El poema describe las muchas alegrías y retos de ser maestra de educación infantil. A través de una serie de preguntas retóricas, destaca cómo en este trabajo se reciben muestras constantes de afecto de los niños pequeños a pesar de vestir siempre igual, se guía el aprendizaje de las primeras letras y habilidades, y se atienden necesidades como rasguños y mocos con paciencia. Además, resalta que es un trabajo gratificante que permite sembrar para que otros recojan.