Sor Juana Inés de la Cruz ingresó a la vida monástica por su vocación religiosa y anhelo de conocimiento, aprendió latín de forma autodidacta en veinte lecciones y se unió a la orden de las jerónimas luego de que un intento fallido con las carmelitas debido a la rigidez extrema de su regla la llevara a un periodo de convalecencia.