Recuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte Final.pptx
RITUAL IMPOSICIÓN DE LA CENIZA Ceniza(6).pdf
1. Padre nuestro, que estás en el Cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
15. Entonces, el que preside y todos los presentes se signan, mientras aquel dice:
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
Y todos responden:
Amén.
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16. Si el que preside es un diácono, bendice al pueblo de la forma acostumbrada. El diácono dice:
El Señor esté con Ustedes.
Y todos responden:
Y con tu espíritu
El diácono dice:
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hi+jo y Espíritu Santo,
descienda sobre Ustedes.
Y todos responden:
Amén.
17. El diácono despide a los presentes diciendo:
Pueden ir en paz.
Y todos responden:
Demos gracias a Dios.
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18. Todo el rito puede concluir con un canto de acción de gracias.
RITO BREVE DE LA IMPOSICIÓN DE LA CENIZA
PRESIDIDO POR UN DIÁCONO O POR UN MINISTRO LAICO
1. La celebración inicia cuando los fieles se encuentran congregados en un lugar adecuado, en el que,
previamente se ha dispuesto una mesa con la imagen del crucifijo y con la ceniza bendecida por el
presbítero.
2. Todo el rito inicia con un canto penitencial, que pueda ser ejecutado, sin dificultad, por todos los
presentes.
3. Terminado el canto, el ministro y los fieles se signan con la señal de la cruz, mientras aquel dice:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Y todos responden:
Amén.
4. Si quien preside la celebración es un diácono, saluda al pueblo como de costumbre, pero si es un
ministro laico, omitido el saludo, prosigue, inmediatamente con la monición.
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5. El diácono saluda al pueblo diciendo:
El Señor esté con Ustedes.
Y todos responden:
Y con tu espíritu
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6. Entonces, quien preside, introduce a los fieles en el espíritu de la celebración con la siguiente
monición:
Hermanos: por Adán entró el pecado en el mundo, y por el pecado entró
también la muerte, la cual pasó a todos nosotros, porque todos hemos
sido solidarios en el pecado; pero, por la justicia de Jesucristo, que, sin
tener pecado, se hizo solidario con nosotros, han abundado, para todos,
la gracia y el don de Dios.
Ahora bien, si hemos sido solidarios en el pecado, también debemos
serlo en la penitencia, que nos introduce en un proceso conversión
personal para la santificación de toda la comunidad.
Así, pues, al dar inicio al tiempo de la Cuaresma, reconociéndonos
necesitados de conversión y recibiendo el signo exterior de la ceniza,
abramos el corazón a la escucha de la Palabra y entremos alegres en el
camino de la oración, de la penitencia y de la caridad, que nos conduce
a la comunión con el Misterio Pascual de Cristo.
7. Entonces, el que preside dice:
Oremos.
2. Y todos oran durante algún tiempo en silencio. Luego, el que preside dice:
Señor, Dios y Padre nuestro,
que, por medio de la pasión de tu Hijo nos has dado la vida,
concédenos que, unidos a su muerte, por la penitencia
podamos también participar con todos los hombres en su resurrección.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Y todos responden:
Amén.
8. Luego, un lector canta o recita el Salmo, que puede ser proclamado «en directo» o «en forma
responsorial».
Salmo Responsorial Sal 129
R. El Señor es compasivo y misericoridioso.
V. Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R.
V. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R.
V. Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora. R.
V. Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa:
y el redimirá a Israel
de todos sus delitos. R.
9. Entonces, el que preside puede hacer una breve catequesis, acerca de alguno de los siguientes
puntos:
A. Del sentido de la imposición de la Ceniza en el inicio de la Cuaresma, que es signo exterior a)
del reconocimiento del propio pecado; b) de la penitencia interior que nace de la conversión; c) del deseo
de purificación en virtud del Misterio Pascual.
B. Del camino cuaresmal de renovación de la gracia bautismal, mediante a) la penitencia que
purifica de los pecados; b) la caridad, que nos asocia a Cristo en su entrega por todos; c) la oración, que
nos hace entrar en la contemplación de la voluntad de Dios en nuestra vida.
10. El que preside concluye la catequesis con la siguiente invitación:
Hermanos: este es el momento en que cada uno de nosotros se confiesa
pecador y, mientras somos impulsados a la penitencia por el ejemplo y
las oraciones de los demás, pedimos al Señor que venga sobre nosotros
su misericordia, para que, los que nos habíamos apartado de él a causa
de nuestros pecados, podamos agradarle unidos al Señor resucitado.
11. Después de la exhortación, todos dicen a la vez:
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante Ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Y, golpeándose el pecho, añaden:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a Ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
12. Entonces, el que preside dice:
Oh Dios que te dejas vencer por el que se humilla
y encuentras agrado en quien expía sus pecados
escucha benignamente nuestras súplicas
para que quienes van a recibir la ceniza,
lleguen, con el corazón limpio, a la celebración de la Pascua de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Todos responden:
Amén.
13. Luego, el que preside toma con reverencia la ceniza bendecida y dice:
Acerquémonos, pues a la gracia de este signo
en el cual el Señor nos invita a la conversión.
Luego, impone la ceniza a los fieles diciendo a cada uno:
Conviértete y cree en el Evangelio
14. Cuando ha terminado de imponer la Ceniza, invita a los presentes a la oración, diciendo:
Digamos, ahora, juntos, las palabras que Jesús nos enseñó: