Sonreír es contagioso como un resfriado, ya que cuando alguien sonríe a otra persona, es probable que esta también empiece a sonreír. Al pasar por una esquina y notar que alguien había notado y copiado mi sonrisa, me di cuenta de que había contagiado mi buen humor a otra persona con solo sonreír. Una simple sonrisa puede propagarse e influir positivamente a muchas personas, por lo que deberíamos compartir más sonrisas para crear una epidemia de buen humor que mejore los ánimos en el mundo.