2. « Nulla ti turbi,
nulla ti rattristi,
tutto passa:
solo Dio non muta.
La pazienza
tutto conquista.
Se hai Dio nel cuore
nulla ti manca:
solo Dio basta. »
(Santa Teresa di Gesù, Poesía, 9)
3.
4. Apenas os
comuniquéis, cerrad los
ojos del cuerpo y abrid los
ojos del alma para fijarlos
en el fondo de vuestro
corazón donde el Señor ha
descendido.
5. La puerta del castillo es la oración. Pretender entrar al cielo sin antes
entrar en nosotros mismos para mejor conocernos y considerar nuestra
miseria, para ver lo mucho que le debemos a Dios y la necesidad que
tenemos de su misericordia, es una veradera locura.
6. Podemos considerar nuestra alma como un castillo todo de un
diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como
en el cielo hay muchas moradas .
7. En el centro, en medio de
todo, está la estancia
principal, aquella donde pasan
las cosas de mucho secreto
entre Dios y el alma.
8. Pues tornando a nuestro hermoso y deleitoso
castillo, hemos de ver cómo podremos entrar
en él.
9. Parece que digo algún disparate; porque si
este castillo es el alma claro está que no
hay para qué entrar, pues se está ya dentro.
10. … hay muchas almas que se están en la ronda
del castillo (...) y que no se les da nada de entrar
dentro ni saben qué hay en aquel tan precioso
lugar ni quién está dentro ni aun qué piezas tiene.
11. la puerta para entrar en este castillo es la oración y
la meditación.
12. Las almas sin oración son como
un cuerpo tullido y paralítico que
tiene manos y pies, pero no los
puede mover.
13. quien ha comenzado a hacer oración no
piense más en dejarla, a pesar de los
pecados en los cuales pueda llegar a caer.
Con la oración podrá levantarse pronto, pero
sin ella es muy difícil.
14. Ya que la oración no es otra cosa, para mí, sino
una relación de amistad, un encontrarse
frecuentemente solos y a solas con Quien
sabemos que nos ama .
15. El amor verdadero y la amistad que dura se dan
en paridad de condiciones, y en vez, sabemos
que mientras nuestro Señor no puede tener
ningún defecto, nosotros somos de naturaleza
viciosa, sensual e ingrata, por eso no podemos
amarlo tanto como Él merece.
16. Quisiera haceros comprender que el alma no es el
pensamiento y que la voluntad no está gobernada
por la imaginación. Sería una gran desdicha si lo
fuese. No viene, por tanto, que el provecho del
alma no consiste en el mucho pensar, sino en el
mucho amar.
17. Haced siempre lo posible por estarle siempre
cerca. Si os habituáis a tenerlo cerca, y Él
verá que lo hacéis con amor y que buscáis
todo medio para contentarlo, no solo no os
faltará, sino que no podréis quitarlo del
entorno.
18. Lo tendrés con vosotras por todas partes, y os
ayudará en cada trabajo. ¿Creed que sea poca
cosa tener siempre cerca así a un tan buen
amigo?
19. No pido ya de concentrarnos todas en Él.
Os pido solamente que lo mirés. ¿Y quién os puede
impedir de querer sobre Él poner los ojos de vuestra
alma, aunque sea un instante si no podéis más?
20. Si estáis alegres podéis contemplarlo
resucitado, y al verlo salir del
selpulcro, vuestra alegría abundará (...) Si
en vez estáis afligidas o entre
trabajos, podéis meditarlo mientras está
en el huerto de los olivos (...) atado a la
columna (...) perseguido por los unos y
escupido por los
otros, renegado, abandonado por los
amigos (...) reducido a tanta soledad que
bien podríais acercaros y consolaros
mutuamente.
21. Él ahora os mirará con aquellos sus ojos tan bellos, compasivos y llenos
de lágrimas; olvidará sus dolores para consolar los vuestros, siempre y
cuando vosotras lo miréis y le pidás de consolaros.
22. Debemos reencontrarnos a nosotras mismas aún en
medio de las ocupaciones, siendo siempre una gran
ventaja recordarnos, de tanto en tanto, aunque sea
fugazmente, el Huéped que tenemos en nosotras.