondrinas y del almendro el olor se está enredando en un hallel por cada calle y esquina? Los niños y las vecinas, los amigos de José, vestidos de mil colores, hacen cantos y echan flores al pasar la bella esposa. Bajo el dintel de su casa, José le ofrece una rosa, signo de que ha comprendido, de que el Cielo ya le habló y ya sabe que en María todo el Cielo se encerró. Al verse bajo aquel techo, el corazón a la Virgen no le cabía en su pecho.
  • 68. VIII Las estrellas de los cielos y las arenas del mar le van creciendo a María con el pasar de los días entre sus puras entrañas... Leyendo estaba a Miqueas cuando ha llegado José de entregar una tarea... Por la calle se ha enterado de que Augusto había ordenado hacer un censo en su Imperio. Habrán de ir a Belén -le decía José muy serio- que es la ciudad de David, pues sus raíces allí tienen José y María. Le estalla la profecía a la Virgen en su seno... Breve bocado de heno para el humilde pollino, comida para el camino y por si acaso, pañales... 69
  • 69. Y bajo la luna llena de los cielos de Belén, los huesos del Rey David se estremecen de alegría con la oración de María: “¡Hijo mío, mi Rey, mi Señor y mi Dios!...” Ya está entrando la justicia por las puertas de Sión. 70
  • 70. IX “Un portal tendrá que ser palacio de tu realeza... que es muy pequeña Belén para encerrar tu grandeza. ¿Cómo se pudo encerrar en mi humilde pequeñez, y cómo la puedo ver entre mis brazos llorar? ¿Cómo he llegado yo a ser la madre de mi Creador y la Eternidad hoy es sobre el heno tu temblor? Y en esta noche tan quieta, ¿cómo soy yo la que ve lo que Reyes y Profetas por siglos quisieron ver?” Los ojos de San José son Israel, que veía la tierra manando miel que Yavé les prometía. 71
  • 71. Y las antiguas compuertas de la Casa de David, ya de par en par abiertas, dejan al Cielo salir... Los ojos y el corazón se le salen a María por ver el rostro de Dios que de su seno nacía. 72
  • 72. X “Que viene gente, José. Ordena un poco el establo. ¿Nos llamarán la atención por habernos guarecido si han visto el fuego encendido?” Un momento de tensión que se ha tornado en sosiego cuando la Virgen, en celo, ve llegar a unos pastores que adoran al Salvador. El corazón de María se alegra en la Nochebuena con el primer villancico que resonaba en la historia. Que Dios es un niño chico, para siempre en la memoria del hombre el Cielo escribió. Amor pagar al Amor es la ley del que aquí adore. 73
  • 73. Y por eso, un requesón, un tarro de miel de flores, un pan y hasta un corderillo van poniendo los pastores, vaciando sus hatillos, junto a los pies de María, que gracias a Dios le da, y a los pastores también por su humilde compañía que es luz en la oscuridad de la noche de Belén, calor en la soledad de aquella noche tan fría. 74
  • 74. XI No se puede levantar para ponerse en camino. Está lejos Nazaret... La tranquiliza José diciéndole que el destino de Dios sólo es lo que importa. Su diálogo se corta por un tropel inaudito y una festiva algarada... El polvo que han levantado, nimbado de luz de estrella, toda la cueva ha dorado como mágica centella. Por un momento el portal parece de un rey palacio. La Virgen, de su sitial se ha levantado, despacio. 75
  • 75. A la derecha del Rey, de pie, torre de marfil, está la Reina enjoyada como con oro de Ofír. Toda la noche es pasada... Y en su corazón, María, -día claro como ninguno- en oración convertía el salmo setenta y uno: “Reyes de Saba y de Arabia sus dones ya le ofrecían... todos los Reyes del mundo y sus pueblos le servían. Camellos y dromedarios de Madián y Efá venían con mirra, oro e incienso que hombre, Rey y Dios le hacían”. La estrella brillaba más dentro de su corazón, que brillaba en el portal o en los ojos de Melchor, de Gaspar y Baltasar. 76
  • 76. XII “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” (Jn. 1,46) Variación sobre el Salmo 86 Sión está en Nazaret. Que lo diga quien lo entienda si ve con ojos de fe regresar allí a la Virgen con su Hijo entre los brazos. Fundidos en un abrazo de tierno y puro cariño, juegan que juegan los tres, María, José y el Niño, en su hogar de Nazaret. ¡María...! La ha cimentado el Señor por siempre en su monte santo. Las moradas de Jacob tienen celos de su manto. 77
  • 77. “¡Oh, qué pregón tan glorioso para ti, Ciudad de Dios!” -le canta José gozoso-. “Tírios, etíopes, filisteos, egipcios y babilonios, todos, han nacido en ti. El Altísimo en persona te fundó sobre David. Y se dirá de Sión: todos, uno por uno, han nacido hoy en ella. Se enamora el corazón de tan hermosa doncella. El registro de los pueblos dice: éste ha nacido allí. Y cantarán, mientras danzan, todas las generaciones: todas mi fuentes, mis dones, mi esperanza y mi alegría, están en ti, ¡oh María!... ¡Todas mis fuentes en ti!” 78
  • 78. XIII Y mientras le ves crecer en edad, saber y gracia, y en tu corazón das vueltas a las cosas que te pasan, ¿entiendes ya lo que el Ángel al saludarte decía?: Que es contigo y no es sin ti, ¡Señora del alma mía! Que es contigo, que es en ti y por ti también, ¡María! Que de tu carne salió, que tu sangre le nutría y también tu corazón. Que Cristo sin ti no habría, que sin ti nunca sería tan tierno y humano Dios. Que desde la eternidad en su mente era contigo y es contigo siempre ya por ser siempre nuestro amigo. 79
  • 79. Que en ti, el Cielo y la Tierra Dios y hombre desposados, el intercambio se encierra que a la historia ha iluminado: que Dios un humano sea y el hombre pueda ser Dios, vivir, camino y tarea, sufrir, espera de amor. Benditos sean, Señor, los pechos que te criaron; bendito sea, Jesús, el vientre que te llevó. Bendita, bendita seas, ¡GLORIOSA MADRE DE DIOS! 80
  • 80. CANTANDO EL GOZO DEL MISTERIO QUE HAN VISTO NUESTROS OJOS 81
  • 81.
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  • 83.
  • 84. JUEGO DE NAVIDAD (Con la música del villancico extremeño “La majá”) Niños, jugad con el Niño al amor de los amores, que a escondite de cariño hoy juega Dios con el hombre. 85
  • 85. ¡Ay niños, venid, ay niños, llegad!: Que el Hijo de Dios hoy quiere jugar con quien tenga amor y tenga humildad. En los ríos de la sangre Dios en carne se ha escondido, para que se encuentre el hombre en este Dios tan perdido. Jugad, niños, con el Niño al amor de los amores. Jugad a perderse en Dios y veréis que ya sois hombres. Niños, al Niño buscad como hicieron los pastores, y veréis que el hombre es Dios al ver que Dios es un hombre. 86 E s t r i b i l l o
  • 86. Niños, al juego jugad del amor de los amores, que, perdido, pierde Dios para que le gane el hombre. Juego de la Navidad: milagro de ser Dios hombre y de ser un hombre Dios sin que el milagro me asombre. Porque es un juego de amor, del amor de los amores, que hoy quiera perderse Dios para que le encuentre el hombre. Venid, niños, a jugar y haced guirnaldas de flores, que a ser hombre hoy juega Dios y a ser Dios hoy juega el hombre. 87
  • 87.
