Reportaje ElMundo - Los Amador, el terror de los etarras entre rejas.
1. 8 / CRÓNICA / Nº 437 EL MUNDO / DOMINGO / 21 / OCTUBRE / 2012
Luis Amador salió hace tres semanas. El 13 de septiembre, tres etarras de la prisión de Córdoba se amotinaron contra su presencia en el mismo módulo. «Oyen
mi apellido y se asustan». Dice también Luis que a su hermano Juan el director de una cárcel le regaló un puro tras pinchar a dos etarras. / F. ALBURQUERQUE
LOSAMADOR, ELTERROR
DELOSPRESOSETARRAS
Son dos hermanos gitanos y han metido el
miedo en el cuerpo a los presos de ETA. Cuatro
acabaron en la enfermería tras toparse con ellos.
«Son unos “acojonaos”: les das una galleta y
salen corriendo», dice a «Crónica» Luis, el menor
GONZALO SUÁREZ da que han amenazado con amoti- años, repasa la historia familiar. Luis
uis Amador, 34 años y una ca- narse si meten a un Amador en su es el séptimo de nueve vástagos de
L beza de tigre tatuada en su an-
tebrazo derecho, apura la tarde
apoltronado en el sofá de su ca-
sa. Hoy se ha levantado de buen hu-
mor. Da largas caladas a un cigarri-
módulo. Ellos, terroristas con 800
muertos a sus espaldas, temen a un
par de quinquis de Murcia.
El terror lo confirma el último in-
forme de Etxerat, la asociación de
un clan de jornaleros de sangre gita-
na. Mientras sus hermanos se enno-
viaban, él cayó en la heroína. Ronda-
ba los 20 años cuando lo enchirona-
ron por un atraco. Fue su perdición:
llo mientras luce sus tatus carcela- familiares de presos etarras. Allí se enlazó condena tras condena por pe-
rios. Cuando se carcajea, muestra el dedica una página a las andanzas de leas, hurtos, atracos... Hasta que, ha-
hueco de los cuatro incisivos en la los Amador. «Queremos denunciar ce tres semanas, recuperó la libertad
encía superior. Sólo se crispa cuan- la actitud de Instituciones Peniten- convertido en el terror de los etarras.
do surge un tema de conversación: ciarias por trasladar a preso con un «¡Loquito me lo han dejado de tanta
los terroristas con los que compartió historial como el suyo a los módulos cárcel!», se lamenta la madre.
encierro durante 15 años. donde hay presos vascos... Los fami- Luis se convirtió en un fanático
—Son todos unos acojonaos. ¡Les liares vivimos con sufrimiento y mie- del código de respeto de la cárcel.
pegas una galleta y salen corriendo! do este tipo de situaciones». Los funcionarios lo conocían por su
Luis salió del trullo hace tres se- Luis suelta una risotada cuando violencia contra quienes le desafia-
manas. Su hermano Juan, de 36 escucha la denuncia de Etxerat. No ban. En general, eran presos comu-
años, sigue encerrado en la prisión sabía que su leyenda de tipo duro nes, pero en otoño de 2004, en Ville-
de Puerto I (Cádiz), donde ocupa había llegado a «España del Norte», na (Alicante), se le cruzó un terroris-
una celda en el módulo de máxima como llama a Euskadi. Pero tampo- ta. Fue el comienzo de la cruzada
seguridad. Los funcionarios están co se sorprende demasiado. «Mucho antietarra de los hermanos Amador.
obsesionados con que no se cruce matar niños, pero luego son unos co- Su primera víctima fue Aitor Fres-
con etarras. El lío estaría asegurado: bardes», insiste. «Había ocho o nue- nedo, Asterix. Miembro del coman-
«Si yo tengo acojonaos a los vas- ve en mi módulo del Puerto I. Yo so- do Vizcaya, a Fresnedo lo arrestaron
cos... ¡Mi hermano mucho más!». lito los tenía acojonaos a todos. ¡Y en Galicia en 1994 cuando tramaba
un atentado contra Manuel Fraga.
Pero este historial no intimidó a
Luis, que sintió que Asterix le había
faltado al respeto. «Le dije: “Mañana
te arreo en el patio”... Y le arreé».
—Etxerat dice que lo apuñalaste.
