Stuxnet fue diseñado para infiltrarse en sistemas de control industrial como plantas de energía y refinerías. A diferencia de los ataques diarios de hackers, Stuxnet aprovechó vulnerabilidades de Windows para atacar infraestructuras críticas mediante el ocultamiento en memorias USB y la reprogramación remota de controladores lógicos programables, lo que le permitió ser considerado como el mejor arma cibernética creada aunque aún no se ha producido una verdadera ciberguerra.