El poema le pide a María que le enseñe a practicar el silencio interior y exterior para cultivar la paz, la aceptación, el amor y la caridad; y evitar la crítica destructiva, la difamación y los pensamientos inútiles. El silencio es necesario para la oración, la limosna oculta, entenderse a sí mismo y escuchar a los demás, y es la única forma de encontrarse con Dios.