—¡Que va! Sólo le clavé la uña del
pulgar en la mejilla derecha. Eso sí,
le hice un buen agujero. Y luego le
pegué dos tortas. Namás.
La noticia de la insólita represalia
corrió entre los etarras. Era lo nunca
visto: un preso común que se rebela-
ba contra uno de los suyos, en vez
La madre, Rosario, con las fotos de los hermanos Amador. / F. A. de bajar la cabeza ante los vascos.
La cosa no se quedó ahí: el 6 de oc-
«ELLOS SON 500 PRESOS YNOSOTROS tubre, su hermano Juan se metió en
otra pelea con terroristas en la pri-
SÓLO DOS... ELLOS MATAN YNOSOTROS sión de El Acebuche (Almería). «Se
le tiraron encima seis», cuenta Luis.
NO... PERO NO NOS ACOBARDAMOS» «Le hicieron una encerrona. Él se
defendió con un punzón metálico».
Fuera en defensa propia o no,
Juan hirió a dos etarras en el pecho,
las manos y las piernas. Uno era
Juan y Luis son los hermanos eso que no les hacía nada! Pero oían Patxi Ruiz, asesino de Tomás Caba-
Amador: un apellido que se bisbisea mi apellido y se asustaban». llero (1998), concejal de UPN en
con canguelo entre los terroristas. Luis se levanta del sofá. Da pasi- Pamplona. El otro, Jon Koldo Agui-
Cuatro de ellos acabaron en la enfer- tos nerviosos por el salón, en un blo- nagalde, contaba con dos muertos
mería tras toparse con la pareja: pa- que de realojo de un pueblo de Mur- en su currículo: el carnicero Loren-
lizas, cuchilladas, pinchazos... Tal es cia. Da más caladas a su cigarro. zo Mendizábal (1983) y el guardia ci-
la paranoia de los reclusos de la ban- Mientras, la madre, Rosario, de 62 vil Ángel Zapatero (1984).
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En aquella época, el historial de
Juan, de 36 años, ya incluía robos,
peleas, tráfico de droga... Su debut
carcelario fue en 1993, por un robo
con fuerza. El rifirrafe con los etarras
sumó otros dos años a su condena,
mientras que los etarras sólo tuvie-
ron que pagar una multa. «Eso sí, el
director de la cárcel le felicitó por
plantarles cara», cuenta Luis. «¡Inclu-
so le dio whisky y un puro!».
—¿Por qué os peleáis con etarras?
—Porque se creen los dueños de
la cárcel. Son los reyes y nosotros
unos pringaos...
—Otros presos no se atreven...
—Tienen miedo. Saben que pue-
den buscarse la ruina. Pero a noso-
tros nos da igual... Somos así.
Es cierto que los etarras apenas
montan peleas. Suelen ir a lo suyo.
Apenas se juntan con el resto de pre-
sos: los sociales, en el argot batasu-
no. Pero, cuando hay roces, la mayo-
ría se arredra: el hacha y la serpien-
te paralizan a los más curtidos.
Sin embargo, todo cambia cuando
hay un Amador en el módulo. Los te-
rroristas se tientan la ropa antes de
desafiarles. No son víctimas tan fáci-
les como el preso cojo de Picassent
(Valencia) al que dos etarras apaliza-
ron este julio. Su único delito era ha-
berse sentado en la mesa favorita de
los terroristas en la cantina. Las cuatro «víctimas» de los Amador. Arriba, Aitor Liguerzana (izda.) y
—Luis, ¿te has peleado con otros Patxi Ruiz. Abajo, Jon Aguinagalde (izda.) y Aitor Fresnedo.
etarras?
—Sí, dos o tres veces. Pero nada
grave. Enseguida se acojonan. Cuan- Una uña, un punzón, un bolígrafo...
do me reconocen, me amenazan. Pe-
ro luego salen corriendo. Frente al símbolo de ETA
Tras varios años de tregua, la cru- (el hacha y la serpiente),
zada de los Amador se recrudeció la fiereza del tigre que los
este junio. En el módulo 6 de la pri- Amador llevan tatuados.
sión de Fontcalent (Alicante), Juan Cuatro etarras saben ya
se dedicaba a amedrentar a los eta- de sus zarpazos.
rras. «Les insultaba por la ventana, AITOR FRESNEDO. Del
amenazaba a sus familias... Uno de
«comando Vizcaya»,
los etarras ni dormía del miedo»,
fue arrestado en 1994
cuenta un funcionario de prisiones.