  • 88. PARA CANTAR EN FAMILIA LA NAVIDAD DEL EVANGELIO (Con la música de “Campana sobre campana”, villancico popular) 1. A Nazaret y a una Virgen un Ángel bajó del Cielo a decirle si quería que Dios brotara en su seno: Que sí, le dijo con gran fe, y el Verbo, de lo Alto, hombre se vino a hacer. 89
  • 89. 2. San José va caminando por las calles de la aldea; la Virgen lo está esperando y el corazón le aletea. José, corre, no tardes más, que un secreto la Virgen te tiene que contar. 3. Ya rechinaba la puerta de la casa de María. Entró José y quedó muerta su alma de lo que veía. José, tranquilo, San José, que la noche es camino para el amanecer. 4. Triste José se ha marchado, triste se quedó María. Pero José se ha soñado con Dios, que así le decía: José, con ella cásate, que el que lleva en su seno mi Hijo Santo es. 90
  • 90. 5. Hoy resuenan los panderos en Nazaret de alegría: que se casa el carpintero con la zagala María. José, ¿quién te lo iba a contar?, ¡ella Madre de Dios, tú padre del zagal! 6. Ya se van José y María caminito de Belén; el Rey David sonreía y el borriquillo también. Belén, lleno de gente está y no encuentran posada, ¿en dónde dormirán? 7. Ya van los dos muy cansados bajando la última calle; un pesebre han encontrado, la puerta abierta y sin llave. Aquí, dormiremos aquí, dice José a María, pues Dios lo quiere así. 91
  • 91. 8. Y en el cenit de la noche le llegó el tiempo a María de dar a luz el derroche de Cielo que en Ella había. Belén, ¡oh noche de Belén!, los Ángeles se alegran y los hombres también. 9. A Dios ya tiene María en sus brazos virginales. Tiernamente lo envolvía en unos limpios pañales. Jesús, ¡qué lindo eres, Jesús!, dice al Niño la Virgen; díselo también tú. 10. Le recostó en el pesebre, amor y pena su alma. San José las pajas mueve, limpia a María dos lágrimas. Mujer, no llores, gózate en Dios tu Salvador, le recuerda José. 92
  • 92. 11. Sí, proclama su grandeza mi alma viéndole pequeño, pero en la cuna que hiciste recostarle era mi sueño. José, pusiste tanto amor... y está sobre unas pajas... ¡Ay, quién entiende a Dios! 12. Los pastores que supieron que el Salvador es nacido, a Belén pronto corrieron contando lo sucedido. Que un Ángel les apareció y dijo que aquel Niño era el Hijo de Dios. 13. Y cayendo de rodillas ante el pesebre del Niño, sus presentes le han dejado y José les hace un guiño. Un corderillo y un panal y un cántaro de leche para los tres le dan. 93
  • 93. 14. En su corazón María guardaba todas las cosas; a los pastores oía y su espina se hacía rosa. Que sí, María, alégrate, que el Niño que has tenido Dios con nosotros es. 15. San José hace una candela para calentar al Niño, y la Virgen le da un beso por su fe y por su cariño. José, ¡qué bueno que es José!, que el Cielo todo entero se apoya sobre él. 16. Pero el borrico y el buey que estaban embelesados, le tienen al Niño ley y los pies le han calentado. Los dos, con gran ilusión, aliento en sus hocicos hacen su corazón. 94
  • 94. 17. Ya llegan los Reyes Magos a adorar al Rey de reyes: incienso preciado y caro, oro puro y mirra ofrecen. La estrella brilla en el Portal porque la Luz del mundo en Belén brilla ya. 18. ¿Qué le daremos tú y yo?, ¿qué será que el Niño quiera? Él quiere tu corazón y con él la vida entera. Amén, Jesús, que tal Amor, el más grande del mundo, bien que vale mi amor. 95
  • 95.
  • 96. 97 Epílogo Nada mejor que tú. Dítelo con razón. Porque Él te lo ha dicho. Él eres tú y tú eres Él. Esta es la clave para abrir todas las puertas, inclu- so la del sufrimiento de los inocentes, de los niños... Entra en Belén. Enhorabuena si has dejado que el Misterio entre en tí. Porque has dejado de ser un misterio para tí mismo y has salido del laberinto de la existencia sin Dios. Eres ya Evangelio, que quiere decir "Buena Noticia". Y contigo ha nacido una nueva esperanza para el mundo. La única esperanza. Vale la pena adorar y salir contándolo por todos los caminos. Por favor, enciende tu estrella.
  • 97.
  • 98. 99 Índice Presentación 7 Avistando el portalito 9 Portal adentro, a fondo (3 retablos) 17 Retablo de San José 19 Retablo del borrico 31 Retablo de la Virgen María 61 Cantando "lo que han visto nuestros ojos" 81 Juego de Navidad 85 Para cantar en familia la Navidad del Evangelio 89 Epílogo 97
  • 99.
  • 100. 101 Este libro “A Cielo Abierto”, se terminó de imprimir en Badajoz en los Talleres de Tecnigraf, S.A., el día 1 de Noviembre de 1997, festividad de "Todos los Santos"