Una tarde, dice Luis, su hermano cuando planeaba un
se enzarzó con Aitor Liguerzana, mi- atentado contra Fraga.
litante de Segi, la cantera etarra. Los En su pelea con Luis Amador, en la cárcel de Villena (Alicante) en
funcionarios, al quite, abortaron la 2004, terminó con una uña clavada en la mejilla. PATXI RUIZ. Conde
discusión y cambiaron de turno de nado por el asesinato en 1998 de Tomás Caballero, concejal de
patio a Juan. No sirvió de nada: el 28 UPN en Pamplona. Juan Amador le clavó un punzón metálico en la
de junio, un colega de módulo se prisión de El Acebuche (Almería) en 2004. «Los etarras empeza-
vengó en su nombre a cambio de un ron la pelea», le defiende su hermano Luis. JON KOLDO AGUINA-
paquete de tabaco. Le pinchó tres ve- GALDE. También resultó herido por Juan en la misma pelea. Cumple
ces con un bolígrafo afilado y el ba- condena por los asesinatos de Lorenzo Mendizábal (1983) en su
tasuno acabó en la enfermería. «Si carnicería de Hernani y del guardia civil Ángel Zapatero en 1984.
no les plantamos cara, los etarras se AITOR LIGUERZANA. Líder del talde de Segi en Zaramaga (Vito-
hacen con el módulo», explica Luis. ria), se enfrentó a Juan en Fontcalent (Alicante) este junio. Al
En cuanto se sofocó la escaramu-
poco, un amigo le asestó tres pinchazos con un bolígrafo afilado.
za, a Juan lo encerraron en el módu-
lo de aislamiento. De ahí, lo manda-
ron a la prisión de Puerto I, donde
coincidió con su hermano Luis. Allí unos minutos. Tras la intervención fondo, ¡son todos unos acojonaos!».
fue destinado al módulo 1, el de má- de los guardias, los cuatro reclusos La madre sí que teme por sus hi-
xima seguridad, mientras los 19 eta- acabaron en el módulo de aisla- jos. Por eso, ruega que no se mencio-
rras del presidio ocupan los módulos miento. «Fue una cagada de los eta- ne el nombre de su pueblo. Aunque,
3-4, más normalizados. «Como re- rras», cuenta un funcionario de Cór- en el fondo, no oculte su «orgullo»
yes», recalca Rosario, la madre. doba. «Amenazaron con levantar el por la «valentía» de sus hijos. «Muer-
Los hermanos apenas coincidie- módulo si metían al hermano ahí... tos tenían que estar los etarras, pon-
ron unas semanas en la prisión ga- Vamos, que hicieron el ridículo». lo bien grande ahí», exclama. «Mien-
ditana. A Luis lo trasladaron a la cár- Luis apenas durmió unos días en tras, mis hijos ni han matado, ni han
cel de Córdoba, donde le aguardaba la prisión de Córdoba. A principios violado ni han robado bancos...».
otro encontronazo con los etarras. de octubre volvió a su pueblo de to- Este mayo, si no se mete en más
El 13 de septiembre, tres etarras da la vida. Hoy todavía le extraña líos, el mayor de los Amador recupe-
—Oskar Calabozo, Jose Mari Etxe- amanecer cada mañana en su pro- rará la libertad. Por primera vez en
berria y Jon Urretabizkaia— lo pia cama. ¿No tiene miedo a fasti- dos décadas, los dos terrores pisarán
aguardaban a la entrada del módu- diarse la libertad dando la cara? la calle al mismo tiempo. Y Luis ya
lo 13-14 con actitud desafiante. «¡Mira cómo tiemblo!», se carcajea tiene decidido cómo lo celebrarán.
—¡Te vas a enterar cuando entres! mientras agita la mano. «Ellos son —Vamos a tomarnos unos pin-
—¡Os váis a enterar vosotros! 500 presos y nosotros sólo dos. Ellos chos ahí arriba... Sí, donde viven los
El enfrentamiento apenas duró matan y nosotros no... Pero, en el etarras... ¡En España del Norte!